Por: Carlos ‘Johnny’ Méndez Núñez
>Presidente entrante de la Cámara de Representantes

Nuestra amada Isla de Puerto Rico se encuentra en el peor momento de su historia; de eso creo que no existe mucha duda. Lamentablemente, esa connotación no describe adecuadamente el tétrico panorama fiscal y económico que la saliente administración nos dejó. Existe un refrán muy famoso que dice: ‘El que no recuerda su historia está condenado a repetirla’. Esto aplica a la situación por la cual estamos atravesando: el pueblo no puede olvidar a quienes le fallaron de tal manera que nos metieron en un abismo socioeconómico sin precedentes no solo en Puerto Rico, sino también en cualquier jurisdicción de los Estados Unidos.

El Puerto Rico que cuatro años de desgobierno nos dejaron es desolador. En el área laboral, el 2016 termina con 15,000 menos empleos que el año pasado. De hecho, un vistazo poco más profundo revela que la fuerza laboral, motor para cualquier economía, perdió 3,000 personas en los primeros dos trimestres de este año, continuando un ritmo descendente que ha puesto el número de personas disponibles para trabajar en menos de un millón por primera vez desde los años setenta. En total, durante los pasados cuatro años la Isla ha perdido casi 60,000 empleos. Eso contrasta marcadamente con la promesa de campaña de Alejandro García Padilla de crear 50,000 empleos en 18 meses.

Esta saliente administración también destruyó el sistema universitario del Estado, la Universidad de Puerto Rico (UPR). Por primera vez en su historia, la UPR acarrea una deuda estructural con la banca comercial de $91.5 millones. Jamás esa cifra había superado los $40 millones. Esto sin decir nada del histórico escándalo con las becas presidenciales, en el que la administración del primer centro docente de la Isla benefició, ilegalmente, a los amigos del alma y parientes del corazón de esta administración.

En el área de la salud, García Padilla y su grupo nos dejaron un sistema quebrado que coloca en riesgo a cientos de miles de puertorriqueños. La verdad es que esta administración despilfarró cerca de $3,200 millones de fondos federales asignados mediante el Health Care for America Act, mejor conocido como el ‘Obamacare’. Originalmente, se destinó a Puerto Rico la cantidad de $5,400 millones para operar y administrar ‘Mi Salud’ desde julio de 2011 hasta el 30 de septiembre de 2019. Estamos a diciembre de 2016 y la inmensa mayoría de esos fondos fueron ya gastados por la administración saliente.

Además de los $5,400 millones, el gobierno federal le entregó a la Isla unos $925 millones para la reforma de salud en el 2012. De esos recursos, que totalizaban $6,400 millones para mayo de 2015, quedaban apenas unos $3,400 millones, según datos oficiales del Centro de Servicios para Medicaid y Medicare. Para mediados del año entrante se terminarán esos fondos federales por la negligencia crasa de este desgobierno saliente.

Pero el área en la cual realmente se enfocaron en desbancar es el retiro de nuestros servidores públicos. Alrededor de unos 125,000 trabajadores se verán afectados directamente por las acciones, negligentes y posiblemente ilegales, tomadas por el gobernador saliente. Por esas decisiones, para mediados de 2017 se habrán agotado los fondos en la cuenta de reserva del Sistema de Retiro de Empleados Públicos, que hasta ahora le ha permitido cumplir con sus bonistas, a razón de unos $13.9 millones en pagos de intereses sobre la deuda todos los meses. Para entonces, se habrá terminado ese fondo, al cual no ingresa nada desde la orden de García Padilla para detener cualquier desembolso en varias agencias y entidades públicas, con el pretexto de proteger servicios esenciales.

Cada mes, el Sistema de Retiro necesita cerca de $67 millones para cubrir el pago a los pensionados. Al año eso suma $1,500 millones en pago a pensionados y la aportación de estos al sistema apenas llega a los $900 millones. El déficit actuarial está en los $45,000 millones y en aumento. Sin ninguna inyección, como no quiso hacer la saliente administración, el Sistema está a punto de quebrar.
Esta es la verdad del Puerto Rico que nos acaban de dejar.