Méndez v. Westminster – Por Mario Ramos Méndez, Historiador     

OPINIÓN

Méndez v. Westminster  Mario Ramos Méndez, Historiador     09/12/2022

mendez vs westminster

Cuando en 1943, Sylvia Méndez fue llevada a la escuela elemental del distrito escolar de Westminster, en California, comenzaba uno de los casos que es punto de referencia en la historia constitucional de los Estados Unidos. Apenas con ocho años, su intención de matricularse para cursar los estudios primarios fue rechazada por razones étnicas, raciales y de idioma; esta última debatible porque su medio social era en el área donde sita la institución educativa donde sus padres querían que estudiara.

Su padre tomó la decisión de contratar al abogado David Marcus para que incoara un caso contra la junta escolar y este usó como alegato que lo que se había dado era una segregación por asuntos étnicos, aunque no incluyó el elemento de discrimen. La junta escolar creó escuelas únicamente para mexicanos y otras para blancos. Sylvia Méndez le fue denegada su solicitud de matrícula en una escuela donde el estudiantado era de extracción caucásica y la recomendación de los directores fue ir a la que estaba compuesta por personas de su etnia.

La razón para estudiar en la escuela compuesta por blancos era porque le quedaba más cerca de su casa. La segregación que se había dado en ese distrito escolar era que los centros escolares estarían divididos por etnias, siendo la mexicana la que dominaba por abrumadora mayoría. Sin embargo, la evidencia hería la retina, pues en parte esa política estaba fundamentada en el caso Plessy v. Ferguson que estableció la doctrina de “separados, pero iguales”. Los maestros que impartían clases en las aulas de los mexicanos-americanos, tenían un salario de $960 anuales, y su contraparte en las escuelas de los blancos $1,040, lo que constituía un claro discrimen étnico.

La corte de distrito de los Estados Unidos decidió a favor de Sylvia Méndez, pero la junta de distrito de Westminster apeló al noveno circuito apelativo y este decidió a favor de la niña, planteando que aunque la segregación no fue por motivo de raza, se había implementado sin autoridad en ley alguna y constituía una decisión inadmisible, independientemente de la doctrina del caso de Plessy.

La decisión de la corte de distrito fue una noticia que creó un remezón en California y en todo los Estados Unidos. Muchos periódicos le dedicaron portadas al caso. Tal fue Los Angeles Times: “Ruling gives mexican children equal rights”. Los afroamericanos recibieron la noticia con agrado, pues su lucha apenas comenzaba y a partir de la década de los sesenta, Martin Luther King —Premio Nobel de la Paz, en 1964— levantaría la bandera de la igualdad para reclamar los derechos que no tenía y que solo eran de uso y disfrute de los blancos.

El gobernador de California, el republicano Earl Warren, siete años después como juez presidente del Tribunal Supremo, decidiría el caso de Brown v. Board of Education que declaró inconstitucional la segregación racial en las escuelas de la nación. El alegato del abogado de Linda Brown, Thurgood Marshall, era que violaba la igual protección de las leyes. Por su parte, el abogado de la junta de Educación alegaba que el estado tenía el poder para tratar sus asuntos internos. La igualdad en derechos ganó sobre la soberanía de los estados.

El caso Méndez jalona la historia de Estados Unidos, pues la era donde las minorías alcanzarían la igualdad en derechos comenzaba, llegando hasta 2015 con el caso de Obergefell v. Hodges. Es un caso normativo que logró que la hija del mexicano Gonzalo Méndez y de la puertorriqueña nacida en Juncos, Felícita Gómez, fuera tratada como ciudadana de primera clase como el resto de la nación.

Gran parte de esta historia la narra Phillippa Strum en su seminal libro, Méndez v. Westminster: school desegregation and the mexican-american rights, bajo el programa de Landmark Law Cases and American Society. Lectura obligada que todo puertorriqueño debería leer, e internalizar que el logro de la igualdad política —como lo hizo Sylvia Méndez— solo se logra con la lucha continua para su eventual consecución.

Por la histórica repercusión del caso, en 2007 el servicio postal de los Estados Unidos emitió un sello conmemorativo de los sesenta años titulado: Méndez v Westminster: toward equality in our schools. Y en 2011, el presidente Barack Obama le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad, la más alta condecoración dada a un ciudadano en tiempos de paz.

Sylvia Méndez es un hito en la historia de nuestra nación, ejemplo de perseverancia en la lucha y conquista de la igualdad en derechos.

mendez vs westminster

Cuando en 1943, Sylvia Méndez fue llevada a la escuela elemental del distrito escolar de Westminster, en California, comenzaba uno de los casos que es punto de referencia en la historia constitucional de los Estados Unidos. Apenas con ocho años, su intención de matricularse para cursar los estudios primarios fue rechazada por razones étnicas, raciales y de idioma; esta última debatible porque su medio social era en el área donde sita la institución educativa donde sus padres querían que estudiara.

Su padre tomó la decisión de contratar al abogado David Marcus para que incoara un caso contra la junta escolar y este usó como alegato que lo que se había dado era una segregación por asuntos étnicos, aunque no incluyó el elemento de discrimen. La junta escolar creó escuelas únicamente para mexicanos y otras para blancos. Sylvia Méndez le fue denegada su solicitud de matrícula en una escuela donde el estudiantado era de extracción caucásica y la recomendación de los directores fue ir a la que estaba compuesta por personas de su etnia.

La razón para estudiar en la escuela compuesta por blancos era porque le quedaba más cerca de su casa. La segregación que se había dado en ese distrito escolar era que los centros escolares estarían divididos por etnias, siendo la mexicana la que dominaba por abrumadora mayoría. Sin embargo, la evidencia hería la retina, pues en parte esa política estaba fundamentada en el caso Plessy v. Ferguson que estableció la doctrina de “separados, pero iguales”. Los maestros que impartían clases en las aulas de los mexicanos-americanos, tenían un salario de $960 anuales, y su contraparte en las escuelas de los blancos $1,040, lo que constituía un claro discrimen étnico.

La corte de distrito de los Estados Unidos decidió a favor de Sylvia Méndez, pero la junta de distrito de Westminster apeló al noveno circuito apelativo y este decidió a favor de la niña, planteando que aunque la segregación no fue por motivo de raza, se había implementado sin autoridad en ley alguna y constituía una decisión inadmisible, independientemente de la doctrina del caso de Plessy.

La decisión de la corte de distrito fue una noticia que creó un remezón en California y en todo los Estados Unidos. Muchos periódicos le dedicaron portadas al caso. Tal fue Los Angeles Times: “Ruling gives mexican children equal rights”. Los afroamericanos recibieron la noticia con agrado, pues su lucha apenas comenzaba y a partir de la década de los sesenta, Martin Luther King —Premio Nobel de la Paz, en 1964— levantaría la bandera de la igualdad para reclamar los derechos que no tenía y que solo eran de uso y disfrute de los blancos.

El gobernador de California, el republicano Earl Warren, siete años después como juez presidente del Tribunal Supremo, decidiría el caso de Brown v. Board of Education que declaró inconstitucional la segregación racial en las escuelas de la nación. El alegato del abogado de Linda Brown, Thurgood Marshall, era que violaba la igual protección de las leyes. Por su parte, el abogado de la junta de Educación alegaba que el estado tenía el poder para tratar sus asuntos internos. La igualdad en derechos ganó sobre la soberanía de los estados.

El caso Méndez jalona la historia de Estados Unidos, pues la era donde las minorías alcanzarían la igualdad en derechos comenzaba, llegando hasta 2015 con el caso de Obergefell v. Hodges. Es un caso normativo que logró que la hija del mexicano Gonzalo Méndez y de la puertorriqueña nacida en Juncos, Felícita Gómez, fuera tratada como ciudadana de primera clase como el resto de la nación.

Gran parte de esta historia la narra Phillippa Strum en su seminal libro, Méndez v. Westminster: school desegregation and the mexican-american rights, bajo el programa de Landmark Law Cases and American Society. Lectura obligada que todo puertorriqueño debería leer, e internalizar que el logro de la igualdad política —como lo hizo Sylvia Méndez— solo se logra con la lucha continua para su eventual consecución.

Por la histórica repercusión del caso, en 2007 el servicio postal de los Estados Unidos emitió un sello conmemorativo de los sesenta años titulado: Méndez v Westminster: toward equality in our schools. Y en 2011, el presidente Barack Obama le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad, la más alta condecoración dada a un ciudadano en tiempos de paz.

Sylvia Méndez es un hito en la historia de nuestra nación, ejemplo de perseverancia en la lucha y conquista de la igualdad en derechos.

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