Rubén Berrios
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Me sorprendió que Rubén Berríos diera un discurso sobre Juan Mari Bras. El más grande líder de la independencia de los últimos sesenta años demostró que en su estirpe moral anidan los más altos valores humanos. En su alma no existe rencor, ingratitud, odio ni mezquindad. Al contrario, solo el amor al prójimo, la gratitud, la honradez intelectual como brújula vital y la solidaridad en el dolor, como lo ha hecho con algunos adversarios políticos.

El discurso pronunciado en la Facultad de Derecho de la UPR es una apretada síntesis de la historia del movimiento independentista y de manera particular de la vida política de Juan Mari Bras, a quien compara con las figuras de Betances, Hostos, de Diego, Albizu Campos y Gilberto Concepción de Gracia, y a quien distingue como su amigo personal y hermano en la lucha por la independencia de su patria.

Rubén Berríos pasó por alto las innumerables estrategias fallidas de Juan Mari Bras, como hacer causa común con el Partido Popular en las elecciones de 1980 —lo que históricamente se conoce como “melonismo”— afirmando a principios de la década de los ochenta que a través de la autonomía se llega a la independencia, idea que luego el Partido Popular descartó por la Libre Asociación. La creencia de que existe una ciudadanía puertorriqueña comparable jurídicamente con la de los Estados Unidos y que su alegato ante el Tribunal Supremo de Puerto Rico sirvió para que en la opinión mayoritaria el Juez Jaime Fuster hiciera una apología del Estado Libre Asociado, señalando poderes que luego Sánchez Valle, Aurelius y Vaello-Madero destrozan.

Las estrategias de envergadura de Juan Mari Bras podemos decir que comienzan a principios de la década del sesenta con la llegada de Fidel Castro al poder. El triunfo de la revolución cubana deslumbró a muchos en Puerto Rico. De inmediato se hicieron los acercamientos con el gobierno revolucionario y el independentismo encontró su mejor aliado en la historia para llevar la independencia al Comité de Descolonización de las Naciones Unidas.

Mientras el Partido Independentista Puertorriqueño, que es un movimiento realmente político y no folclórico, elaboraba sus estrategias, Juan Mari Bras, Carlos Gallisá y otros —como miembros del Partido Socialista— veían al movimiento obrero como una punta de lanza hacia la independencia. Las grandes huelgas de los años setenta laceraron la imagen del sindicalismo y no adelantaron un ápice la causa de la independencia. Ese periodo se distinguió por el sectarismo dentro de ese movimiento político, donde los grupos pequeños eran islas apartes y alejadas —a veces en discordia— del liderato de Rubén.

Igual ocurrió con el caso del Cerro Maravilla, donde la pistola de humo que supuestamente existía nunca apareció. Los culpables por los asesinatos y el encubrimiento fueron los mismos policías involucrados y varios fiscales del Departamento de Justicia. Nada de eso adelantó la independencia, sin embargo, en silencio y con honrada convicción, Rubén Berríos hacía contactos a nivel internacional para adelantar su causa. Uno de sus mayores logros fue que el Partido Independentista Puertorriqueño fuera miembro de la Internacional Socialista, una organización fundada en 1951, que reúne a los partidos socialdemócratas, socialistas y laboristas de todo el mundo.Lo que realmente quieren

Sin embargo, aún con sus sombras, Juan Mari Bras tuvo algunas luces, y Rubén las reconoce y las exalta. Le enseñó al independentismo a marchar por las causas que cree y acuñó la frase “Despierta boricua, defiende lo tuyo”. A nivel internacional fue importante su aportación a la Resolución 1514 y 1541 de las Naciones Unidas, y su relación estrecha con Ricardo Alarcón, embajador de Cuba en Naciones Unidas, fue clave para defender y postular la independencia.

Al final del discurso, tal vez tomando en cuenta a su amigo, Rubén plantea una nueva estrategia que permita a los que no creen en la independencia respaldar un gobernador independentista comprometido con la descolonización, la independencia y con forzar a los Estados Unidos “a enfrentar su obligación moral”. Por lo celoso que él es con su partido, es claro que su estrategia está condicionada a que el candidato debe ser del Partido Independentista Puertorriqueño.

El discurso de Rubén Berríos viene antecedido por el que diera en el Festival Claridad, donde también elogia a su compañero de luchas y hace un esbozo sobre la actualidad independentista.

Ambos discursos se entrelazan y son lectura obligada para entender nuestra vorágine política, expuesta por uno de los más grandes líderes políticos de nuestra historia, discípulo de José Martí, y que solo habla haciendo.