El amigo Leonardo es un dominicano que lleva años viviendo en Puerto Rico. Nacido en la ciudad de Santo Domingo emigró a nuestras tierras teniendo unos veinticinco años, buscando un mejor futuro. A él le siguieron todos sus hermanos. Luego llegaron sus primos, hasta que convirtieron a Puerto Rico en su segunda patria. Comenzó a trabajar en lo primero que encontró y fue subiendo dentro del escalafón laboral hasta llegar a cocinero de un prestigioso hotel del Condado. Es un chef como ninguno, y, para sorpresa de muchos, un hombre culto que está al tanto de la actualidad política, no solo de su país y de Puerto Rico, sino de los Estados Unidos y de Latinoamérica, por igual.
Hace unas semanas Leonardo logró lo que ansiaba desde hacía años: convertirse en ciudadano americano. Él me invitó para la juramentación, pero por asuntos apremiantes de mi trabajo no pude ir. Con él juramentaron otras personas de diversos países, aunque la mayoría era de la República Dominicana. Entre los que adquirieron su nueva nacionalidad había una viejita de noventa y dos años. El juez presente que oficiaba la juramentación no pudo ocultar la curiosidad y le preguntó a la osada anciana el porqué de la decisión. “Porque quiero morir en un país libre,” fue la dramática respuesta.
La nacionalidad, término que tiene varias acepciones, es más conocido por la de carácter jurídico político que la de otros significados: “Vínculo jurídico de una persona con un Estado, que le atribuye la condición de ciudadano de ese estado en función del lugar en que ha nacido, de la nacionalidad de sus padres o del hecho de habérsele concedido la naturalización.” Esa es la definición de la RAE. Nacionalizarse es el equivalente a la figura de la adopción. La persona adoptada es adquirente de derechos y obligaciones en su nueva nación, término que viene del latín ‘nascere’, que significa nacer. Al hacerse ciudadano americano, Leonardo nació jurídicamente en Puerto Rico al convertirse en un ciudadano sujeto de derechos y obligaciones.
El Derecho es un componente adicional de la cultura, y es parte de nuestro ecosistema social y político. Además, la cultura incide e influye en la concepción de las figuras jurídicas y luego en su interpretación y aplicabilidad.
En nuestro caso particular la ciudadanía americana ha sido adoptada como un elemento con valor simbólico. Según ha habido diferentes formas de ver la ciudadanía americana dentro de los Estados Unidos, como lo demuestra Rogers Smith en su seminal libro, ‘Civic Ideals: Conflicting Visions of Citizenship in U.S. History’, también hay una forma puertorriqueña de ver esta realidad legal.
Creo que el genio de Milan Kundera, en su novela La Ignorancia, lo expresó de una manera insuperable: “Porque la noción misma de patria, en el sentido noble y sentimental de la palabra, va vinculada a la relativa brevedad de nuestra vida, que nos brinda demasiado poco tiempo para que sintamos apego por otro país, por otros países, por otras lenguas.” Leonardo está correcto, somos compatriotas.
You must be logged in to post a comment Login