Por: Carlos ‘Johnny’ Méndez Núñez, Presidente entrante de la Cámara

Puerto Rico necesita la igualdad con los demás estados de la Unión para alcanzar su estabilidad fiscal y política, así como lograr un desarrollo económico sostenido, algo que solo es posible mediante la estadidad. Estados Unidos tiene que entender eso. Nuestra amada isla tiene la triste distinción de ser la colonia más antigua del mundo. Primero, fuimos colonizados por el reino español, que limitó cualquier posible fortalecimiento de nuestra economía por razones feudales. Luego vinieron los estadounidenses, quienes desde finales de la Guerra Hispanoamericana de 1898 tienen control sobre la Isla.

En estos 524 años de historia, Puerto Rico nunca ha tenido las herramientas para proveerles a sus residentes un modelo socioeconómico viable. Basta ya de esperar. Nuestro pueblo reclama acción por parte del Congreso y la Casa Blanca. No queremos las mismas excusas de siempre: ‘todavía no es el momento’, o ‘se está trabajando en eso’. De igual manera, no vamos a aceptar prerrequisitos como sugirió recientemente el senador ‘senior’ por Utah y presidente del Comité Congresional sobre el Desarrollo Económico de Puerto Rico, Orrin Hatch, cuando dijo que tenemos que mejorar nuestra economía antes de pedir la admisión.

La realidad es que gran parte de la crisis fiscal por la cual estamos atravesando es responsabilidad del Congreso. Los ciudadanos americanos que residimos en la Isla estamos siendo marginados en muchos aspectos, incluyendo las asignaciones de fondos para programas federales como Medicare y Medicaid y la falta de otros, como es el caso del Seguro Social Complementario. Esta falta de paridad no permite que Puerto Rico pueda mantener un desarrollo socioeconómico sostenible. Inyecciones de capital federal, por migajas, como en los años 50 y en el 2010, enmascaran la realidad de nuestra economía por cortos periodos de tiempo.

Como dijo el entonces primer ministro de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill: ‘Denos las herramientas, que nosotros finalizaremos el trabajo’. Eso es lo que le estamos solicitando al Congreso; la herramienta es la admisión de Puerto Rico. El trabajo es levantar nuestra economía, crear nuevos y mejores empleos y atraer a todos esos hijos de esta tierra que emigraron hacia los demás estados por la precaria condición de la Isla a regresar para juntos alcanzar el inmenso potencial que tenemos como pueblo.

No existe ninguna excusa para no actuar.

El Partido Republicano, que controla la Casa Blanca y ambas cámaras del Congreso, está comprometido con los resultados del referéndum de estatus de 2012. De hecho, la plataforma de gobierno del ‘Grand Old Party’, adoptada en la convención nacional de julio pasado en Cleveland, establece, sin distinción a ninguna duda, que el partido respetará y actuará sobre los resultados del plebiscito de estatus de 2012, en el cual los votantes de la Isla rechazaron la actual condición colonial por un 54% y escogieron la estadidad por un 61%.

El pueblo americano respaldó ese plan de gobierno con el histórico triunfo de Donald Trump en la contienda presidencial, al igual que la elección de la inmensa mayoría de los candidatos republicanos a puestos en el nuevo Congreso. Tanto el presidente electo de la Cámara de Representantes federal, Paul Ryan (Wisconsin), como el líder del Senado republicano, Mitch McConnell (Kentucky), tienen ante sí un contundente mandato del pueblo estadounidense para impulsar la admisión de Puerto Rico como el nuevo estado de la Unión.

Aquí en Puerto Rico, nuestro pueblo también avaló el camino hacia la igualdad con la elección de Ricardo Rosselló como nuevo gobernador, Jenniffer González como comisionada residente y la mayoría de los candidatos del Partido Nuevo Progresista a puestos en la Legislatura.

Ese mandato del pueblo será respetado y, sobre todo, puesto en acción por parte de esta nueva Cámara de Representantes de visión y progreso, que me honraré en presidir a partir de enero. Vamos juntos a reclamar la igualdad, la estadidad.