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El historiador Gonzalo Córdova, autor de la monumental obra sobre Santiago Iglesias Pantín, ha estado trabajando como la polilla, horadando sin hacer ruido, y ha encontrado joyas que creíamos perdidas. En su arqueología archivística ha descubierto el papel protagónico de un continental en la política puertorriqueña. Se trata de Henry W. Dooley, oriundo de Brooklyn donde nació en 1871 y que, al llegar a Puerto Rico en noviembre de 1898, fijó su residencia permanente en San Juan.

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Lea sobre Santiago Iglesias Pantín – https://es.wikipedia.org/wiki/Santiago_Iglesias

Dooley fundó en Puerto Rico, con asociados de Nueva York, la firma Dooley, Smith & Co. que representaba líneas de manufacturas de importación y exportaba productos locales. Fue en 1900 que al importar una mercancía de Nueva York tuvo que pagar el quince por ciento del valor en el puerto, lo que lo llevó a impugnar la Ley Foraker que lo establecía claramente. Fue el caso de Dooley v. United States, de los primeros casos insulares, donde el Tribunal Supremo de los Estados Unidos estableció la doctrina del “territorio incorporado”. Doctrina tomada de los artículos de revista jurídica publicados en el Harvard Law Review de los años 1899 al 1900 y que los jueces racistas que decidieron el caso de Plessy v. Ferguson gustosamente acogieron.

La figura de Henry W. Dooley es interesante, pues en 1912 ayuda a establecer el Partido Demócrata en Puerto Rico y fue designado como el National Committeeman. Ese cargo lo ocupó toda su vida, asistiendo a todas las convenciones, hasta que murió en 1932. En 1912 ayuda a organizar el Spanish Bureau of the Democratic National Campaign Committee cuyo propósito era atraer el voto de los hispanos en los Estados Unidos.

La participación de Dooley en la política nacional, representando los intereses de Puerto Rico, fue ampliamente reseñada en la prensa de los Estados Unidos. Según el Chronicling America —que reúne digitalmente todos los periódicos que están guardados en la Biblioteca del Congreso— el nombre de Henry W. Dooley es mencionado en 146 ocasiones. Por ejemplo, el 2 de julio de 1920 el periódico neuyorquino The Evening World reseña quienes serán los asistentes a la Convención Demócrata de ese año a celebrarse en San Francisco. El listado incluía los National Committeeman y las National Committeewoman; por Puerto Rico fueron, Dooley y “Miss E. Martin.” Y el 27 de junio de 1912, primer año de participación en convenciones nacionales, el periódico El Paso Herald de Texas reseña todos los Committeeman que participarán en la convención demócrata en Baltimore. Incluye los territorios de Alaska, Filipinas, Hawái y Puerto Rico. Washington D.C. también estuvo representado.

Amigo de figuras como el Dr. Bailey K. Ashford, Luis Sánchez Morales, Manuel Domenech, Emilio del Toro Cuebas, el gobernador James Beverly y Charles H. Terry, Dooley fue un líder cívico que estuvo involucrado en la fundación de la St. John’s Episcopal Church y de la Logia de los Elks en el Condado. Fue en este lugar donde se desarrolló en bienes raíces, construyendo veinte elegantes casas en lo que hoy es la calle Kings Court, nombre que dicha vía pública lleva en honor a su esposa Elizabeth Court.

Su participación en la política local no fue un tanto discreta, pues en 1901 fue miembro de la Asamblea Municipal de San Juan y al año siguiente candidato a alcalde por el Partido Federal Americano de Luis Muñoz Rivera. Tal vez sea la primera vez que un continental se haya postulado para alcalde de algún municipio.

Al morir dejó una inmensa biblioteca de la que no se sabe dónde fue a parar. Siempre respaldó la estadidad y gracias a él el Partido Demócrata incluyó la admisión de Puerto Rico como estado para las elecciones de 1928 y 1932. Quizás la primera vez en la historia que ello ocurría en uno de los partidos nacionales. Gracias a Gonzalo Córdova esta importante figura sale de las arenas del olvido y se asoma a la superficie histórica para que habite por derecho propio donde verdaderamente pertenece: en la historia política puertorriqueña.

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Mario Ramos, Historiador