Cuentas claras en el PPD – Eduardo Bhatia en El Nuevo Día

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Eduardo Bhatia

Cuentas claras en el PPD

En ese mundo político de mucha “tiraera” y acusaciones infantiles a tutiplén, ahora resulta que para algunos necios el responsable de la derrota del PPD en la pasada elección fui yo. Usualmente no atendería semejante estupidez, por lo absurda que es y porque hace tiempo pasé la página, pero creo que esta vez es menester enfrentar esos ataques y mentiras, aclarar el récord y dejar las cuentas claras en el PPD.

Por alguna razón, en el equipo que manejaba el PPD en el 2020 se fue acomodando gente peligrosa de las agencias de gobierno con sed de venganza y mucho odio; personas que sustituían la razón por emociones irracionales, el atropello, la humillación y el ataque infundado. Se inventaban historias y chismes y vivían en un mundo paralelo donde la vergüenza, los principios y la honradez no tienen espacio. Con sus actuaciones perversas, convirtieron gran parte del glorioso Himno de la Vergüenza en letra muerta.

La lección es clara: el PPD abandonó su razón de ser en el 2020 y tuvo el peor desempeño político en su historia. Los votos estaban ahí. Pero a cientos de miles de puertorriqueños los excluyeron, maltrataron y menospreciaron, escribe Eduardo A. Bhatia Gautier.La lección es clara: el PPD abandonó su razón de ser en el 2020 y tuvo el peor desempeño político en su historia. Los votos estaban ahí. Pero a cientos de miles de puertorriqueños los excluyeron, maltrataron y menospreciaron, escribe Eduardo A. Bhatia Gautier. (Archivo)

Cualquier planteamiento serio en el PPD se convertía en una burla, en un tema en las redes sociales totalmente sacado de proporción y lleno del más amplio y superficial cinismo. Yo no soy ingenuo y sé que en el mundo político eso pasa. Pero la proporción de lo que muchos hemos vivido y sentido es insólita. La confianza, el respeto intelectual, el sentido de equipo y hasta el cariño que algunos nos teníamos por años en la “gran familia popular” fueron sustituidos por comportamientos infantiles llenos de vulgaridad, mentiras y puñaladas en la espalda. Muñoz Marín y Doña Inés hubieran salido corriendo de ese PPD.

Pues la narrativa más reciente de esos mismos es culparme a mí por la derrota de Charlie Delgado. ¡Por amor a Dios! He dado mi vida y me he sacrificado por las causas públicas de Puerto Rico y las luchas del PPD durante más de 30 años. Hasta el 2020, junto a gigantes como Luis Muñoz Marín, Samuel R. Quiñones, Rafael Hernández Colón, Juan Cancel Ríos, Miguel Hernández Agosto y Antonio Fas Alzamora, tuve el honor de haber sido uno de sólo siete populares en haber presidido el Senado de Puerto Rico en 100 años.

Más de un cuarto de siglo aportando día y noche y asumiendo el trabajo político que nadie más quería hacer. Desde los barrios de San Juan y a través de comunidades pobres en los 78 pueblos de Puerto Rico, en el complejo mundo financiero y las Naciones Unidas en Nueva York, en cuanta oficina federal hay en Washington DC, en comunidades boricuas en todos los Estados Unidos y en foros académicos en el mundo entero dije presente para representar y defender los valores democráticos y de justicia social y las luchas autonomistas del PPD. ¿Quién hace ese trabajo hoy? Probablemente nadie porque no entienden su importancia.

Quería ser gobernador para continuar esas luchas por el país desde una posición de mayor alcance. Me sometí a una primaria histórica y no salí favorecido. Anuncié el mismo 16 de agosto de 2020 mi apoyo al alcalde Charlie Delgado y le expresé públicamente en televisión nacional mis mejores deseos.

Después de la primaria esperé tranquilo y en silencio por 80 días a que el propio Charlie me llamara para ver cómo lo podía ayudar y para explicarle en privado mis profundas diferencias con sus posturas. Y fui claro que no iba a aceptar llamadas de alcahuetes y mensajeros. Charlie nunca me llamó. A Carmen Yulín tampoco la llamó. Peor aún, cuando mi equipo entero y el de Yulín fueron a reportarse para unirse en un solo ejército electoral los rechazaron, los humillaron y les dijeron que no los necesitaban para ganar.

Permanecí en silencio mientras en el PPD hacían alianzas entre septiembre y octubre de 2020 con los grupos más extremistas y fundamentalistas de Puerto Rico. Permanecí en silencio cuando Charlie Delgado decía que los homosexuales eran pecadores y rechazaba la educación con perspectiva de género. Permanecí en silencio cuando vi que era obvio que la nueva estrategia era sustituir a los aliados tradicionales del PPD y del puertorriqueñismo por buscones mercenarios. Permanecí en silencio cuando leí en el programa de gobierno del PPD que el plan en materia de electricidad era básicamente derogar el consenso amplio por energía renovable que nos había tomado más de 7 años lograr en Puerto Rico. La agenda cruda en el 2020 era ganar por ganar, sin principios de inclusión, ni entendimiento de gobierno.

De hecho, porque decidí “jugar pal’ equipo” y no cuestionar esas estrategias públicamente, que consideraba y considero descabelladas e insensatas, no acepté ni una sola entrevista de radio o televisión. Como soy católico no tolero que se use la religión para discriminar, humillar y pisotear a otros. Lo que iba a decir públicamente no iba a ayudar en nada al candidato del PPD.

Comoquiera, anuncié públicamente mi apoyo y voté el 3 de noviembre por el PPD y sus candidatos. Miles de personas serias dispuestas a votar por el PPD, pero con una conciencia social humana, madura, moderna, responsable y liberal, decidieron votar para la gobernación por otro que los representara mejor. Obviamente, Alexandra Lúgaro y Juan Dalmau (ambos diciendo que un voto por ellos no era un voto por la independencia) pescaron en ese río revuelto de más de 345,000 votos desatendidos y rechazados estúpidamente por ese PPD de Charlie y compañía.

Por otro lado, los más de 80,000 fundamentalistas que ayudaron a Charlie Delgado a ganar la primaria en agosto lo abandonaron y no votaron por él en noviembre del 2020. Votaron lógicamente por César Vázquez y el nuevo partido Proyecto Dignidad que los representaba mejor. La lección es clara: el PPD abandonó su razón de ser en el 2020 y tuvo el peor desempeño político en su historia. Los votos estaban ahí. Pero a cientos de miles de puertorriqueños los excluyeron, maltrataron y menospreciaron. Y los ahuyentaron con esas “alianzas fundamentalistas”. A mí no me culpen.

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