La libre asociación como quimera Por Mario Ramos

La libre asociación como quimera Por Mario Ramos

Bandera de Estados Unidos y Puerto Rico

The term “United States”, except as otherwise specifically herein provided, when used in a geographical sense, means the continental United States, Alaska, Hawaii, Puerto Rico, Guam, the Virgin Islands of the United States, and the Commonwealth of the Northern Mariana Islands. Inmigration and Naturalization Act. 8 USC 1101.

Como se ha planteado múltiples veces, la libre asociación es una figura nueva en el derecho internacional que se convierte en una alternativa reconocida por las Naciones Unidas a principios de la década del sesenta del siglo pasado. Distinto a la estadidad y la independencia que en el Caribe hispano comienzan como movimientos políticos a principios del siglo XIX y su edad histórica supera los doscientos años.

A partir de la década de 1980 comienzan a insertarle parchos para poder ganarse el favor del pueblo. Los fondos federales son incluidos, el libre tránsito, el pasaporte y, por supuesto, la ciudadanía americana. Se habla también del servicio de correos, y hasta hubo soñadores que plantearon la posibilidad de la guardia costanera. Han dicho que eso forma parte del pacto y que será objeto de negociación. Ambos términos usados de manera intercambiable cuando en realidad son distintos y no existe garantía alguna que Estados Unidos acceda a ese ejercicio de petición.

Sobre la ciudadanía hay un reconocimiento explícito de que el pueblo de Puerto Rico le tiene una alta estima. No se visualiza una vida sin ella, pues ya es parte de su personalidad cultural. Todos los sectores políticos la incluyen en sus propuestas y la defienden y hay un reconocimiento general de la importancia que tiene para el puertorriqueño. Desde la misma Ley Foraker en 1900 se abogó por ella y no fue hasta 1917 que se legisló para que los puertorriqueños la tuvieran.

Desde 1989, cuando se dio aquel proceso congresional para celebrar un plebiscito en Puerto Rico y que fue producto de un mensaje que el presidente de los Estados Unidos, George H. Bush dio ante el Congreso, todas las vistas que se han celebrado en Washington y en Puerto Rico para decidir su futuro político han incluido la ciudadanía americana. Los líderes de las alternativas que proponen la separación así lo han planteado.

Muchos de los que favorecen esta alternativa, que es más conceptual que concreta y que no plantea en lo absoluto los problemas vitales del puertorriqueño de carne y hueso en esta sociedad del siglo XXI, vienen de las filas del Partido Popular, y muchas de las cosas que proponen ya están incluidas en la actual condición política de Puerto Rico: fondos federales, la misma ciudadanía americana y la participación en todos los tratados internacionales de los Estados Unidos. Por lo que se desprende que es una fobia a la nación en extremo infundada.

Sobre la ciudadanía, el Inmigration and Naturalization Act, creado en 1952 y con enmiendas posteriores, especifica los lugares donde se adquiere por nacimiento: los estados y los territorios como Puerto Rico, Islas Vírgenes, Guam y las islas Mariana del Norte. En una ocasión incluía una cláusula referente al Canal de Panamá.

La versión final del proyecto presentado por Steny Hoyer, Raúl Grijalva, Nydia Velázquez, Alexandra Ocasio Cortés y Jenniffer González para resolver el asunto del estatus político de Puerto Rico limita la ciudadanía americana, pues solo se obtendría durante el primer pacto y que la persona sea hijo de dos personas con la ciudadanía de los Estados Unidos.

La libre asociación adolece de muchas cosas y deja en el aire al pueblo. Todo se basa en una negociación y sus líderes dan por sentado que en la mesa -donde jamás negociarán entre iguales- se conseguirá todo lo que propongan. Es una falacia, por no decir un engaño, decirle eso a los puertorriqueños. Mientras a nivel doméstico los principios de la nación son los derechos que de la constitución emanan y que garantiza las libertades del individuo y el sistema democrático, en su política exterior todo es tratado a base de los mejores intereses de los Estados Unidos.

Fuera de las fronteras nacionales las relaciones son de intereses y no hay derechos de ninguna clase y toda ayuda -si alguna- es por petición; dentro y entre iguales como un estado de la Unión, el derecho a exigir con la espada del voto, la representación congresional en igualdad de condiciones y la soberanía estatal como defensa contra posibles caprichos del gobierno federal es la única alternativa práctica para el mejor bienestar de los ciudadanos americanos puertorriqueños que continúan viviendo en condición de desigualdad frente a sus hermanos conciudadanos de los estados.

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Mario Ramos Méndez

Mario Ramos, Historiador

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