El National Security Archive acaba de publicar material desclasificado sobre los días de octubre de 1962, cuando el mundo estuvo más cerca que nunca de una guerra nuclear entre los Estados Unidos y la extinta Unión Soviética. Submarinos soviéticos y barcos de la armada americana se encontraron frente a frente en aguas cercanas a Cuba. El capitán Valentin Savitsky, del submarino B29, uno de los cuatro submarinos que navegaban el área, creyó que la guerra había comenzado y se disponía a dar la orden de disparar un torpedo nuclear contra uno de los barcos.
Los barcos americanos no tenían la intención de atacar, pero dentro de esta vorágine los submarinos rusos, por sentirse rodeados, estaban preparados para que comenzara el Armagedón nuclear, que en estos días cumplió sesenta años. Fue el capitán de brigada Vasily Arkhipov quien convenció a Savitsky de que no tomara esa descabellada decisión, que nos hubiera llevado a la desaparición de todo el planeta.
Cuando el submarino B29 sube a la superficie para recargar sus baterías, se encuentra con los barcos americanos y aviones de combate volando por el área, pasando sobre ellos a una distancia entre veinte a treinta metros de altura. Aunque no había la intención de ser atacados, Savitsky y Arkhipov vieron cómo cañones apuntaban hacia el navío soviético y bombas antisubmarinos eran lanzadas al agua. La idea de sumergirse y disparar los torpedos nucleares era una idea por ejecutarse, pero la sensatez llegó a tiempo.
Ambos oficiales soviéticos suben a la torre del submarino y reciben señales desde los barcos americanos. Fue entonces que Arkhipov convenció a Savitsky —que por su desidia siempre creyó que la guerra había comenzado— de que no había peligro de confrontación. En el cuarto de los torpedos había un oficial esperando la orden de disparo, pero agraciadamente nunca llegó. Al otro día, luego que las tensiones se habían relajado, el submarino B29 se sumergió y junto a los otros cuatro siguió su curso, quién sabe a dónde. Años después, el 14 de octubre de 1997, Arkhipov hizo un recuento de los hechos en una conferencia sobre la crisis, celebrada en Moscú.
La Crisis de los Misiles de Cuba, como se le llama en los Estados Unidos —en Rusia se conoce como Crisis del Caribe y en Cuba como Crisis de Octubre— fue de carácter diplomática, pero con la probabilidad real de terminar en una conflagración nuclear. Todo comenzó cuando entre 1958 y 1959 el presidente Dwight D. Eisenhower dio instrucciones que se instalaran misiles balísticos con material nuclear en Italia y Turquía para detener la amenaza soviética que daba claras señales de expansión militar y geoestratégica.
Las tensiones entre los Estados Unidos y Cuba comienzan cuando se aprueba la Reforma Agraria, donde expropian propiedades de los intereses americanos sin compensación alguna. La respuesta fue buscar la manera de derrocar el régimen cubano, que ya daba claras señales de que estaba conducido por comunistas. La estrategia “comprendía el bloqueo económico, propaganda contrarrevolucionaria, fomento y apoyo de grupos armados dentro de Cuba contrarios al nuevo gobierno de Fidel Castro, sabotajes a instalaciones económicas y civiles, filtración de espías; ataques piratas, quemas de campos de caña de azúcar, intentos de asesinato a sus principales líderes; violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra estadounidenses. Y, finalmente, poner en marcha un plan para invadir militarmente la isla utilizando exiliados cubanos y mercenarios latinoamericanos”.
Poco antes de la instalación de los misiles en Cuba, Estados Unidos había recibido información de que la Unión Soviética había tomado la decisión de instalar los misiles nucleares en la isla. Por un avión U-2, que tomó fotos de las instalaciones, donde se distinguían cilindros para guardar el armamento nuclear, fue que confirmaron lo que había recopilado su sistema de inteligencia. A partir de ese momento, la temperatura subió a niveles insospechados.
Al final Khrushchev lanzó un ramo de olivo a los Estados Unidos. Retiraría el armamento nuclear de Cuba con condiciones: que sacaran los cohetes de Turquía e Italia y comprometerse a nunca invadir Cuba. En conversación telefónica —recientemente desclasificada— entre Kennedy y Eisenhower, este último le indicó que aceptara la oferta sobre Cuba, porque no representaba una amenaza, pero que nunca retirara los cohetes de Turquía. De todo esto podemos colegir, que la sensatez de un militar soviético salvó al planeta de una guerra nuclear donde la humanidad entera hubiera perdido.
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