Uno de los principales temas en la discusión pública la pasada semana lo fue el de las candidaturas de agua. En la discusión coloquial, es la manera de referirse a aquellos que se incluyen en la oferta electoral con el único propósito de influenciar en la misma, pero con carencia de verdadera intención de oferta. Así pues, el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y el Partido Movimiento Victoria Ciudadana (MVC), ante la prohibición específica en nuestro ordenamiento jurídico de presentar en las elecciones partidos coaligados, y para tratar de obtener beneficios y objetivos comunes, a la vez que tratan de preservar sus franquicias electorales y los beneficios económicos que ello conlleva, optaron por dicha estrategia.

De estas candidaturas, resaltan la del PIP, para la comisaría residente, y la del MVC, en cuanto a su candidatura a la gobernación. Explicar dicha forma de votar será complicado, aunque no imposible. Más aun cuando, en esencia, al final del camino se trata de invitar al voto mixto; forma de votar que en cada cuatrienio incrementa porcentualmente. El verdadero reto que enfrentan los dos partidos políticos antes mencionados será la forma en que educarán al respecto sin ser impugnados de utilizar el pareo de fondos públicos de campaña para hacer doble inmersión —double dipping— con esos fondos para cada candidatura. El planteamiento de los demás partidos será que ello representa una ventaja desleal sobre sus candidatos a comisionado y gobernador. Más aún, cuando con toda probabilidad, tanto el PIP como MVC, aportarán $250,000 cada uno para que el gobierno les incremente hasta un millón de dólares su fondo oficial de campaña.

Ya portavoces de los dos partidos principales han planteado la posibilidad de impugnar en los tribunales las candidaturas de agua. Planteamiento, a mi parecer realizado a destiempo debido a lo siguiente: En primer lugar, aún ninguno de esos dos partidos —el PIP y MVC— ha definido la forma en que financiarán sus campañas. Siempre tendrán la opción de eludir el pareo y/o uso de fondos públicos para campaña utilizando sus recursos de la manera en que simplemente les dé la gana. En segundo

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lugar, los dos partidos mayoritarios tienen que ser cuidadosos de no victimizar la denominada alianza. Eso toda vez que ante la prohibición de coaligarse, y dada cuenta de que una de las pocas maneras que les quedaría para aspirar a sus propósitos y objetivos comunes sería la de los candidatos de agua, ante una impugnación judicial bajo el argumento antes mencionado, podría generarse un sentimiento de que los partidos mayoritarios les quieren amarrar las manos y los pies en la carrera electoral. En un país en el que el “ay bendito” prima sobre todo razonamiento lógico o legal, esa victimización podría ser un grave error.

Es importante recalcar que contrario a lo que argumentan algunos de los simpatizantes de la denominada “alianza”, las candidaturas de agua no son su única opción para lograr sus objetivos. Muy podrían optar por simplemente no presentar candidatos a la posición respecto a la cual apoyan la del otro partido. Pero claro está, bajo esa alternativa podrían perder su franquicia electoral y por ende la “chauchita” de puestos de trabajo y “contratitos” en la Comisión Estatal de Elecciones. En ese aspecto no son muy distintos al PNP y al PPD que se desviven por los “guisitos”.Elecciones 2024: ¿Autocracia vs democracia?

Cabe recordar que los objetivos de la llamada “alianza” están cimentados en los resultados de las elecciones de 2020. Tal y como hemos analizado en columnas anteriores en este mismo espacio, fueron muchas las variables exógenas a la propia realidad electoral de Puerto Rico que ejercieron en función de aquellos resultados de 2020, que no están hoy y no estarán en las elecciones de 2024. Es muy poco probable que se repitan los comportamientos electorales de 2020 y de ahí que se convertían en sal, y precisamente agua, las aspiraciones de la llamada “alianza”. Lo único seguro con las candidaturas de agua es que el gran perdedor será MVC, que se arriesga a no quedar inscrito. En eso el PIP, como en el dominó, jugó a tapar, doblar y cuadrar.