“Imagínese que a su casa llegase un extraño sin invitar, a decirle a usted y a su familia qué decir, cómo decirlo y la forma en que habrá de expresarlo”

¡Bu! Asústense. Tricortri Halloween. Ahí nos traen de nuevo la comparsa de los fascistas y racistas del U.S. English a meternos miedo con el idioma inglés. Puntuales como la gripe anual. Los Populares nos traen en el mes de las brujas a sus rameras de la patrulla del lenguaje para que vengan a meter miedo de que el cielo se va a caer si votan por la Estadidad. ¡Bu! Tricortri.

Vienen con el mismo disco raya’o de siempre. Que si votamos por la Estadidad, el Congreso nos impondrá el inglés solamente y tendremos que dejar de hablar español en nuestras casas, oficinas y gobierno. Nos vienen con el cuento de que solamente hay un 37% de estadistas en Puerto Rico, pero que aun así ellos están en extremo preocupados por lo que pueda pasar y vienen a rescatarnos de nuestros propios sueños. Nos vienen con la guasa de que la Estadidad gana entre la clase media y los pobres, pero que los ricos que dominan el inglés no la quieren. Yep, en vez de chocolate y ‘candy corn’, estos prepucios nos vienen con la misma mierda de siempre. Y digo mierda, utilizando el vocablo exacto y preciso para describir los símbolos y las frases del idioma de los racistas.

Imagínese que a su casa llegase un extraño sin invitar, a decirle a usted y a su familia qué decir, cómo decirlo y la forma en que habrá de expresarlo. Eso precisamente es lo que pretenden estos encordios de la pureza idiomática inglesa. Vienen a Puerto Rico, nuestra casa, a decirnos que no podemos soñar ni aspirar a salir del excremento de la colonia, porque solamente se puede soñar y hablar en inglés. Piensan que todos somos unos idiotas, que ignoramos que la libertad de palabra y de expresión están garantizadas por la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos y que el idioma es la quintaesencia de esa libertad. O sea, ningún gobierno puede decirle a ningún ciudadano cómo, cuándo, dónde y de qué forma habrá de expresar el conjunto de sonidos articulados en el que manifiesta lo que piensa o siente, ni su vehículo preferido de comunicación y expresión; precisamente el lenguaje.

El idioma es al ser humano, lo que el aire es al mundo. Esenciales y no regateables. El idioma es la libertad. Y cualquier facineroso que pretenda apropiarlo, amordazarlo, asustarlo o intimidarlo, no deja de ser un repudiable totalitario. Máxime por racismo. Estos son los socios del Partido Popular. Estos son los chulos y los maipriolos del coloniaje asustadizo. Son los zombis del terror fascista que han ayudado a mantener más allá de su vida inútil la retranca del ELA.

El Partido Popular trae a estos nazis cuando se discute el status en época plebiscitaria para meterle miedo a la gente. No le dicen al País que los Estados Unidos de América no tiene un idioma oficial; que los idiomas son prerrogativas de los ciudadanos y de los estados. Tampoco le dicen que la Constitución del ELA ni la Ley 600 le imponen a Puerto Rico un idioma oficial. En nuestra Isla, con excepción de los dos años que los salvajes de la Pava prohibieron el uso oficial del inglés, ha prevalecido el bilingüismo oficial desde el año 1902 y el Congreso nunca se ha metido en eso.

Estos mozos de escuadra de la patrulla del lenguaje están cortados de la misma tela xenofóbica, ultranacionalista y fundamentalista de la que está calcado el desgraciado sheriff racista de Maricopa County en Arizona, el infame Joe Arpaio. Están hechos exactamente de las mismas venas de odio, alientos de discrimen, palabras de rencor y mensajes de rechazo a los 53 millones de hispanos que formamos parte de la Nación americana. Son cipayos del blanquitismo.

Lo que no le dice el PPD al País es que estos son sus nazis y son unos ‘losers’ y escoria. Que su mensaje segregador y racista ha sido repudiado por las mayorías en los Estados Unidos. Que en el Congreso son vistos como cabilderos por paga a favor de las causas más extremistas.

Por supuesto, tampoco dirán que el estado de Hawaii tiene dos idiomas oficiales, el hawaiano y el inglés. No dicen que el condado de Dade en la Florida es oficialmente bilingüe. Tampoco le dicen que en Luisiana coexisten oficialmente el inglés, el cayún y el francés y tampoco dicen que Nuevo México, que entró a la Unión en el 1912, ha protegido el bilingüismo y el multiculturalismo en todas sus leyes estatales.

También esconden que se ha probado científicamente que la mayoría del mundo es bilingüe y que los científicos han comprobado que los niños que se crían con varios idiomas se ajustan mejor a los cambios, aprenden más, logran mejores notas y son más adaptables.

Como muy bien apunté en mi libro Estado Patria del 2009: “Los que predican el talibanismo de un solo lenguaje, solo quieren continuar sembrando el odio, obstaculizando los puentes de comunicación y entendimiento multiétnico y pluricultural y encerrarnos en la celda del aislamiento histórico.  Esos son los viejos mercaderes del miedo propagados por la mala leche de sus malas lenguas…”