“Para Hernández Colón es ‘realismo mágico’ la búsqueda simultánea del crecimiento económico sostenido y de la Estadidad, aunque de los últimos 37 territorios que han sido admitidos como estados, 37 experimentaron un ‘boom’ económico al ser admitidos.”

El exgobernador Rafael Hernández Colón, en una columna titulada ‘Heads-up call’ publicada el pasado jueves 12 de julio en el semanario de negocios Caribbean Business, comparte con nosotros su particular visión de la actual coyuntura política plebiscitaria.

Argumenta que Gabriel García Márquez se daría un banquete con lo que él concibe como el ‘realismo mágico’ del Partido Nuevo Progresista y el discurso estadista en Puerto Rico. Señala que dicho ‘realismo mágico’ no es privativo de Macondo, el pequeño, aislado, distante, supersticioso y surreal pueblo ficticio habitado por personajes excéntricos y a la vez, prototipo de cierto tipo de ruralía latinoamericana, que sirve de protagonista en la célebre obra que le consignó el Nobel de Literatura al afamado autor colombiano. Ni del arte de Salvador Dalí, ya que la presente agenda del PNP y de los estadistas de promover no solo la recuperación económica en el corto plazo sino un crecimiento económico vigoroso y duradero de largo plazo a la vez que se procura un mandato del electorado a favor de la Estadidad federada para Puerto Rico, es para Hernández Colón una clara manifestación de una especie de ‘realismo mágico’ macondiano. Pues entiende que ambos objetivos son mutuamente excluyentes.

Resultan la mar de interesantes, hasta cierto punto fascinantes, paradójicamente macondianas y dotadas de su particular ‘realismo mágico’ provinciano colonial, las premisas y la lógica del razonamiento del distinguido exgobernador. Lo primero es que desmiente tajantemente la premisa del alto liderato Popular de que el plebiscito de status del 6 de noviembre es un ‘embeleco’ sin consecuencia alguna para nuestro futuro político como resultaron ser las previas consultas plebiscitarias. Por el contrario, argumenta acertadamente que de prevalecer una expresión antiterritorial y a favor de la Estadidad en este plebiscito a la vez que salga reelecta la actual administración estadista, constituiría un claro mandato a los estadistas no solo para gobernar sino para procurar activamente ante el Congreso federal la admisión de Puerto Rico como Estado 51 de la Unión.

Alega que el Congreso nunca nos concederá la Estadidad (aquí es que comienza lo macondiano y surreal de sus alegatos) pero que la mera percepción por parte de los medios de comunicación, la opinión pública, la comunidad de negocios, Wall Street y el Gobierno federal de que Puerto Rico se encamina hacia la Estadidad y hacia el pago de impuestos federales sobre el ingreso generado localmente, reducirá severamente los flujos de inversión corporativa y financiera desde los 50 estados y el resto del mundo hacia Puerto Rico. Y aunque sostiene que el Congreso nunca nos concederá la Estadidad, paradójicamente a la vez afirma que el escenario podría ser peor: ante una petición de la mayoría del pueblo de Puerto Rico para convertirse en un estado de la Unión, el Congreso pudiera optar como primer paso hacia la Estadidad por incorporarnos como territorio.

Si es cierto como él alega que el Congreso nunca nos va admitir como estado ¿por qué entonces existe la posibilidad de que el Congreso pudiera tomar el primer paso en esa dirección e incorporarnos como territorio? ¿Quién en realidad está atrapado en las alucinaciones del ‘realismo mágico?

Como territorio incorporado, pagaríamos impuestos federales sobre el ingreso generado localmente y lograríamos la paridad en los programas federales (de la que supuestamente ya disfrutamos en el 90% de dichos programas), aunque no contaríamos con voto presidencial ni representación congresional. Lo cual de acuerdo a RHC, al igual que la mera percepción que nos encaminamos a la Estadidad, nos llevaría a la ruina económica total. En fin, el ‘realismo mágico’ estadista de Hernández Colón es tan real que puede tornarse en realidad la Estadidad para Puerto Rico. Una realidad que según Hernández Colón puede doler. ¿A quien realmente le dolerá la Estadidad? ¿ Al 1% de los que devengan altos ingresos corporativos, pues asumirán finalmente su justa y proporcional responsabilidad contributiva? Quizás anímicamente pues a la vez experimentarán un aumento proporcionalmente mayor en sus ganancias con el consiguiente ‘boom’ económico que resultará de nuestra admisión como estado.

Para Hernández Colón es ‘realismo mágico’ la búsqueda simultánea del crecimiento económico sostenido y de la Estadidad , aunque de los últimos 37 territorios que han sido admitidos como estados, 37 experimentaron un ‘boom’ económico al ser admitidos (un promedio de bateo de 1,000) y Puerto Rico no va a ser la excepción. Además, todos los 50 estados gozan de mucho mejor desempeño económico que Puerto Rico bajo el ELA territorial. Lo que el particular ‘realismo mágico de Hernández Colón no percibe o entiende, es que los flujos de inversión corporativos y financieros entre los 50 estados y del resto del mundo hacia estos, es mucho mayor que los flujos de inversión de estos o del resto del mundo hacia Puerto Rico bajo el ELA territorial. Por algo, tenemos las tasas de desempleo y pobreza más altas en toda la Nación. Y además, en todos los 50 estados sin excepción se paga una tasa impositiva efectiva menor (incluyendo sales tax, impuestos estatales y federales sobre ingreso –de 8 a 12%) que la que pagamos en Puerto Rico bajo el ELA territorial (17.5%).

Pero el surrealismo alucinante colonial que padece el exgobernador supera con creces el alegado ‘realismo mágico’ estadista que denuncia, pues aboga abiertamente porque se vote ‘Sí’ al territorio colonial en la primera pregunta, para, y cito: “mantener las reglas del juego necesarias para promover la inversión y restablecer el crecimiento económico”. ¡Hello! ¿Las mismas reglas del juego que resultaron en la reciente década perdida y nos ha mantenido rezagados económicamente con respecto a los 50 estados por los pasados 114 años? Con todo respeto señor Gobernador ¿Quién realmente vive en Macondo?