OPINION

La nueva secretaria de Educación

• Mario Ramos Méndez

• Actualizado hace una hora

Yanira Raíces Vega, secretaria del Departamento de Educación.Peter Amador Rivera / EL VOCERO

Sólo los educados son libres. -Epicteto.

Tan pronto fue nombrada secretaria, Yanira Raíces se insertó de inmediato en el tedioso trabajo de ser la jefa del Departamento de Educación, un dinosaurio burocrático que administra un presupuesto mayor al de muchas repúblicas del Caribe. No vino a aprender, sino a ejecutar, pues los veinticinco años de experiencia en el sistema público de enseñanza dirigiendo calendarios académicos desde el nivel central y como superintendente de escuelas en la región de Bayamón demuestran que su experiencia y conocimientos de la agencia son, prácticamente, incomparables.

En Bayamón, por ejemplo, estableció un sistema para identificar las áreas con mayor deserción escolar y uso de sustancias controladas. En esas escuelas integraba a distintas agencias de los gobiernos central y municipal para impactar las aulas y su estudiantado y, por ende, que tuviera un efecto marcado en la familia del estudiante. Todo eso redunda en mejor ambiente escolar y motivación de que el núcleo familiar sea parte de la escuela.

En este programa que desarrolló en Bayamón llevaba profesionales del orden público y de las relaciones humanas para dar charlas a padres e hijos sobre los problemas sociales y psicológicos que crea en la persona y su familia el desligarse de la convivencia social y de los valores; o sea, de insertarse en el mundo del crimen y el narcotráfico, donde las garras de este flagelo que usa la droga como su principal divisa los lleva a la cárcel o a la tumba.

La secretaria cree en la descentralización para eliminar el monstruo burocrático, que es uno de los proyectos pilares del gobernador Pierluisi y que es prometedor para el mejoramiento de la educación pública en Puerto Rico. Es un modelo eficaz de administración porque pone los recursos más cerca de la escuela y del maestro, docente que nace en el siglo V de la Grecia antigua y que en la Edad Media se le consideró como “el eje de la educación”, y ha durado hasta nuestros días siendo un elemento indispensable para el desarrollo intelectual de la persona en cualquier sociedad.

En el último año la tasa de graduación, tanto en escuela intermedia como en duodécimo grado, subió sustancialmente, lo que tiene el efecto de que la deserción escolar baje significativamente. La baja en el alejamiento escolar por parte del joven incide en una mejor autoestima que lo lleva a la ilusión de estudios universitarios y el desarrollo profesional.

La entrega de notas por correo electrónico fue eliminada, porque crea una relación impersonal entre la familia del estudiante y la escuela. Creaba una lejanía entre ambos. Al entregarlas directamente a los padres, sobre 170 mil de estos fueron a buscarlas e interactuaron con los maestros. Esto aumentó sustancialmente al compararse con el año anterior y los esfuerzos para que siga aumentando son enormes, y ya los resultados saltan a la vista: un mejor aprovechamiento y una disciplina escolar que es lo que, como sociedad, a todos nos hace falta.

Con emocionada voz cuando habla del maestro y de la escuela, siendo ella y sus hijos productos del sistema público de enseñanza, la secretaria se ha entregado en cuerpo y alma a mejorar la educación en Puerto Rico para que sus efectos sobre la familia y la sociedad sean palpables. Con fe granítica ha asegurado que lo lograremos, para al final tener una sociedad donde todos nos sintamos seguros y orgullosos de nuestra patria, al ver a los futuros profesionales que saldrán de las aulas.

El trabajo de Yanira Raíces me recuerda la carta de Camus al ganar el Nobel de Literatura: “Querido señor Germain: Esperé a que se apagara un poco el ruido de todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza no hubiese sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser un alumno agradecido. Un abrazo con todas mis fuerzas, Albert Camus”. ¡Enhorabuena!

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