El primer error de Jenniffer – Por Mario Ramos Méndez, Historiador   

(Diferimos del amigo historiador en que Puerto Rico necesita un Líder aglutinador, porque entendemos que Pedro Pierluisi lo es. Pierluisi tiene experiencia, preparación, carácter, honestidad, sencilles, sinceridad, dedicación trabajando 7 días y 17 horas diarias totalmente dedicado a lo Mejor para Puerto Rico.
Recordemos que que la Gobernación a estado bajo fuego político en TODO, con la Legislatura oponiéndose a todo.
Yo que estuve 3 décadas cercano a don Luis A. Ferré entiendo que Pierluisi se parece mucho a Ferré. – Pompy González)
OPINIÓN

El primer error de Jenniffer

El día que Jenniffer González llegó al Capitolio para una vista en la Comisión Anticorrupción e Integridad Pública que preside el representante Héctor Ferrer, muchos esperábamos ver a una futura líder de Puerto Rico. Las expectativas eran que una mujer de temple y carácter, con capacidad de trascender líneas partidistas y unir al pueblo estaría deponiendo ante una comisión presidida por una persona que, mucho antes de las pasadas elecciones, dijo que votaría por ella.

Tan pronto ella llegó, un grupo de representantes del PNP la acompañó y convirtieron el salón de audiencias en una actividad partidista donde la solemnidad que se supone exista dentro de ese edificio de mármol —que ha sido albergue de decenas de puertorriqueños ilustres como José Celso Barbosa, José de Diego, Antonio R. Barceló, Santiago Iglesias Pantín, Rafael Martínez Nadal, Miguel Ángel García Méndez, Luis Muñoz Marín, Ernesto Ramos Antonini, Samuel R. Quiñones, Rafael Hernández Colón, Ángel Viera Martínez, Luis A. Ferré, Roberto Rexach Benítez, Kenneth McClintock y José Aponte Hernández, entre muchos otros—, fue pasada por alto.

El estilo desentonado de Jenniffer González fue aplaudido por el sector más recalcitrante del PNP, algo que también lo tienen todos los partidos políticos; el corazón del rollo, que se caracteriza por ver con pasión proselitista todo asunto donde su partido esté inmerso y que reaccionan de manera visceral ante la más tenue crítica hecha por el adversario, o de una disidencia interna que surge en el ejercicio de su derecho fundamental a expresarse y asociarse libremente.

Su estrategia fue la de establecer y proyectar una imagen fuerte y agresiva en un ambiente político caldeado de polarización para conseguir respaldo entre los estadistas. Así desviaba la atención del propósito de la vista que era evidenciar la afirmación o acusación pública de que el gobierno de Pedro Pierluisi persigue y discrimina contra los estadistas que, según ella, la respaldan. Esto sí lo logró, porque en su muy pensado montaje histriónico desvirtuó la vista, logró crear un tumulto y descarriló la obtención de una explicación que diera sustancia a su acusación.

Sin embargo, para sorpresa de muchos, Jenniffer González sí admitió que no le constaba lo que había dicho, que no sabía si era cierto, que no había aconsejado ni sugerido a ninguno de los supuestos discriminados a valerse de una ley que prohíbe y castiga el discrimen político —como la muy importante Ley 100, que es el instrumento legal de gran parte de la Carta de Derechos de nuestra Constitución—, que no los conoce ni, mucho menos, le consta quiénes son.

Ahora bien, ¿por qué Jenniffer no admitió ni aclaró eso antes? ¿Por qué siguió explotando el asunto para su beneficio político? ¿Por qué cuando convocaron la vista no explicó que en realidad ella no sabía nada? Porque eso hubiera hecho la vista innecesaria y ella se hubiera quedado sin escenario público y gratis para su montaje y proyección política.

En un recinto como la Cámara de Representantes, donde la misma Jenniffer González fue representante y su presidenta, fue decepcionante ver a una persona en la que todos teníamos la esperanza de que sería la líder que trascendería la polarización agria y reaccionaria que padecemos los puertorriqueños de parte de grupos políticos con estilos toscos y obsoletos, cuya conducta se ha reafirmado por décadas

Cuando Pedro Rosselló ganó la gobernación en 1992 muchos de los que votaron por él fue porque vieron que era un líder que trascendía las históricas fronteras políticas, que tanto han incidido en cancelar las propuestas que cada cuatro años los partidos políticos le hacen al pueblo. Su programa de gobierno fue único y adelantado a su tiempo. Estableció programas que han durado años y que se espera no caduquen en décadas, aunque al final la corrupción se tragara toda su administración y su imagen quedara lacerada para siempre.

Igual pasó años antes con Don Luis Ferré. Su figura fresca, su proyección de sinceridad y entera credibilidad trascendieron las líneas partidistas y eso le dio la confianza al pueblo para que votaran por él. Fue una campaña ingeniosa que catapultó a La Fortaleza al primer gobernador estadista y que estableció el sistema de dos partidos en Puerto Rico, que no se veía desde antes de las elecciones de 1940.

Lo que hace días vimos en Jenniffer González nos hace pensar que el líder que pudiera trascender las tradicionales fronteras políticas y unir al pueblo, tal vez, está a décadas de distancia de nosotros.

 

OPINIÓN

Jenniffer vs. Pierluisi

Jenniffer González, Pedro Pierluisi, Darren Soto

Mientras la consigna de Jenniffer González en su carrera para la gobernación es “aquí no hay miedo”, tal parece que la de Pedro Pierluisi es “aquí no se rinde nadie.” Todo producto de la argumentación y contraargumentación que de manera indirecta ambos líderes se lanzan. La última refriega verbal se dio en una actividad en Añasco organizada por un grupo de apoyo a la comisionada residente.

Desde el domingo pasado se sienten aires de una primaria para la gobernación por el PNP. Ambos líderes —Jenniffer y Pierluisi— tienen sus equipos de campaña organizados, y líderes locales y de barrio trabajando por ellos. El gobernador la aventaja por ser el presidente del partido y tener a su disposición toda la organización política a su alcance; secretaría, comisionado electoral, las organizaciones de la juventud, las mujeres y los servidores públicos. Por lo menos en el papel, este último en específico, por estar dentro de la nomenclatura de la colectividad, de una manera u otra, lo beneficia.

Los alcaldes son un sector importante, tal vez el de mayor importancia desde el punto de vista político dentro de un partido. Son los más cercanos al elector en la prestación de servicios. Su organización es compacta y los líderes de barrio y de sectores, y los funcionarios de colegios coinciden mucho con el alcalde al transitar por las vías públicas municipales. Eso hace que el alcalde tenga siempre el oído en tierra. Si respalda a uno, pero la calle lo contradice en percepción y apoyo permanecerá en estado de imparcialidad para evitar daño a su figura.

Ambos líderes tienen acceso a los medios. Es una ventaja que reciben por la posición que ocupan. En el caso de Jenniffer, fue Carlos Romero Barceló quien —como hizo con la posición de alcalde de San Juan— le dio una dimensión e importancia a la comisaría residente que nunca había tenido, pues antes, el ocupar ese puesto era equivalente a exiliarse en la capital federal. Hoy es la antesala a la candidatura a la gobernación

Jenniffer González ha dado indicios de que aspirará a la gobernación. No creo que eso sea un mero tanteo. De serlo giraría en contra de su credibilidad porque el saldo neto es que la verían como una líder débil, lo que afectaría su imagen para aspiraciones futuras. Esto significa que ya debe tener la gente que la ayudará en su campaña; líderes de pueblo y de barrios, funcionarios electorales y movilizadores. Pero, siendo Pierluisi el presidente del partido y el gobernador, ¿podrá ella tener éxito en sus aspiraciones? Veamos la historia.

En 2008 se celebró una primaria entre Pedro Rosselló y Luis Fortuño. El primero era el presidente del PNP y controlaba toda la estructura y el segundo el comisionado residente y el retador. En tiempo récord Fortuño recogió todos los endosos, reclutó a todos los funcionarios de colegios, a los movilizadores, a líderes de barrios y a varios alcaldes. Al final ganó abrumadoramente. Sin embargo, el antirrossellismo ya había echado raíces dentro de ese partido. Lo que no se puede decir lo mismo contra Pedro Pierluisi.

En 2016 se celebró otra primaria para la gobernación. Los contrincantes fueron Pedro Pierluisi y Ricky Rosselló. Este último, que ya demostraba su amoralidad sobre todo asunto humano, fue el ganador gracias a una campaña de obstaculización contra todo líder que no lo respaldara, y de erosionar a su antojo la institución de su partido. Pierluisi era el presidente, como Pedro Rosselló en 2008, pero no perdió por haber un antipierluisismo. Los resultados se debieron a que no votó la cantidad de personas que esperaban.

Ese tracto histórico, a primera vista, favorece a Jenniffer González, y hay que ver si se repite, pues como dijo Maquiavelo en sus Cartas Familiares: “Me parece que todos los tiempos vuelven y que nosotros somos siempre los mismos.” Sin embargo, el retorno histórico se da por virtud de la naturaleza humana, no porque sea parte de una ley histórica de los pueblos que padecen las luchas de poder, pues el ser humano siempre es el mismo en todo tiempo y lugar.

Aún con el peso de la historia reciente, Jenniffer González no las tiene todas consigo. Le favorece que hay sectores dentro del PNP un poco decepcionados con el gobernador por múltiples razones. Sin embargo, sería la primera vez que se reta a un presidente del PNP que, a su vez, es el gobernador, y esa coyuntura no le será fácil a la comisionada.

Mario Ramos, Historiador

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