NR – La derrota se debió a dos o tres docenas de razones, principalmente a las divisiones de los Pro-Americanos. Esto es un asunto a analizar en privado. Necesitaremos a TODOS para triunfar en el 2016 y lograr la Estadidad. Hasta los buscones y aduladores son necesarios pero en su sito, junto a los Idealistas de Buen Corazon y a los Pragmáticos racionales. Es hora de la reunificacion TOTAL.
Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un enorme árbol, cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales; a veces, los muertos tardan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición.
La carretera era muy larga, colina arriba, el sol era muy fuerte, estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un portal magnífico, todo de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde manaba un agua cristalina. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada.
-“Buenos días”.
-“Buenos días.” -respondió el guardián.
-“¿Cómo se llama este lugar tan bonito?”
-“Esto es el Cielo”.
-“Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos”.
-“Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera”. -Y el guardián señaló la fuente.
-“Pero mi caballo y mi perro también tienen sed”.-“Lo siento mucho”. -dijo el guardián-. “Pero aquí no se permite la entrada a los animales”.
El hombre se llevó un gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo; dio las gracias al guardián y siguió adelante. Después de caminar un buen rato cuesta arriba, exhaustos, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puertecita vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero; posiblemente dormía.
-“Buenos días”. -dijo el caminante.
El hombre respondió con un gesto de la cabeza.
-“Tenemos mucha sed, yo, mi caballo y mi perro”.
-“Hay una fuente entre aquellas rocas”. -dijo el hombre, indicando el lugar-. “Pueden beber tanta agua como quieran”. El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.
-“Pueden volver siempre que quieran”. –le respondió.
-“A propósito, ¿cómo se llama este lugar?”
-“Cielo”.
-“¿El Cielo? ¡Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!”
-“Aquello no era el Cielo, era el Infierno”.
El caminante quedó perplejo.
-“¡Deberían prohibir que utilicen su nombre! ¡Esta información falsa debe de provocar grandes confusiones!”
-“¡De ninguna manera! En realidad, nos hacen un gran favor. Porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.”
– Paulo Cohelo
El Demonio y la señorita Prym
Las palabras de epígrafe describen por analogía por qué tantos estadistas se quedaron en sus casas el día de las elecciones. Votaron por no votar. Aquellos que pelearon, lucharon y defendieron a Fortuño desde antes de las primarias de 2008 fueron abandonados en el camino por las personas que él mismo nombró para las distintas jefaturas de las agencias. En enero de 2009 se entronizó en el gobierno de Puerto Rico un elitismo feroz que fue tildado, ingeniosamente, de ‘guaynabismo’ por un analista lerdo.
La población del movimiento estadista es, en su mayoría, mulata y de clase media hacia abajo y los colaboradores del gobernador nunca lo entendieron. La dejadez y menosprecio hacia los servidores públicos que lo respaldaron y defendieron fue la orden desde el primer día de su administración. Los defensores de la política pública ganadora quedaron indefensos en su hábitat político.
El nuevo gobernador se pronunció el 2 de enero de 2009; había que recetar la medicina amarga para salvar el fisco. Luego de la perplejidad ante el pronunciamiento la gente comenzó a entender. Sin embargo, las grietas de la codicia aparecieron. Millonarios contratos a personas cercanas a Fortuño se otorgaron como si el gobierno fuera una piñata. Esto vino acompañado de falta de sensibilidad de funcionarios de alto nivel en la Rama Ejecutiva y hasta en la sede misma del Partido Nuevo Progresista hacia los miembros del propio partido.
Luis Fortuño fue un gran gobernador; honesto e íntegro en la cosa pública. En cambio, no fue diligente con su propia gente; olvidando que en Puerto Rico la membrecía política es un elemento de identidad en los individuos, y esa falta de correlación identitaria creó un sentimiento de traición en la base estadista. Por eso, la respuesta fue votar en contra o no votar. Eso explica el saldo de la elección, al sentirse los estadistas abandonados por su mejor amigo.
Comentarios a: marioramosmendez@yahoo.com
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