De vuelta al Agapito’s Bar

De vuelta al Agapito’s Bar

13 de julio de 2012 – PolíticaPuerto Rico – 

“Luis Muñoz Marín fue partidario del bilingüismo. La triste realidad es que sus discípulos no han aprendido de este gran maestro.”

Suministrada.

“El inglés es gran idioma y deben llegar a saberlo y a saber bien todos los puertorriqueños.”

-Luis Muñoz Marín

El 29 de diciembre de 1954 el gobernador de Puerto Rico, Luis Muñoz Marín, pronunció un discurso ante la Asamblea General de la Asociación de Maestros: ‘La Personalidad Puertorriqueña en el Estado Libre Asociado’, fue el título del discurso. Sin embargo, ante la historia, como para muchos en aquel momento, es conocido como el discurso del Agapito’s Bar.

Al narrar que en un pueblo de la Isla vio un establecimiento rotulado con ese nombre, Muñoz Marín se preguntó: “¿Por qué tú hiciste eso, Agapito? ¡Si por aquella calle de aquel pueblito no pasa un cliente cuyo vernáculo sea el inglés ni una vez al año!” Del texto surge el debate, de carácter centenario, sobre la necesidad de la eficaz enseñanza a los estudiantes de escuela en Puerto Rico de los idiomas inglés y español.

En su discurso, Muñoz Marín planteó una reafirmación de la personalidad puertorriqueña, pero sin caer en el chauvinismo o patrioterismo cultural que vemos hoy: “Que una cultura adopte lo valioso que no tiene no es signo de inferioridad, no despersonaliza. Quien decide que una forma de institución es mejor que la que tiene, y deliberadamente la aclimata a su acervo cultural, no está demostrando inferioridad sino buen sentido y confianza en sí mismo; pero quien deja que se le pegue una serie de artificialidades y se ufana en ellas demuestra inestabilidad en su sentido de sí mismo”. (Véase Eduardo Rivera Medina & Rafael L. Ramírez, Del cañaveral a la fábrica: cambio social en Puerto Rico).

La tesis cultural de Luis Muñoz Marín no es disímil de la de Luis A. Ferré. Ambos plantearon el fortalecimiento de nuestra cultura por el contacto con la cultura de Estados Unidos, al igual que con sus instituciones de gobierno y la ciudadanía americana. Es lo que el mexicano Carlos Fuentes, recientemente fallecido, dijera años atrás: “Las culturas perecen en el aislamiento y se fortalecen en el contacto de unas con otras”. (Véase Carlos Fuentes, El Espejo Enterrado).

Sobre el efecto neto, Muñoz fue enfático en la valoración que tiene el puertorriqueño sobre ello: “En su relación cultural con Estados Unidos, Puerto Rico ha adoptado un número de costumbres que son de gran valía. Entre ellas señaló una mejor, una excelente democracia política, superiores técnicas económicas, mecánicas y administrativas; un más amplio concepto de la función femenina en la sociedad; una escuela que, en medio de sus terribles vaivenes e incertidumbres de medio siglo, ha fortalecido en algunos aspectos el natural sentido hispánico de la igualdad humana”.

Este discurso demuestra que Muñoz fue adelantado a su época. Advirtió la globalización cultural, fenómeno que muy pocos divisaron en esos años: “Esto de adoptar y adaptar deliberadamente, es ser miembro de la gran civilización occidental, dentro de la cual sus partes internas se dan y toman y se enriquecen mutuamente”. Hoy día el intercambio cultural en todo el planeta es un hecho constatado. (Véase Néstor García Canclini, La Globalización Imaginada).

Luis Muñoz Marín fue partidario del bilingüismo. Defendió el aprendizaje del inglés y el español, y que se aprendiera de la mejor manera: “En la proyección cultural de Puerto Rico debemos esmerarnos y enorgullecernos en ser el pueblo que mejor español hable en América y que mejor inglés haya aprendido en América”. La triste realidad es que sus discípulos no han aprendido de este gran maestro. En los últimos decenios hemos visto como ellos tratan el tema de la manera más política posible, en detrimento de los jóvenes que se desarrollan en una sociedad no exenta de las influencias globales de la tecnología y adelantos científicos.

Al final del discurso, Muñoz dio una imagen de lo que debe seguir siendo Puerto Rico: “Sabemos que la cultura puertorriqueña, lo mismo que la de Estados Unidos, es y ha de ser parte de la gran cultura occidental. Pero no hay tal cosa como un hombre occidental que no sea hombre de algún sitio de Occidente. Si no somos occidentales con raíces puertorriqueñas, seremos occidentales sin raíces. Y la vitalidad de los pueblos tiene gran necesidad de raíces. Somos gente occidental a la manera de nuestras raíces. Somos americanos de Estados Unidos y americanos de América y occidentales de Occidente. Y lo somos como puertorriqueños de Puerto Rico”.

Un año y medio después, otro discurso del patriarca quedó guardado en el baúl de la historia: “Del hondo significado de la ciudadanía americana en los puertorriqueños”. Pero eso merece otra columna.

Comentarios a: marioramosmendez@yahoo.com

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