Publicación reseña los dolores de cabeza que le provocan a la AEE los pillos de luz

La fama y destreza de los “pillos de la luz” en Puerto Rico ha cruzado los mares llegando hasta Australia donde el periódico más antiguo de ese país acaba de publicar un boletín de alerta del Negociado de Investigaciones Federal (FBI) alegando que en Puerto Rico trabajadores de la Autoridad de Energía Eléctrica han estado conspirando con ex empleados de una empresa no identificada para alterar los contadores de la luz en un fraude que dicen le cuesta más de $400 millones anuales a la agencia.

El diario de Sidney, que es una de las ciudades que ahora está experimentando con un programa de contadores similares a los que está usando la AEE, cita la alerta federal la cual advierte que “este es el primer informe que se tiene de criminales afectando los contadores de alta tecnología pero se espera que este tipo de fraude eventualmente se riegue por todo el país a medida que más compañías de electricidad vayan implementando la nueva tecnología.”

Entre las supuestas ventajas de los llamados “medidores inteligentes” se destacan el que mejoran la eficiencia del servicio y le permite a las compañías de electricidad cobrar distintas tarifas en diferentes horas del día. Pero, de acuerdo con el FBI, su falla reside en que individuos pueden alterar las lecturas sin tener grandes conocimientos técnicos y únicamente contando con herramientas baratas y programas de computación fácilmente obtenibles en la Internet. Para este esquema los pillos usan un convertidor óptico, tal como una luz infrarroja, conectada a una computadora portátil. Una vez que establecen la comunicación electrónica los pillos cambian los parámetros que registran el consumo de luz.

Este convertidor, añade el FBI, se puede comprar en la Internet por unos $400.

“Estos individuos están cobrando entre $300 y $1,000 por reprogramar los medidores residenciales y aproximadamente unos $3,000 por reprogramar los comerciales,” dice el boletín que el gobierno federal le envió confidencialmente en mayo pasado a las empresas de electricidad en todo Estados Unidos advirtiéndoles de estar alertas al método boricua.

La AEE, que alegadamente había pedido en el 2009 al FBI que investigara el hurto de energía, tiene desde hace tiempo una campaña para tratar de reclutar a sus abonados en contra de los pillos señalando que “cuando se hurta energía su costo se transfiere a los clientes honestos. Como en cualquier otro negocio, las pérdidas económicas por hurto de energía aumentan los costos operacionales. Estos costos, por sí, son altos sin añadir el agravante del hurto.”

Pero en una advertencia que dista del sombrío cuadro sobre la seguridad del sistema que pintan los agentes federales, la AEE también asegura en su página de internet que sus “empleados están adiestrados para detectar señales de manipulación o alteración de contadores y las líneas. Además, utilizamos análisis electrónicos de datos de los contadores para detectar hurto de energía”.

Entre las penalidades que citan por alterar las bases de los contadores están desconexión del servicio, recobro de dinero por energía hurtada, multas, y cargos criminales que pueden resultar en multas adicionales y encarcelamiento.