Tesis: lo que está pasando al momento en el PNP es consecuencia lógica de lo que ocurrió el pasado 6 de noviembre por las circunstancias de la organización y del liderato del Partido. Ahora el PNP tiene que reinventarse. Vamos al análisis.

Tesis: lo que está pasando al momento en el PNP es consecuencia lógica de lo que ocurrió el pasado 6 de noviembre por las circunstancias de la organización y del liderato del Partido.  Ahora el PNP tiene que reinventarse. Vamos al análisis.

Primero, el pasado 6 de noviembre, el PNP sufrió una de las más grandes derrotas electorales de su historia.  No porque hubiera una avalancha de votos por el PPD, sino porque la exigua ventaja que acumularon se tradujo en la captura de una gran cantidad de las posiciones electivas: la mayor parte de los legisladores PNP del pasado cuatrienio perdieron sus posiciones e igual le ocurrió a un significativo número de alcaldes. Solo se salvó la Comisaría Residente en la que Pedro Pierluisi obtuvo más votos que todos los candidatos a cualquiera de las posiciones.

Segundo, a lo anterior se le añade el vacío de poder al tope que causó la renuncia de Fortuño a la Presidencia del partido. Es su estilo. A lo largo de toda su carrera electoral Fortuño ejerció un liderato sin carisma. Cuando Romero o Rosselló perdieron elecciones o primarias retuvieron y retienen importantes sectores admirándolos y, a veces, motorizando su participación en nuevas primarias y elecciones.  Ahora, cuando Fortuño es derrotado y renuncia a la presidencia del partido, nadie le ruega que recapacite y vuelva a aspirar, aun cuando AGP solo lo superó por once mil votos, ventaja que perderá antes de cumplirse seis meses del cuatrienio haciendo muy posible un triunfo del PNP en el 2016.

Tercero, El PNP tiene varios buenos líderes que tienen los galones para ocupar la posición de Presidente del partido, pero algunos líderes y militantes temen seleccionar ahora entre ellos porque piensan que es equivalente a escoger el candidato a la Gobernación en el 2016, algo que sería prematuro. No es así, ahora solo se seleccionaría un presidente para completar el término de Fortuño. En noviembre de este mismo año, por disposición reglamentaria, el PNP tendrá que elegir un Presidente en propiedad que ejercerá su cargo hasta el 2015 ó 2016 cuando se escoja el candidato a la Gobernación que, por reglamento, pasará también a ser el Presidente del partido. Como pueden ver, el reglamento dispone que se vaya ajustando la presidencia a las circunstancias cambiantes y la candidatura a la Gobernación que, en caso de haber múltiples aspirantes, se elegiría en primarias como ya ha ocurrido en varias ocasiones.

Cuarto, en este momento lo que necesitamos es un Presidente que pueda dedicarse en cuerpo y alma a lograr tres tareas. La primera y más urgente tarea es la de reorganizar el partido. Volver a traer a su estructura a los penepés fieles que fueron excluidos por advenedizos que nunca entendieron lo que es ser político, penepé o estadista. Ese presidente debe buscar e inspirar buenos funcionarios del partido y posibles candidatos, ya sean jóvenes o veteranos, pero todos limpios y comprometidos con el PNP y con la estadidad. Ese líder debe unir el partido al interior para luego ir a buscar los de otros partidos. Los resultados de las pasadas elecciones demuestran que el PNP tiene la base más grande, probablemente mayoritaria en términos absolutos, en el electorado puertorriqueño. Por eso ganó en votos íntegros. Por eso, aunque algunos líderes durante la campaña enajenaron innecesariamente a grupos importantes como la comunidad LBGTT, los dominicanos, las uniones obreras, los católicos, los estudiantes universitarios et al., perdimos por solo once mil votos. Más aun, calcule que varias veces once mil fue el número de penepés que se quedaron en la casa y no fueron a votar, por errores del liderato. Ese PNP, como ha dicho Thomas Rivera Schatz, no estaba dormido, estaba rebelde.

La segunda e imprescindible tarea del nuevo presidente es asegurarse que las delegaciones legislativas, los alcaldes, los funcionarios del partido y los prospectivos candidatos mantienen una justa pero vigorosa e incansable fiscalización de la administración de AGP. La tercera y fundamental tarea es defender con uñas y dientes la victoria del “No” y de la “Estadidad” en el plebiscito y empujar sin desfallecer que el Congreso escuche y acepte esa decisión del Pueblo de Puerto Rico.