Con un discurso largo y lleno de informalidades, escasas ideas nuevas, abstracciones genéricas, repetitivo y en ocasiones aburrido, en otras bufonesco y con palabras soeces, la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, anunció su candidatura a la gobernación. Un anuncio que sorprendió a todos —dentro y fuera del Partido Popular—, que esperaban de ella una aspiración a la comisaría residente en Washington. La novedad se esfumó al saberse cuáles eran sus verdaderas intenciones.
Contrario a Ricardo Rosselló, que en las comparables sale mejor que ella, la alcaldesa es una figura que polariza al electorado en general y al de su propio partido. Siendo una persona contradictoria, es evidente que sus posturas ideológicas —dichas a veces con arranques de ira— tendrán efectos secundarios sobre su candidatura de cara a las primarias y, de ganar, en su candidatura oficial a la gobernación.
Yulín=Albizu
Lo primero que Carmen Yulín lograría es que los penepés desafectos o molestos vuelvan a su redil, pues su discurso convertiría la elección en cuasi plebiscitaria —estadidad o independencia— donde el Partido Popular llevaría las de perder por no haber en el pueblo voluntad de soberanía separada como lo es la libre asociación, que ella respalda. A su vez, los populares que favorecen una relación estrecha con los Estados Unidos se neutralizan, pudiendo no ir a votar.
El Partido Popular corre el riesgo de perder su identidad. Desde los tiempos de Luis Muñoz Marín su discurso ha sido de unión permanente con los Estados Unidos. Si la duda asoma basta con leer el Preámbulo de la Constitución de Puerto Rico o leer las palabras del mismo Muñoz en el Diario de Sesiones de la Convención Constituyente y la defensa de la ciudadanía americana para ver la sustancia ideológica del partido de la Pava. Es un pensamiento que Rafael Hernández Colón se encargó de darle continuidad, como lo evidencia el registro histórico.
Entre las cosas que habló Carmen Yulín están la doble ciudadanía y la libre asociación. Esta última apenas explicada al pueblo y de la que han dicho que se consigue cuando ambas partes se sienten en una mesa a negociar como iguales. Tamaña mentira, en una mesa de negociación entre Puerto Rico y Estados Unidos no habría negociación en un plano de igualdad; sería una pequeña isla de poco más de tres millones de habitantes con la potencia más grande de la historia. Ningún país del mundo tiene hoy capacidad para sentarse en una mesa de negociación con los Estados Unidos en un plano de igualdad.
Con la candidatura a la gobernación vienen otras cosas, pues ahora ella tendrá que hablar sobre los problemas cotidianos del puertorriqueño. Esto podría desnaturalizar su imagen siendo ella vista como una líder de continuos ataques a la estadidad, de alianzas con sectores independentistas, incluyendo a trasgresores de la ley y terroristas comprobados, y alérgicos al proceso democrático, como es el caso de Oscar López.
Su lado fuerte en la estrategia política son las alianzas que ha cultivado con el grupo Lgbtt y el independentismo desafiliado y anti PIP. Sin embargo, para ella el grupo religioso —grupo de considerable tamaño, fuerza e influencia dentro de la sociedad puertorriqueña— está fuera de toda consideración. Ambos grupos —Lgbtt y religiosos— coexisten dentro de nuestra sociedad y ambos, a su vez, están representados dentro de la estructura del PNP con asientos en las reuniones del Directorio.
De ser la candidata oficial el Partido Popular se vería, por primera vez en la historia, como anti Estados Unidos y ella estaría obligada a tomar posición sobre el Tribunal federal, las instituciones del gobierno federal en Puerto Rico, las Becas Pell, el ingreso de jóvenes a las fuerzas armadas, el uso del idioma inglés y su enseñanza en el sistema público, los fondos federales, la aplicación en Puerto Rico de legislación federal y la desigualdad en derechos del ciudadano americano que vive en Puerto Rico. Todos ellos valores políticos para el puertorriqueño.
Aun con el abandono en que se encuentra San Juan desde que Carmen Yulín es alcaldesa, no hay duda que se trata de un personaje folclórico y atractivo a los medios. Servir de entretenedora es su mayor activo, pero no suficiente para —en este momento— ganarle a Ricardo Rosselló, que con una cuenta poco abultada tiene a su haber mayores activos que la alcaldesa. Los retos son inmensos; y ahora ella deberá proveer respuestas veraces sobre lo que nunca antes se le había preguntado y que siempre nos ocultó.
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