“AGP conscientemente enajenó a los estadistas, y a los que ocupan el centro del espectro político”

¡Feliz año 2013 a todos mis lectores! El pasado 2 de enero, Alejandro García Padilla (AGP) juró como Gobernador ante cientos de extáticos seguidores mientras cientos de miles de puertorriqueños de todas las persuasiones seguimos el devenir de los eventos por los medio electrónicos. La atención era justificada pues el bienestar de Puerto Rico en estos próximos cuatro años (y aun años después) dependerá, en gran medida, de que AGP sepa escoger lo que es mejor para nuestra sociedad y nuestro estado. Desgraciadamente, las palabras y las acciones de AGP durante la ceremonia de juramentación y celebración y sus primeras ejecutorias como gobernador levantan serias dudas sobre si tiene la capacidad para escoger lo mejor para Puerto Rico y para lograr el apoyo nacional y local para implantar las políticas necesarias. Veamos.

La juramentación estuvo matizada en todo momento con fuertes tonalidades de nacionalismo parroquial. La música escogida para la actividad fueron temas preferidos de los independentistas e hispanófilos. Excepción hecha de las banderas protocolares, se voló la bandera de Puerto Rico sin estar acompañada de la americana y al llegar a Fortaleza, AGP saludó a los presentes ondeando sola la bandera de Puerto Rico. En los actos protocolares se evitó toda mención eludible de Estados Unidos. Se hizo mayor énfasis en la presencia de funcionarios de islas del Caribe que en la participación de personas del Gobierno federal y de los estados. En fin, el modelo para la actividad era la inauguración del presidente de una república caribeña, no la juramentación del gobernador de un estado. ¿Cuál pudiera ser el precio de esta proyección?

Fíjese que el presidente Barack Obama ni siquiera le envió un mensaje de felicitación, como ha sido la costumbre (y, si se lo envió, no lo leyeron, que es peor aun). El copresidente del Comité Interagencial, Tony West, estuvo presente en la ceremonia pero guardó silencio dedicándose más bien a absorber el clima nacionalista y de exclusión de lo americano para reportar al presidente y al ‘Task Force’. ¿Qué mensaje recibirá Washington en un momento en que se discute en el Congreso los recortes en el presupuesto federal y, por ende, nuestra participación en programas de beneficios. ¿Cuál será para el costo para los estudiantes, las madres solteras, los deambulantes y en general, los pobres de Puerto Rico de la ‘borrachera nacionalista’ de unos pocos en la inauguración de AGP?

La prensa oficialista vendió el mensaje del gobernador como uno de “unidad y esperanza” que “el Pueblo necesitaba escuchar”. En realidad fue uno vacío y hueco lleno de frases trilladas con poca sustancia de política pública. Comenzó refiriéndose a Puerto Rico como la nación y de ahí en adelante utilizó decenas de veces la palabra “País” (que usan independentistas y soberanistas para implicar que somos como los países independientes, o, que debiéramos serlo próximamente). No hubo referencias concretas a políticas públicas específicas. Su mensaje estuvo, además, matizado por el uso de palabras como “tiraera”, que demuestran que el mensaje tenía más de discurso de barricada que de mensaje de Estado. En fin, como me dijo un amigo profesor independentista que trabajó para Acevedo Vilá, “fue un mensaje de nivel de octavo grado.”

Más aun, por atraerse el apoyo de los izquierdosos y los nacionalistas de su partido y de grupos periféricos, AGP conscientemente enajenó a los estadistas, a los que creen en la unión permanente dentro y fuera de su partido y a los que ocupan el centro del espectro político. Aunque tenga los votos en la Asamblea Legislativa para aprobar sus proyectos, AGP ha renunciado a las políticas necesarias para continuar el proceso de recuperación de Puerto Rico y al apoyo de los grupos políticos locales significativos que podrían ayudarlo a motorizarlas.

No satisfecho con enajenarse apoyo externo a su administración, AGP en su primer día en el puesto enajenó a los prospectivos presidentes de las cámaras y toda su delegación legislativa al pretender imponer por la fuerza su reforma para esa Rama. Nadie tiene dudas de que hay que hacer reformas para reducir los costos de las Cámaras, pero AGP ha procedido en este asunto de una manera insensata generando disenso en vez de consenso necesario para esos cambios. En el proceso se ganó faltas de respeto de los líderes de las Cámaras y algunos de sus miembros. A cinco días de la administración García Padilla, es claro que estamos ante un líder que deja mucho que desear en cuanto a su capacidad administrativa y política.

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