Por: Máximo Cerame-Vivas, Fundador del Departamento de Ciencias Marinas del RUM

Peñuelas es caso clásico de una población educada para temerle a algo, y no puede ser convencida de que a eso no hay que temerle.

Antes bregábamos con cenizas más que hoy. De niño en mi casa se cocinaba en un fogón donde se quemaba leña. Los ricos compraban carbón vegetal. En Puerto Rico el mejor carbón vegetal era de mangle, y para el 1959 se sabía de las 12,000 acres de mangle que se habían perdido como consecuencia de la producción de carbón vegetal. Afortunadamente el mangle que se usaba para carbón era mangle blanco, Laguncularia racemosa, que puede regenerar.

Laguncularia llegó a ser el cosecho de mayor importancia comercial por el mercado de carbón. Era panorama común ver las carboneras humeando por Cangrejos, Cataño, Isla Verde y Loíza en franca producción de carbón vegetal. Aún así, los boricuas no manejábamos tanta ceniza.

Latitudes más al norte o al sur no vivían en “casas” como nosotros. Vivían en “hogares”, que viene de hogueras, donde siempre había un fuego encendido tanto para cocinar como para mantenerse caliente. Había clases sociales que bregaban con cenizas. Cinderella viene de cinder, como Cenicienta viene de ceniza. Los famosos chimney sweeps de Londres eran los que se metían en chimeneas a limpiarlas. Industrialmente, la producción de cinders, ceniza o escoria, era de tal magnitud que se usaba para bloques de construcción, o cinder blocks, que de por sí constituían una industria.

Carbón de piedra era combustible de la industria, de trenes y de barcos. En Puerto Rico una de las primeras generatrices, la de la familia Valdés en Mayagüez, quemaba carbón de piedra como combustible. En Puerta de Tierra hay un sector que todavía se llama La Coal, donde se almacenaba el carbón de piedra. Todavía en la Bahía se ven estibas de carbón de piedra. En Ponce hay un muelle donde se recibe carbón para la cementera.

Siempre que quememos algún combustible sólido generamos ceniza. De esa combustión surge ceniza volátil, fly ash, y escoria, bottom ash o clinker. Son materiales que estaban en el combustible, pero que no queman, y son todo lo que existe en el material de donde se extrajo el carbón.

Leyes federales hoy rigen toda la producción, manejo, acarreo y disposición final de cualquier desperdicio, incluyendo cenizas. Cenizas de carbón han sido relleno estructural a través de toda su historia. Tienen propiedades puzolánicas, o de cemento. Cementos puzolánicos trabajados en tiempos romanos han durado hasta el día de hoy.

Citando del internet: “El ecomaterial Cemento Puzolánico CP40 es un aglomerante hidráulico, producido por la mezcla íntima de un material conocido como puzolana y cal hidratada, finamente molidos. Su fraguado es algo más lento que el del cemento Portland, pero tiene la ventaja de que va fijando lentamente la cal liberada en la hidratación del clinker en un proceso que se prolonga durante mucho tiempo, por lo que el cemento va ganando, con la edad, en resistencia tanto mecánica como química, superando en ambas al Portland. Los aglomerantes cal-puzolana tienen su origen reconocido en las construcciones hechas por los romanos. Hoy en día se conservan aún las ruinas de los grandes edificios construidos con este material.”

Cuando no hay localmente una industria para aprovechar un desperdicio, predomina siempre el desperdicio.

Los colonizados obedecemos normas ambientales federales y locales. Las cenizas que van a Peñuelas cumplen con ambas normas, aunque eso no convence a la comunidad ni a los que viajan a aparecer en cámara, convencidos de que están siendo afectados. Pero el que cree que la ceniza es peligrosa no puede ser “convertido”, y eso electoralmente habrá que respetarlo.