Por, Dr. Santiago Cárdenas- Especial para Nuevo Acción
Hace unas décadas pensábamos, un tanto ingenuamente, que el comunismo (su realidad anterior es llamada por los marxistas: socialismo) era un conjunto sistemático de ideas para ordenar científicamente el pensamiento y su consecuente praxis. Un tanto más intelectual, pero aún más ingenuamente, ubicábamos al pensamiento de Marx Y Engels como parte de la filosofía política occidental desde el Manifiesto Comunista de 1848. Estábamos equivocados.
Los adherentes a ese tipo de práctica mafioide para perpetuarse en el poder,–luego de 100 millones de muertos, según la cifra conservadora de Curtois, son enfermos mentales. Pero enfermos con responsabilidad social. No son locos paranoicos, sino neuróticos responsables ante la justicia, con un ego deformado y una mente torcida, que les hace estar sintónicos, confortables, con el abuso que ejercen frente a otras personas. Se deleitan haciendo sufrir a los demás.
Tienen un componente sadomasoquista, en el subconsciente. Pero éste, en el plano cognitivo, o sea el del conocimiento, se reviste o se disfraza de un mecanismo de compensación o “coartada” que sublima su actuación. Más sencillo y alejándonos de la nomenclatura psiquiátrica, el comunista se alegra de intervenir o robar el negocio a un trabajador honrado, encarcelarlo o exiliarlo destruyendo una vida, o varias vidas (componente sádico), al tiempo que se flagela placenteramente con el abuso contra su propio ser (componente masoquista) mientras racionaliza el atraco y su violencia diciendo que es “por el bien de todos”; de toda la sociedad durante la construcción del socialismo o un mundo mejor (componente racional, sublimado o “bueno “). Estos dos componentes sitúan al comunista como un bipolar neurótico, digno de tratamiento psiquiátrico.
En una evaluación social, colectiva, de grupo, nos remitimos a Paul Ricoau. Éste clasificó a Nietzche, Freud y Marx, como los exponentes más idóneos de lo que llamó la hermenéutica de la sospecha. El término pegó y tiene mucho éxito en la nomenclatura actual y se aplica en la modernidad especialmente a los estudios acerca de la religión. Las sociedades comunistas tienen a Marx como intérprete de la “flor” religiosa que florece semioculta en el pantano de los proletarios creyentes. Nietzche rechaza a Dios. Freud eleva la religión a categoría de neurosis colectiva. .
En realidad se conoce perfectamente al marxismo como un tipo de religión secular, con sus dogmas, sus Milagros jerarquías, redención, misterios, culto, libros sagrados, etc, tomados del judeo cristianismo. Marx era judío viviendo una realidad lutero–anglicana. De manera, que podemos extrapolar el concepto de Ricoau al marxismo primigenio.
Las sociedades comunistas establecen también una neurosis colectiva, pero, al contrario del cristianismo, ésta tiene su base en la lucha de clases, las guerras y la autodestrucción, hambrunas, violación de derechos, privilegios para unos cuantos y un largo etc.
Precisando los conceptos. Los comunistas son enfermos mentales en dos niveles bien definidos de actuación: el personal y el comunitario. Neuróticos obsesivos sadomasoquistas actuando en un entorno social también altamente enfermizo, alienante y dogmático-destructivo.
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