Los grandes ausentes

Los grandes ausentes

29 de octubre de 2012 – OpiniónPolíticaPuerto Rico – 

“Con un gobernador con acceso directo a la Oficina Ovalada, como el que tendría Fortuño, no hay duda que Puerto Rico estaría mucho mejor y en ruta a la recuperación económica…”

Foto AP

Los grandes ausentes en las papeletas que vamos a recibir para votar este 6 de noviembre son precisamente los más importantes para nosotros: las personas que en los próximos cuatro años van a tomar las decisiones fundamentales sobre Puerto Rico y los puertorriqueños. No se equivoque, esas personas no son Fortuño, ni Agapito, ni Dalmau, ni Rivera Schatz, ni Denis Márquez (¿quién es Denis Márquez?), sino Barack Obama o Mitt Romney y las personas que salgan electas para representar sus estados en el Congreso.

Dígame usted: ¿hará una diferencia en cuanto a cómo se resuelva el estatus y la participación que tengamos los puertorriqueños en la economía y la vida nacional que el presidente sea Barack Obama y el gobernador de Puerto Rico sea Agapito; versus que el presidente sea Mitt Romney y el gobernador de Puerto Rico su amigo e íntimo colaborador Luis Fortuño?

Analícelo con calma. Considere que el binomio ‘medio-anochecido’ Obama-Agapito nos traería una Asamblea Constitucional de Estatus que le pediría al Congreso que le transfiriera los poderes de la soberanía para negociar por nosotros la República Asociada. En el entretanto, sustituiría el desarrollo económico real por la dependencia en fondos federales no recurrentes enviados en bloque para que el gobierno popular los administre a su gusto.

Considere ahora cuán productivo para Puerto Rico sería el binomio Romney-Fortuño.  Primero, Romney está explícitamente comprometido por escrito con adelantar la estadidad para Puerto Rico. Para lograr eso, la ruta administrativa sería comenzar a tratar a Puerto Rico como un estado de inmediato igualándonos, en todo lo posible, a los otros estados en beneficios y responsabilidades. Los fondos federales llegarían de manera recurrente, como a los demás estados. Con un gobernador con acceso directo a la Oficina Ovalada, como el que tendría Fortuño, no hay duda que Puerto Rico estaría mucho mejor y en ruta a la recuperación económica basada en el crecimiento y pujanza del sector privado local, que todos sabemos es lo que nos conviene para acabar con la actual condición de dependencia y pobreza estructural.

Por eso, invito a todos mis lectores que llamen a sus parientes y amigos en el continente (o le envíen esta columna por la Internet) para explicarles esto y pedirles que nos ayuden a elegir a Mitt Romney presidente con el voto que ellos tienen y nosotros no. Explíquen que, para nosotros, todas las discusiones nacionales sobre la guerra, los recortes, la inmigración, el acceso a la educación, etc. son menos importantes que la fundamental de que se nos asegure la igualdad y podamos votar por el presidente y elegir nuestros congresistas. En fin, que para todo puertorriqueño, al evaluar los candidatos, el criterio de decisión fundamental tiene que ser cuánto la selección que hagamos facilita nuestra ascensión a la estadidad sin la cual no tenemos aseguradas ninguna de las otras políticas.  Por eso, para los puertorriqueños que puedan votar en esta elección, es un deber votar por Mitt Romney.

Además de esos ausentes ahora, en enero del 2013 habrá otros: nuestros senadores y representantes en el Congreso. No tendremos allí nuestros senadores federales Pedro Pierluisi y Thomas Rivera Schatz; ni los congresistas Ricardo Rosselló, Jorge Santini, Jenniffer González, Zoraida Fonalledas, Roberto Prats y José Alfredo Hernández Mayoral. Piense el poder que tendríamos los puertorriqueños si tuviéramos a esos u otros como ellos trabajando por nosotros en el Congreso 24/7/365.

Pero los más grandes ausentes de todos no serán los anteriores sino nosotros.  Por casi un siglo, los puertorriqueños nos vimos casi totalmente vedados de ni tan siquiera intentar impactar la política nacional americana. Era un mundo ajeno al que no se nos daba acceso al igual que a los afroamericanos, los chicanos, los indios americanos, los japoneses-americanos, los sino-americanos y otros grupos étnicos. A partir del movimiento de los derechos civiles de los años 60, miembros de todos esos grupos, incluyendo puertorriqueños del continente, han ido forzando su entrada al coro llegando a ser, a veces, voces protagónicas (por ejemplo, Sonia Sotomayor). Gracias a eso, hoy la escena política nacional no es el solo o los duetos que fue a principios del siglo 20, sino un coro polifónico y policromático en el que ninguna voz puede ahogar las demás sino entonar junto con ellas.  En ese coro, para nuestra desgracia y vergüenza, aún los puertorriqueños de la Isla no hemos entrado a cantar nuestra parte. Ha llegado la hora de unirnos al coro. Para eso hay que votar aquí por la Estadidad y por Fortuño, y, en los estados, por Mitt Romney.  Para así dejar de ser los grandes ausentes.

Envíe sus comentarios a GarrigaPico@Yahoo.com

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