Por: José Aponte Hernández
Representante a la Cámara

En recientes semanas he notado en algunos lugares cierto nivel de renuencia hacia el plebiscito y a seguir el camino que se ha trazado para finalmente resolver el problema de la falta de derechos civiles al que, como ciudadanos americanos residentes en Puerto Rico, hemos sido expuestos por casi 95 años.

Como un defensor de la Estadidad, no puedo caer en la trampa de buscar excusas para no participar de este proceso. Como puertorriqueño, siento que esta es una oportunidad para finalmente decidir, como pueblo, cuál es el camino que vamos a escoger. Yo tengo una preferencia y todo el mundo la sabe, pero no es de eso de lo que se trata el planteamiento. De lo que se trata es de huirle a nuestra responsabilidad.

Podemos buscar no sé cuantas excusas para decidir no tomar decisión, pero a la corta o a la larga cada quien tiene que asumir su responsabilidad por sus acciones. Por más o por menos que uno quiera discutirlo, el hecho es que la raíz de la mayor parte de nuestros problemas financieros, sociopolíticos y hasta de gobernabilidad, se deben a la falta de definición que tenemos como pueblo y como jurisdicción.

La historia ha sido clara cuando hemos decidido el camino de la inacción.

En 1967, un amplio sector decidió cruzarse de brazos y no participar de aquel plebiscito amañado. Todavía estamos todos respondiendo por ello y ya estamos en una cuarta generación de puertorriqueños debatiendo el mismo tema que se estaba debatiendo en aquel entonces.

En 1998, si no se hubiese buscado excusas, como al fin y al cabo ocurrió, y se hubiera concentrado en la participación numérica (no la porcentual), la Estadidad hubiera logrado una mayoría, inclusive sobre la fórmula ‘del nada’ que se aferró a una quinta columna. De nuevo, no solo se buscaron excusas, sino que se movilizó a toda una maquinaria a votar por absolutamente nada.

Desde el principio de este cuatrienio he estado haciendo un llamado a todos los sectores para lidiar con el asunto del status. Presenté el Proyecto de la Cámara 1434, el cual plasmaba el histórico consenso del cuatrienio anterior para encaminarlo. En el 2005 había un compromiso tripartita para resolver el asunto, pero la caprichosa excusa política del Gobernador de turno impidió que se llevará a cabo la voluntad del Pueblo.

En los días después que radiqué el Proyecto de la Cámara 1434, en mi propio partido se encontraron excusas para no actuar inmediatamente sobre el asunto. Se decidió “dar espacio” a los movimientos en Washington y nada se hizo. En otras palabras, no solo encontramos excusas para no actuar, sino que exportamos las excusas a Washington para que ellos nos dijeran que somos nosotros los que tenemos que actuar.

Lo cierto es que dejamos pasar demasiado tiempo para encaminar este proceso plebiscitario y ahora lo hacemos bajo estas circunstancias.

Quizás no es la situación ideal, pero ¿qué hacemos ahora? ¿Llorar? ¿Gritar? ¿Buscar más excusas? ¡NO! ¡Hay que actuar!

Como he mencionado tantas veces y vuelvo a repetir, yo hubiese preferido otro momento con preguntas más claras y directas. Quizás hubiera preferido que no coincidiera con las elecciones pero, no fue así. Esto se hará el 6 de noviembre con dos preguntas: ¿Quieres mantener la actual condición territorial? ¿Cuál de las siguientes alternativas?

Yo contesto las preguntas con dos palabras sencillas: No y Estadidad. Punto.

Otros no estarán de acuerdo y contestarán otras cosas y los riesgos se tienen que tomar. Pero nosotros los puertorriqueños que en realidad queremos sacar a Puerto Rico del atolladero y queremos a nuestra Isla de verdad, sabemos que un proceso imperfecto es mucho mejor que ningún proceso.

Eso es lo que trajo el barco y para resolver el problema colonial, tenemos que participar, de manera que enviemos un mensaje claro. No podemos seguir dando largas a tan indigna, discriminatoria y denigrante condición como es el Estado Libre Asociado.

La igualdad requiere acción … ACTUEMOS.