LDC: BRUTOLOGÍA 101

BRUTOLOGÍA 101

25 de abril de 2012 – Opinión, – 

“Las expresiones de la compañera son trágicas, en la medida en que representan una peligrosa tendencia entre los puertorriqueños a clasificarnos en categorías inferiores”

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Como soy estadista, defensor de la economía de mercado, internacionalista y lo que llaman aquí “de derechas”, fiel a las caracterizaciones y diabolizaciones que se vierten en este paisito, esta columna debiera llamarse ‘Pendejases de un Bruto’.

Me excuso, con los que nos tildan de morones y de retrasados mentales, porque mi perfil sociológicopolítico no necesariamente encaja en las tipificaciones del perfecto idiota estadista. He sido demócrata liberal toda mi vida, detesto las guerras y las aventuras militares que no sean en defensa propia, pienso que el gobierno tiene que tener una profunda conciencia social, creo en la supremacía de los derechos civiles y del estado de derecho, soy más defensor que fiscal, creo en la igualdad y la dignidad de todos los seres humanos indistintamente de sus preferencias políticas, ideológicas o realidades económicas, étnicas, raciales o sociales, soy un furibundo anticolonialista, no le tengo miedo a la soberanía ni a la integración, creo en la libertad académica y de pensamiento, quiero para mis hijas y compañeras, la igualdad de derechos y respeto por la dignidad de la mujer que se les niega, apoyo el divorcio, el aborto, las uniones civiles, las crianzas compartidas, el respeto por los convenios colectivos y defiendo a brazo partido, la libertad, la intimidad y la dignidad en la orientación sexual. Prefiero la literatura latinoamericana y española. Me hace bien leer poesía, conozco un chin de música de todos los tiempos, creo en la soberanía del corazón y en la absoluta libertad para amar.

Habiendo dicho eso, tengo que objetar una declaración de fe que hiciera en otro diario la compañera periodista Wilda Rodríguez, quien al expresar su vocación socialista, de izquierda e independentista afirmó a los cuatro vientos: “Debo recordarles también que somos más inteligentes… eso lo comprueban estudios científicos sociales”. Según esos llamados estudios, las personas con visiones políticas de derecha tienden a ser menos inteligentes que los de la izquierda, y que los niños de menor inteligencia tienden a desarrollar pensamientos racistas y homofóbicos en su adultez”. Coooñó. Quedé bruto y sin idea cuando leí esa afirmación de supremacía intelectual y de demonización ideológica escrita por una compañera sumamente valiosa y respetada en este campo del periodismo. Conozco a Wilda hace siglos y sé que ese pensamiento no es la Wilda Rodríguez que he conocido: íntegra, inteligente, valiente, humanista y gran profesional.

Como estadista no me sentí ofendido ni sorprendido por este obvio racismo ideológico y pujo de hegemonía intelectual proveniente del sector más vociferante de la izquierda del país. Los independentistas y estadistas que hemos sufrido el discrimen, el rechazo, la opresión de las estúpidas guerras ideológicas que se dan en esta cochina colonia, estamos acostumbrados a las diabolizaciones y caricaturizaciones de rigor. Después de todo, la paripatética figura de ‘Don Eleuterio’ es un invento de un talento de izquierda, para hacerle creer al país que todos los que creemos en la estadidad somos morones, retrógrados o humanos de inferior valía.

Este pujo de superioridad ideológica o política no tiene base alguna en la ciencia ni en la realidad. En primer lugar, conforme a los principios cristianos y constitucionales, todos somos iguales ante Dios y ante la Ley. Celebramos nuestras diferencias como humanos y le damos bendiciones por nuestras avenencias. La inteligencia es un don, algo así como el color, el género, el origen nacional, la cultura, o el pensamiento. Se hereda con los genes, pero hay que desarrollarla y educarla. Hay distintos tipos de inteligencia: inteligencia emocional, inteligencia espiritual, inteligencia racional, inteligencia empresarial, etc. Algunos dominamos ciertas, y algunos otras. Ciertamente, no es el color ni la cultura ni las inclinaciones ideológicas o políticas las que nos hacen más o menos aptos que otros. Ni mejores o peores que otros boricuas. Eso lo sabe cualquier ‘bruto’ como yo.

Las expresiones de la compañera son trágicas, en la medida en que representan una peligrosa tendencia entre los puertorriqueños a clasificarnos en categorías inferiores, como si fuéramos güimos de laboratorio. Ese terrible prejuicio al que le he llamado “racismo ideológico” y al que todos los hijos de esta colonia, en algún lado u otro hemos estado propensos, es precisamente lo que el mundo entero le condenó a aquel famoso físico, inventor y Premio Nobel, William Shockley, que proclamó la supremacía racial de los anglosajones sobre los afroamericanos y latinos, a los que denominó inferiormente brutos. En los 70, Shockley alegaba que el mestizaje racial denigraba la inteligencia humana. A Mister Shockley la intelectualidad le sobraba. Pero estaba colga’o en inteligencia emocional y humana. En su prejuicio ciego, el tipo llegó a proponer un banco de esperma de ganadores de Nobel para preservar los genes de la inteligencia blanca. Shockley murió desprestigiado en 1989 en el aislamiento y la paranoia.

Una barbaridad similar propuso otro ganador de Nobel, el genetista James Watson, quien postulaba que la inteligencia de las razas y etnias nórdicas, era superior a las del Sur. Esa postura antinatura y antihumanista, llevó a muchos a justificar las limpiezas étnicas, raciales o religiosas y al discurso fascista y totalitario que postulan los ‘diosdados’ para autoproclamarse ‘imprescindibles’. Precisamente, el pensamiento de bárbaro que proclamaban los Hitlers, los campos de concentración, los ataques a las Torres Gemelas, el genocidio en Bosnia, el Apartheid y la segregación racial, los ‘Killing Fields’ de Camboya, las leyes Jim Crow, Osama Bin Laden, los Casos Insulares, la masacre de Ponce, los asesinatos de Maravilla, la mordaza de estadistas durante el régimen PPD del 2001 al 2008.

Sí. Coincido con Wilda Rodríguez de que la izquierda funciona en Puerto Rico demasiado bien y en desproporción a su poder electoral. Eso no los hace, ni más inteligentes ni más brutos. A final de cuentas, en la lucha por la descolonización no debemos enjaularnos en la ‘Finca de Animales’ de George Orwell donde solo existen los ‘ellos’ y los ‘nosotros’.

En mi libro de Brutología 101, en este país no sobra nadie. Tan valiosos, importantes y dignos son los independentistas, como los estadistas y los estadolibristas. El coloniaje no es un problema de IQ, ni de más sabe el burro que tú. Dahhh…

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