¿Volverá Alejandro García Padilla? – Por Carlos Díaz Olivo

domingo, 22 de enero de 2023
¿Volverá Alejandro García Padilla? – Por Carlos Díaz Olivo

Como resultado del interés anunciado por Pablo José Hernández Rivera de aspirar al cargo de comisionado residente en Washington, se ha avivado la interrogante de quién será la persona que encabezará el ofrecimiento electoral del Partido Popular Democrático (PPD) en los próximos comicios generales. El mismo día del anuncio de Hernández Rivera, la alcaldesa de Morovis, Carmen Maldonado González, divulgó su candidatura a la presidencia de la colectividad y reiteró su interés de aspirar a la gobernación.

Además de Maldonado González, de una manera u otra, han manifestado interés en el cargo José Luis Dalmau, Juan Zaragoza, Jesús Manuel Ortiz y Luis Javier Hernández. A pesar de existir cinco alternativas, hasta el presente ninguno de los proclamados o mencionados potenciales aspirantes ha logrado generar entusiasmo ni posicionarse como figura dominante para convertirse en abanderado del PPD en el 2024.

Jorge Colberg Toro, estratega y conocedor de las interioridades de este partido, afirmó recientemente que, en lo concerniente a la candidatura a gobernador al presente no están todos los que son, ni son todos los que están. Con esta expresión sugirió que podría surgir en el firmamento político popular otra figura que finalmente se quede con la importante candidatura.

Es en este contexto que resurge el nombre de su amigo Alejandro García Padilla. Luego de la derrota del PPD en 2020, al exgobernador se le mencionó como la persona que debería hacerse cargo de esa colectividad. García Padilla, en ese momento, optó por no hacerse disponible.

Sin embargo, el exgobernador no se quitó del todo. Mantuvo y mantiene presencia mediática activa, ocupándose de que su nombre no se borre de la memoria colectiva. La inserción de Pablo José Hernández en el proceso electoral provoca que la figura del exgobernador, por lo bajo y no tan bajo, vuelva a mencionarse como pieza idónea para “cuadrar” la papeleta del PPD para el 2024.

A García Padilla le sobre carisma y simpatía, algo de lo que adolecen los “que están” en la contienda. Por su reconocimiento público puede darse el lujo de hacer una entrada tardía al proceso, algo que resultaría imposible para una figura nueva y desconocida. Alejandro posee acceso directo a las fuerzas económicas que financian campañas y esfuerzos del Partido Popular. Muchos de los cuales, casualmente, apoyan también a Pablo José. En términos ideológicos, tanto García Padilla como Hernández Rivera, pertenecen al sector más conservador del PPD. Por consiguiente, no existe impedimento en la compaginación de sus respectivas candidaturas.

Uno de los interesados en la posición de la gobernación, Jesús Manuel Ortiz, difícilmente enfrentaría al exgobernador, a quien ayudó y sirvió. Los demás aspirantes, independientemente de sus haberes, no son competencia para García Padilla. Sin embargo, sus problemas mayores le esperan fuera del PPD.

Alejandro está invicto en los procesos electorales en los que ha participado. Se retiró voluntariamente de la gobernación, aunque es cierto que tomó la dedición de no buscar la reelección cuando sus negativos electorales lucían insuperables. Como primer ejecutivo, no proyectó madurez, destrezas administrativas ni agarre profundo de las complejidades de la administración pública. Su infame “me vale” fue uno de los catalíticos que acentuó la pérdida de confianza de los mercados con Puerto Rico y aceleró la quiebra definitiva del gobierno. Como resultado, para el pueblo, los recuerdos de sus ejecutorias en La Fortaleza positivos no son.

Es igualmente cierto que a García Padilla las cosas le van bien fuera de la política activa. Participa de los asuntos públicos desde una posición de comodidad y distancia. Ha sabido utilizar sus conexiones y accesos. Disfruta de paz económica. Va a donde quiere y con quien quiere sin tener que rendir cuentas y explicaciones. En ese espacio de comodidad sublime, qué sentido tiene retornar a la vida ingrata de la política. La respuesta es sencilla: le gusta la política, le gusta ser reconocido y vitoreado. Además, se quedó con la espinita de no haber procurado la reelección.

Si la decisión hubiese que tomarla hoy, García Padilla permanecería en la complacencia de su comodidad. Pero, de aquí a diciembre, si las cosas siguen como están en el PPD y las posibilidades electorales de Pedro Pierlusi y el Partido Nuevo Progresista se complican, que nadie se sorprenda si García Padilla decide, como pregonaba el tango viejo, volver.

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