Libro

De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación. Jorge Luis Borges

La evolución del libro tiene alrededor de cuatro mil años. Se inició con las tablillas de arcilla, le siguió los rollos de papiro, luego el pergamino entró en escena, las tablillas de cera entraron al panorama, los códices —“derivada de esta es la palabra código”— desempeñaron un papel fundamental y el primer libro impreso, que se dio con la invención de la imprenta, fue una biblia con una tirada de 180 ejemplares. A esto le llamaron la Biblia de Gutenberg.

La creación del papel ayudó mucho a la aparición de la imprenta y al archivo de documentos oficiales y eclesiásticos. La fundación de las universidades influye en los manuscritos y a desarrollar la técnica de la impresión, que es una devoradora de papel. Con esto comienzan a desarrollarse las identidades culturales en los lugares donde el libro aparece y adquiere importancia cultural e intelectual, aunque no haya un consenso de lo que significa “nación”. (Véase a Homi K. Bhabha, Nation and Narration).

Las nuevas prácticas del libro se fueron introduciendo a través de los años. Ese es el caso de la portada, cuyo nacimiento es interesante y curiosa por sí misma: “su finalidad es indicar al lector el estado civil del libro.” Su diseño, el tamaño de la letra, los colores, las ilustraciones si las hay, son una pequeña reseña de lo que el lector encontrará al leer el texto en su conjunto.

El funcionamiento de la imprenta fue igual que las demás industrias. Las mismas leyes que el resto del mundo comercial y un producto o mercancía que le generaba dinero a los propietarios que tenían ese oficio para ganarse la vida y alimentar a su familia. Poco a poco se demostraría que su producción tendría efectos directos de aportación al fisco.

Esta industria del libro influyó en que surgiera el librero, una ocupación tan compleja como la del impresor. El librero, que en ocasiones podía ejercer de editor, aumentaba su poder adquisitivo publicando libros. Él elegía textos, tenía relaciones con los autores, obtenía el papel necesario, seleccionaba a un tipógrafo con experiencia y vigilaba minuciosamente su trabajo.

Con la imprenta nació la figura del autor, tal como se conoce hoy día, y que recibe beneficios por la obra vendida en distintas librerías. Su libro es una mercancía que se mercadea y promociona. Se presenta en actividades organizadas con ese propósito, y en muchas ocasiones su presentación como actividad genera un ambiente cultural e intelectual que ayuda a reunir a escritores e intelectuales por igual.

La biblia políglota se imprimió gracias a la invención de la imprenta, que se multiplicó cientos de veces por toda Europa. Esto ayudó a aumentar la producción de libros, que a partir del siglo XVI tomó un giró extraordinario que contribuyó a que las bibliotecas comenzaran a llenarse de textos en distintos idiomas que serían de ayuda para los eruditos, intelectuales, toda mente curiosa ávida de conocimiento y las universidades en general.

La encuadernación de libros anteriores al siglo XIX son, por mucho, superiores a los libros actuales. Esto en parte se debe a que el libro y los manuscritos eran elaboraciones muy “costosas y raras, que merecían protegerse y adornarse”. Al igual que con los documentos, sin el libro no podría haber historia, pues muchos textos son fuentes primarias, como lo son el diario de un autor o unas memorias. (Véase a Oscar Handlin, La verdad en la historia).

Este tema fue tratado de manera minuciosa por los historiadores Lucien Febvre —historiador de la escuela francesa de los ANNALES, compañero de Fernand Braudel, Jacques Le Goff y Marc Bloch, entre otros— y el bibliotecario Henri-Jean Martin, en la obra cumbre e insuperable, La Aparición del Libro, cuya lectura es obligada y enriquecedora para entender esta extraordinaria invención.