Quién controla la Cúpula del PPD es Yulín, pero su electorado es 90%+ Pro-USA

Se dice popularmente que el fin no justifica los medios. En ocasiones así es. Cuando nos detenemos a pensarlo, sin embargo, nos percatamos que la relación entre fines y medios es mucho más accidentada de lo que aparenta y que su justificación dependerá de los valores y principios que informan nuestras respectivas creencias sobre el asunto en cuestión. Los resultados del plebiscito del 11 de junio de 2017, y su interpretación por los diversos sectores políticos a modo de ejemplo, subrayan las diferencias y consecuencias en cuanto a los fines y medios que cada sector político asume en atención a su ideario.

Para lograr Un Millón Plus en el Referéndum Admisión Sí o No a celebrar el Congreso, es esencial el que cada equipo o grupo Pro-USA celebre desde dos o más Tertulias, Reuniones, Entrenamientos a la semana comenzando desde ahora.

A juicio del Partido Popular Democrático (PPD) y el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), los resultados del plebiscito representan una derrota para la estadidad debido a la baja participación electoral, unida a sus respectivas pretensiones de interpretar acomodaticiamente la abstención como un voto contra la estadidad. Para poder aquilatar el mérito de este planteamiento es necesario tener presente cuál es el fin político al cual aspiran estos dos partidos políticos y si sus argumentos desmereciendo los resultados del plebiscito son, en efecto, persuasivos.

En el caso del PPD, es evidente que el fin político al cual aspira para Puerto Rico es la permanencia de la relación territorial con los Estados Unidos, no obstante sus siempre diferidos e increíbles reclamos de aspirar a una relación no territorial, no colonial. En este contexto, es importante tomar nota del dato histórico de que en los últimos tres eventos electorales referentes al issue del estatus, el PPD ha abogado institucionalmente por “ninguna de las anteriores” (1998), el voto en blanco (2012) y ahora en 2017 por la abstención. Estos eventos plebiscitarios, unidos a su inacción en materia de estatus en sus administraciones de 2001-2004, 2005-2008 y 2013-2016, son prueba acumulativa de que el PPD no tiene proyecto histórico que ofrecer que no sea la administración del gobierno territorial para beneficio de sus clientes políticos, entiéndase los industriales beneficiados por las exenciones contributivas federales. Su mal depositada confianza en lo que estiman son las consecuencias de la abstención es en realidad una defensa trasnochada del colapso del modelo territorial. El proyecto político del PPD, en fin, se circunscribe a obstaculizar la estadidad.

El PIP, el cual hacemos bien en recordar que es una institución política que aspira a la independencia de Puerto Rico a través del proceso democrático electoral no obstante sus raquíticos resultados en los últimos 50 años, optó por la abstención electoral cuando se incluyó la alternativa del territorio en la papeleta plebiscitaria a sugerencia del Departamento de Justicia federal. Esta determinación, un tanto incoherente dado que la alternativa de la independencia estaba incluida, es reflejo de una verdadera ausencia de vocación democrática y de su refugio en el misticismo del derecho a la libre autodeterminación colectiva, nunca individualizada. Como indicaban los mapas marinos del siglo XV, por esa ruta encontraremos monstruos.

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En la medida en que el plebiscito del 11 de junio de 2017 no fue un proceso vinculante sobre el Congreso de los Estados Unidos, hay que entender que su resultado y prospecto es fundamentalmente político, no jurídico. Como en todo proceso político, por supuesto, hay un elemento aleatorio que hace difícil anticipar sus resultados, especialmente en un ambiente tan polarizado como es el Washington D.C. de la administración Trump. Para adelantar la estadidad en este ambiente, y de cara a las elecciones de medio término de 2018, es necesario ubicar los resultados del plebiscito en su contexto nacional y dentro de la reivindicación de los derechos de los hispanos en la Tierra Firme. Las expresiones de varios congresistas de Florida, Texas y Nueva York -estados con una alta población hispana- apoyando el resultado del plebiscito son indicativas de la importancia de este sector electoral.

En lo pertinente a la política insular, los resultados del plebiscito suponen un cambio de paradigma en nuestra discusión sobre el estatus. Como bien ilustra la propuesta del PPD ante el Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas este pasado 19 de junio, en adelante el debate sobre nuestro estatus político

El PPD Creó la Crisis Quebrando al Gobierno Malgastando Sin Obras y Ahora Trata de Empeorarla Pq Nunca Ha Tenido Soluciones

habrá de ser “Estadidad, sí o no”, quedando superadas las discusiones de la libre asociación y la independencia. Si algo probó el plebiscito del 11 de junio de 2017, como medio, es que la iniciativa política pasó decididamente a favor de la estadidad.