“Olvida el gobernador que los puertorriqueños nos sentimos orgullosos de nuestra historia y nuestro patrimonio cultural, y el movimiento estadista plantea esta realidad”

“Maldita sean las patrias, las naciones y las identidades. ¿Acaso no es suficiente con ser humano” -Pablo Torres

El discurso de Toma de Posesión del gobernador Alejandro García Padilla será recordado más por lo que no dijo que por lo que dijo. Enfatizando en el aspecto cultural mayormente, haciendo mención de los problemas del País en términos conceptuales y vagos, se olvidó de la realidad política y económica y prefirió dar un viaje por un mundo que no es Puerto Rico y, mucho menos, el que el Pueblo conoce.

El gobernador nos demostró que las divagaciones son su brújula y así será su administración. Veamos: “La identidad puertorriqueña no es una camisa de fuerza, que limita y que excluye. Puerto Rico es un rico mosaico de talentos disímiles, de perfiles y de vocaciones diversas, de pareceres y miradas complejas, pero cobijado por valores compartidos, por una manera común de decir, por tradiciones y luchas que hemos emprendido juntos. Así como somos un país más grande cuando fortalecemos lo que nos une, somos un país más grande cuando respetamos la pluralidad. La bandera puertorriqueña es enseña de alianzas, de concertaciones, de convergencias porque es la bandera de todos, sin distinción. Por eso, es el símbolo que nos une”, dijo apasionadamente García Padilla.

Por años, el discurso ideológico del Partido Popular ha presentado nuestra cultura como algo monolítico, estático, que se puede perder de convertirse Puerto Rico en un estado de la Unión. Alterno a ese discurso, el Partido Nuevo Progresista ha postulado lo contrario; la puertorriqueñidad se ha enriquecido en el contacto con la cultura de Estados Unidos y el biculturalismo es reconocido en el Preámbulo de la Constitución de Puerto Rico y es parte consustancial de nuestra realidad histórica e idiosincrasia como pueblo.

Más adelante, dentro de su mensaje culturalista, expresó: “El País quiere sentirse orgulloso de su historia, de sus paisajes naturales y sus patrimonios culturales. Quiere amar la cultura propia y vivir en interacción productiva con la cultura del mundo. Quiere que se practique más deporte y se cultive una vida más sana. El País quiere estrechar sus nexos con la gran comunidad de puertorriqueños de Estados Unidos y del mundo y asegurar que sus talentos se incorporan al proyecto de país que emprendemos hoy”.

Olvida el gobernador que los puertorriqueños nos sentimos orgullosos de nuestra historia y nuestro patrimonio cultural, y desde principios del Siglo 20 el movimiento estadista plantea esta realidad histórico cultural, que es tratada como un hecho en los Estudios Culturales y analizada por el mismo Carlos Fuentes en su libro El Espejo Enterrado: “Las culturas se enriquecen en el contacto con otras culturas y perecen en el aislamiento.”

AGP/PPD es Volver al Desastre del pasado

La reiteración del gobernador en los elementos de nación, patria e identidad llegó al punto de lo banal. En Puerto Rico no hay nadie que no se sienta puertorriqueño. La identidad cultural es reafirmación diaria nuestra. Históricamente, el movimiento estadista ha afirmado la conservación cultural en la estadidad. En su afán de conceptos, olvidó los problemas vitales del puertorriqueño en la sociedad moderna; del puertorriqueño de carne y hueso, del que siente y padece. En ese enfoque fue más lo ocultado que lo difundido. El programa de gobierno, los proyectos a introducirse en la primera sesión legislativa e informar sobre un plan para trabajar con el problema fiscal y la creación de empleos, y la criminalidad rampante, fueron olvidados en aras del discurso cultural y la bandera. Esto llegó hasta la misma Fortaleza donde la actividad degeneró en un mitin sin palabras, pero con simbología nacionalista.

Finalmente, de lo poco que el gobernador dijo sobre la situación crítica del País fue lo siguiente: “Asumamos sin trepidaciones la realidad de que la recuperación es un camino que hay que andar a paso firme; sin descanso. Llegar toma tiempo. Las cosas no se van a resolver de la noche a la mañana. En muchos temas, la situación va a requerir más tiempo; en otros, menos. Lo importante es que pongamos en marcha la agenda de reconstrucción, bien y pronto, y que la ejecutemos sin pausa, sin tolerancia al titubeo y al propósito de evadirla”.

Ese era el plan de trabajo de Luis Fortuño. Contra ese plan desplegaron los más despiadados e injustos ataques. Y contra ese mismo plan García Padilla encontró eco y hábitat en un sector politizado de la prensa que, sin escrúpulo alguno, repitió su discurso e insulsos argumentos hasta el mismo día de las elecciones.

Comentarios a: marioramosmendez@yahoo.com