El principio de las nacionalidades es común a los movimientos nacionalistas que se iniciaron a principios del siglo XIX. Su formulación es muy sencilla: toda “nación identitaria” tiene derecho a dotarse de un Estado independiente y soberano. Por nación identitaria —en contraposición a nación jurídico-política— se entiende aquel pueblo que está determinado por elementos que se pretenden objetivos, por ejemplo, entre los más habituales, la lengua, la historia, la religión, la raza, la cultura, la tradición o las costumbres. De acuerdo con este concepto, todos o algunos de estos elementos configuran una “identidad colectiva” al establecer un vínculo sentimental entre sus habitantes. Según el principio de las nacionalidades, este tipo de nación tiene derecho a constituirse en Estado y debe ser reconocido como sujeto de derecho dentro del concierto de los demás Estados que constituyen la comunidad internacional.
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