“El problema no está en la sábana y mucho menos en la calentura”

Entrado el nuevo gobierno, el debate político se reduce a una madeja de trilladas falacias sobre las presuntas soluciones a los principales problemas que aquejan a Puerto Rico. El gobernador Alejandro García Padilla ha puesto como su primera prioridad el tema de la llamada reforma legislativa, como si con ello fuese a contribuir de alguna forma –aunque sea meramente cosmética o fraccional– al terrible problema de la improductividad, de la impotencia y la falta de calidad representativa.

Históricamente, gracias a los sensasionalismos de una Prensa funcionalmente analfabeta, la Asamblea Legislativa ha servido de patito feo y de cargaculpas de todo lo malo que acontece en nuestra sociedad. Ese parlamento es precisamente producto y reflejo de nuestro sistema social, económico y político. El problema no está en la sábana y mucho menos en la calentura. Los llamados ‘recortes legislativos’ son un chiste. La última Legislatura dispuso de un presupuesto de $80 millones, lo que equivale a una fracción de menos del medio por ciento de la totalidad del presupuesto consolidado de $25 mil millones del ELA. Recortar el 30%, o aproximadamente unos $26 millones, no representa economía alguna.

La segunda bobería, detrás del argumento, es eliminar la triple facturación quitándole al legislador los $1,500 mensuales de automóvil y unos $20 mil a $40 mil en dietas. Santo y bueno. Digamos que nos ahorramos $50 mil por legislador. Multiplique eso por 78 legisladores y el ahorro no llega a $4 millones. En cambio, le damos patente de corso al legislador para que continúe operando sus negocios a tiempo parcial, o pa’ que ponga a guisar a la parentela. O sea, estamos abriendo la puerta de par en par al ‘payoleo’, nepotismo, al tráfico de influencias y al blanqueo de dinero utilizando las profesiones y/o negocios para tapar fines ilegítimos. Esos confines peligrosos que abre la reforma, pudieran ser minimizados con un estricto código de ética sumado a una continua monitoría y auditoría de las cuentas personales de cada legislador, precisamente para minimizar sobornos.

Como lo de AGP no sabe de economía podría dedicarse a mejorar de verdad la educación – pero tiene que olvidarse de figureo

El legislador a tiempo parcial tampoco atiende el problema de la baja calidad del producto humano. Es decir, el partidismo extremo, la falta de educación, de valores, de cultura, de ética, de profundidad, de conocimiento y de civismo que predomina en el 85% o 90% de nuestros representantes del Pueblo. ¿No será que le estamos pidiendo peras al olmo? La vasta mayoría de esos legisladores son reflejo del País y producto del deficiente sistema educativo, social y partidista del ELA. Pretendemos entonces, que esos ciudadanos sean superiores a nosotros y suponemos que de alguna forma tengan unos atributos superiores que el sistema debiera proveer, pero que no le da a ellos ni al resto de la población. Esa falta de calidad humana y calidad profesional solo puede ser satisfecha a largo plazo con una reforma sustantiva en nuestro sistema educativo, una mejoría cualitativa en la calidad de vida, y más a corto plazo, con la eliminación del carrerista o político profesional.

¿Cómo se resuelve a término medio? Con una tajante limitación a dos términos y pa’ fuera y eliminando salarios a cambio de un estipendio nominal y ‘per diem’ por día de sesión. ¡Pa’ fuera los vividores! Solo ese sistema puede lograr una renovación real en la calidad del debate público y en la productividad y eficiencia de los proyectos e investigaciones legislativas. Esos precisamente son los ángulos que los políticos no desean plantear, considerar o discutir.

Otro cuento de bobos que presenta como solución el nuevo gobierno es el uso de la Guardia Nacional para combatir la criminalidad. El Secretario de Justicia, que no es ducho ni versado en Criminología ni Derecho Penal, afirmó frente a los federales que los problemas de las armas, las drogas y el crimen son problemas de los americanos y no de los puertorriqueños. O sea, la violación de las leyes penales es un producto ‘Made in USA’. Como si no hubiese drogas, asesinatos, secuestros, robos y violencia machista en México, Honduras, Dominicana, Brasil, España, China o cualquier otra sociedad humana. Peor aun, si bien es cierto que el problema de las drogas, del machismo y de las armas es uno de proporciones globales y nacionales, no es menos cierto también que el impacto primario se recibe en Puerto Rico; que las víctimas y la vasta mayoría de los criminales también son boricuas, de manera que el problema también está ‘Hecho en Puerto Rico’ y nos corresponde atajarlo. Claro está,  la guerra contra el crimen no va a tener éxito hasta que transformemos, revolucionemos y mejoremos el estándar de vida, la falta de empleos, la falta de ingresos, la terrible educación, la ausencia de valores y la forma en que enfrentamos el problema de las drogas. Para esto hay que reducir la burocracia y el costo del gobierno.

Esos, por supuesto, son palabras mayores que AGP tampoco atiende y que insiste en enfrentar con soluciones simplonas y mojigatas como lo son “el enfoque salubrista” y la sacada en pasarela de la Guardia Nacional. El primer chiste está en decir que el activar 50 o 100 efectivos y emplazarlos en los aeropuertos y en los puertos –donde no hay asesinatos ni crímenes de violencia– para que sirvan de maleteros y detengan la entrada de armas ilegales y drogas. ¿Por qué no ponen esos soldados a impactar los 1,200 puntos de droga que hay en Puerto Rico y en cuyos alrededores es que gira el tráfico y el intercambio de drogas y tiros? No lo hacen, porque para atacar esos 1,200 frentes de guerra habría que tener un ejército de más de 20 mil efectivos. Y eso costaría la billonada que no tiene Hacienda. Aparte de que hay serias dudas legales sobre la capacidad de la GNPR para intervenir con civiles en casos criminales. Nuevamente, un chiste tan cuento peregrino, como fue la promesa de Agapito de convocar una extraordinaria el mismo día de la juramentación y antes de que se constituyera la Legislatura, para imponer la reforma legislativa.

¿Queremos mejorar la sociedad? Pues vamos a hablar de sustancia. Hagamos lo que está haciendo México, extendiendo los horarios escolares de 8 a 5 para combatir el ocio y la criminalidad. En vez de legisladores a tiempo parcial, hablemos de escuelas y estudiantes a tiempo completo. En vez de estar ofreciendo boberías, hablemos de soluciones reales…