Las soluciones para terminar la colonia son claras bajo el derecho internacional y en los informes del Congreso y Casa Blanca: la estadidad y la independencia. Esta última puede complementarse con acuerdos entre naciones independientes (libre asociación). Según el propio informe del presidente de Estados Unidos de 2011 (Informe Presidencial), “[l]a libre asociación es un tipo de independencia” pues, en cualquier momento, EE.UU. podría terminarla. El presidente del PPD, Héctor Ferrer, ha aceptado que la libre asociación es la independencia.
Líderes del PIP y otros del PPD han reconocido la validez de la consulta del 11 de junio y han hecho alianzas para respaldar la independencia/libre asociación. Creo importante no enfocarnos en los términos o nombres de las opciones, sino en sus características sustantivas. Empecemos por la ciudadanía.
Los nacidos en un estado tienen la ciudadanía americana como parte de sus derechos constitucionales. Los nacidos en Puerto Rico desde el 1917 tienen la ciudadanía americana por virtud de una ley federal que puede ser revocada por el Congreso (no es constitucional pues no somos estado). La independencia crearía una ciudadanía puertorriqueña para efectos internacionales que excluiría la ciudadanía americana aquí.
En la próxima consulta, la opción de libre asociación expresamente reconoce que “[b]ajo esta opción la ciudadanía estaría sujeta a negociación con el Gobierno de los Estados Unidos”. Pero, el Gobierno federal ya dijo que no nos daría la ciudadanía americana con la libre asociación. El Informe Presidencial dice expresamente que bajo la libre asociación, los puertorriqueños “no [serían] ciudadanos estadounidenses”. Entonces, no habría nada que “negociar” pues sería incompatible con la política de EE.UU. El exsecretario y legislador del PPD, Jorge Colberg, aceptó el mes pasado que con la libre asociación no tendríamos ciudadanía americana. Recientemente, Carmen Yulín aceptó que votaría por esta modalidad aún sin ciudanía americana.
Iván, la pregunta para ti y los que nos leen es, ¿estarías dispuesto a quitarles la ciudadanía americana a los nacidos en Puerto Rico? Esa es la pregunta. Para mí, la ciudadanía americana es mucho más que un lunar removible. Hoy, la ciudadanía americana es parte de nuestro patrimonio e historia que nos enorgullece.
Por: Lcdo. Ramón L. Rosario Cortés
Twitter: @SecAsuntosPR
Ramón, existen cuatro maneras de obtener la ciudadanía estadounidense y/o la de cualquier otro país. Esas son Ius sangunni, Ius soli, por pacto o mediante ley como es nuestro caso. También, existen acuerdos de reconocimiento recíproco de ciudadanías en los cuales dos o más países le reconocen libre tránsito y plenitud de derechos a los ciudadanos de otro país.
Como te he mencionado, para mí la ciudadanía estadounidense es análoga a un lunar que tengo en el pecho: nací con él, está ahí, algunas personas lo encuentran sexy y otras lo encuentran asqueroso; pero si me lo extirpan continuaré viviendo sin problema alguno. No obstante, como cientista político tengo que realizar que sobre el 90% de los puertorriqueños, por razones equivocadas, quieren mantenerla. Por error vinculan la misma al libre tránsito y a las ayudas federales. Aclarándote nuevamente que la libre asociación no es lo mismo que la independencia, tengo que reconocer que para que nuestro pueblo pueda adelantar y ratificar en las urnas un acuerdo de libre asociación con EE.UU., el mismo debe ser negociado y contener pactada dicha ciudadanía o, al menos, reconocimiento de reciprocidad de ambas ciudadanías. De la misma manera en que tú tendrías que ir al Congreso a negociar que te acepten como “estado”, yo tendría que ir a negociar que el pacto de asociación incluya la ciudadanía.
A los mercaderes del miedo que citas y a nuestros lectores les informo, que si cuando lean estas letras tienen “ciudadanía americana”, el Tribunal Supremo de Estados Unidos determinó en Afroyim v. Rusk que la ciudadanía americana no puede ser revocada unilateralmente por el Congreso estadounidense sin mediar el consentimiento del ciudadano. Imagínate, Don Juan Mari Brás trató de renunciar a ella y no pudo.
El informe federal de 2011 que mencionas incluyó esa errada expresión por motivo del cabildeo del maridaje estadista/estadista-light que dirigía el Partido Demócrata local entonces. He retado públicamente al presidente del PPD a que evidencie a base de las cuatro fuentes de Derecho Internacional la expresión que le citas. La demagogia de los “asustaos” del PPD no puede regir un proceso de descolonización y autodeterminación.
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