UNIÓN PUERTORRIQUEÑA Y PODER BORICUA

 UNIÓN PUERTORRIQUEÑA Y PODER BORICUA

LUIS G. FORTUÑO  –  11 de octubre de 2012

Si supieras que algo te perjudica, ¿lo sacarías de tu vida o permitirías que siguiera haciéndote daño? Y si tuvieras ante ti una oportunidad de progreso, ¿la rechazarías o la abrazarías? De eso se trata la papeleta plebiscitaria que tendremos ante nosotros el 6 de noviembre: de rechazar lo que nos atrasa y de abrazar el progreso.

La condición territorial de Puerto Rico es un lastre que nos atrasa. La incertidumbre sobre el estatus de la Isla ahuyenta la inversión y limita la creación de empleos. La desigualdad del territorio nos priva de programas y fondos federales que son herramientas para nuestro progreso. Y estar subordinados al poder del Congreso sin participar en sus decisiones es una afrenta a nuestra dignidad como pueblo. No nos merecemos seguir cargando con esto.

Resolver el estatus de Puerto Rico no es cuestión de identidad ni de ideología. Es cuestión de dignidad y de que tengamos las herramientas que necesitamos para construir juntos el Puerto Rico que merecemos. Sólo poniendo fin al divisivo debate sobre el estatus los puertorriqueños podremos unirnos como pueblo en la solución de los problemas sociales y económicos que enfrentamos. Por eso no podemos dejarlo para luego.

Quienes proponen que renunciemos a nuestros derechos como ciudadanos americanos prefieren que el debate del estatus nos siga dividiendo como pueblo porque de eso depende la supervivencia de su partido. Es hora de poner los derechos y el bienestar de los puertorriqueños por encima de los intereses de un partido.

En el 2013 reduciremos a cero el déficit presupuestario de $3.3 billones que heredamos. Pero el peor déficit que puede sufrir un pueblo es la falta de poder político. El exgobernador Hernández Colón usó el término “déficit democrático” para referirse a que los puertorriqueños que residimos en la Isla no participamos en las decisiones que se toman en Washington.

Necesitamos una solución. Por eso quiero que todos los puertorriqueños tengan voto presidencial y plena representación en el Congreso. Más de la mitad de los puertorriqueños -los que viven en los estados- ya tienen ese poder. Y no hay razón para que los que vivimos aquí en la Isla no lo podamos tener. Nosotros también lo merecemos.

Hoy los puertorriqueños que residen allá nos apoyan con su poder político para que el gobierno federal preste mayor atención a nuestras necesidades. Mañana, con voto presidencial y plena representación en el Congreso, los puertorriqueños que residimos aquí podremos adelantar nuestras aspiraciones y apoyar las metas de nuestros hermanos puertorriqueños en los estados.

Los puertorriqueños en la Isla y en los estados ya estamos unidos en cultura; es hora de que también estemos unidos en poder político.

Y, cuando todos los puertorriqueños -los de aquí y los de allá- tengamos el poder del voto presidencial y la plena representación en el Congreso no habrá nada que nos detenga porque no hay límites a lo que los puertorriqueños podemos lograr si estamos unidos. Por eso la estadidad no sólo es progreso; es también unión puertorriqueña y poder boricua.

Es hora de tomar las riendas de nuestras vidas. El 6 de noviembre tendremos ante nosotros una papeleta plebiscitaria. Hagamos una cruz en la columna del “No” para dejar atrás lo que nos perjudica y otra cruz en la columna de la estadidad para abrirnos paso al progreso. Nosotros nos lo merecemos.

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