Por: Carlos ‘Johnny’ Méndez Núñez, Presidente entrante de la Cámara
Los puertorriqueños nos uniremos mañana para celebrar la llegada de un nuevo año, el cual traerá renovadas oportunidades para lograr cambiar el rumbo y poder alcanzar nuestros más grandes anhelos como pueblo. Puerto Rico atraviesa su más aguda crisis fiscal, económica y social en más de 520 años de historia. Ante este panorama, muchos han perdido la esperanza de lograr aquí, en su terruño, la calidad de vida que se merecen, optando entonces por mudarse a algunos estados de la Nación como la Florida, Texas y Connecticut, por mencionar algunos.
Los números hablan por sí solos. En 2014 se fueron 83,010 puertorriqueños al continente. En 2015 la cantidad superó los 85,000 y aunque los números finales de este año todavía no están disponibles, para este pasado julio la cifra era de 70,016. Se hace relativamente fácil proyectar que cuando se compute toda la información, ese número superará los 90,000. Esto significa que en apenas tres años más de un cuarto de millón de puertorriqueños dejaron su isla, sus familias y amistades en búsqueda de esas oportunidades de realizar sus sueños en otra jurisdicción.
El golpe que ha dejado esta separación de las familias puertorriqueñas se siente aún más durante estos días de la Navidad, cuando muchos añoran compartir con ese familiar que ahora vive fuera de su entorno por causas externas a su voluntad.
El próximo 2 de enero juramenta un nuevo gobierno con una encomienda clara: devolverle a nuestra gente la oportunidad de crecer nuevamente, aquí, en Puerto Rico. Esta tarea no será fácil. Años de mala administración pública, masiva e innecesaria imposición de cargas contributivas y un estatus político que solo se puede describir como inmoral, han hecho su estrago en nuestro pueblo. Para lograr esa transformación que todos queremos, vamos a necesitar trabajar arduamente y en conjunto; solos no podemos.
El servicio público ha sido mi vida, mi vocación. Desde esa plataforma, el Todopoderoso me ha brindado la oportunidad de aportar para sentar las bases con el objetivo de impulsar ese cambio que todos buscamos. El próximo lunes prestarán juramento los hombres y mujeres que compondrán la nueva Cámara de Representantes de Puerto Rico, cuerpo que, con gran humildad y sentido de responsabilidad, me honraré en presidir a partir del 9 de enero y el cual será la punta de lanza para el desarrollo económico que necesitamos, en orden de reunir a nuestras familias.
Nuestra agenda de trabajo será amplia, pero tendrá un solo fin: que Puerto Rico se convierta en el paraíso de oportunidades que todos anhelamos. Un lugar donde nuestros hijos cuenten con las herramientas necesarias para desarrollarse aquí, en su suelo. Donde el sistema de salud sea eficiente, en donde las escuelas no sean un problema, sino que sean la solución. Una tierra en donde cada persona cuente con un empleo digno y bien remunerado. Solo así revertiremos la histórica ola migratoria que ha separado a tantas familias. Nuestro objetivo es que esos aviones que lleguen a la Isla en los próximos años estén repletos de puertorriqueños regresando a su casa, a su Puerto Rico.
El nuevo año nos ofrece esa oportunidad y nosotros vamos a tomarla. Todos los días, al igual que lo hacen cientos de miles de puertorriqueños, me levanto con el deseo de cambiar nuestro camino, de hacer las cosas diferentes para ayudar a nuestras comunidades, con la convicción de que puedo contribuir a hacer una diferencia, porque todos podemos y tenemos el deber de hacerlo. En esta despedida de año, en compañía de nuestros familiares y amigos, miremos al futuro con la esperanza de que vendrán cosas mejores. Estoy convencido de que los mejores días de Puerto Rico no están en su pasado: están en su futuro.
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