La política económica del PPD

La política económica del Partido Popular

8 de febrero de 2013 – OpiniónPolítica – 

“La invitación al capital americano vendría acompañada de suculentos postres que, sin variar mucho en el camino, han seguido vigentes”

Suministrada.

En 1940 el Partido Popular llega al poder con un programa de reivindicación de las clases pobres y la clase trabajadora. Al cuatrienio de 1940 a 1944 se le llamó, por algunos, “una revolución proletaria”. Se presentó en esos años la legislación social y de justicia obrera más impactante en la historia del País. Legislación, en su mayoría, vigente. En esa obra legislativa de avanzada se destacó sobremanera Vicente Geigel Polanco, a quien acertadamente catalogaron como “el cerebro mágico” de dicho partido.

Sin embargo, varios años después, a mediados de esa década, la figura de Teodoro Moscoso adquiere relieve e influencia en la mente de Luis Muñoz Marín y surge una especie de viraje ideológico dentro del Partido Popular. La Ley de Incentivos Industriales se aprueba para poder traer capital externo -industrialización por invitación-, se crea la Administración de Fomento Económico, encargada de traer industriales americanos que establecerían sus fábricas o negocios en Puerto Rico, y comienza la ‘Batalla de la Producción’. En 1948 se aprueba la Ley de Juegos de Azar para complacer a Conrad Hilton, quien quería construir un hotel con sala de juegos, y en 1952 se aprueba la Sección 931 del Código de Rentas Internas Federal que, a su vez, en 1976 devendría en la famosa Sección 936. (Véase James Dietz, Historia Económica de Puerto Rico). A esto se le llamó “estrategia de desarrollo económico como ideología”. (Véase Emilio Pantojas, Development Strategies as Ideology: Puerto Rico’s Export-Led Industrialization Experience).

La invitación al capital americano vendría acompañada de suculentos postres que, sin variar mucho en el camino, han seguido vigentes y endulzando a los grandes intereses hasta nuestros días. Las fábricas a instalarse, además de la exención contributiva, tendrían renta en los locales construidos por la Administración de Fomento Económico al precio nominal de un dólar al año; disfrutarían de subsidios de agua y luz; se les garantizaría que tendrían una nómina con salarios bajos y, como si fuera poco, cero uniones obreras. El partido que unos años antes había aprobado legislación de avanzada para los pobres y los trabajadores les garantizaba a los empresarios americanos este almuerzo a la carta.

Durante la década de 1950 se estimuló la emigración como una manera de controlar la población y el desempleo, (Véase Annette Ramirez de Arellano and Conrad Seipp, Colonialism, Catholicism, and Contraception: A History of Birth Control in Puerto Rico), y hasta se creó una división para dicho propósito en el Departamento del Trabajo. Los puertorriqueños emigrados iban dirigidos a sembrar y recoger hortalizas en campos agrícolas en los estados donde eran maltratados por sus patronos con conocimiento por los gobernantes de turno allá y acá. (Véase Carlos Antonio Torre, Hugo Rodríguez Vecchini and William Burgos; The Commuter Nation: Perspectives on Puerto Rican Migration). O sea, la industrialización por invitación, con el suculento manjar a otorgárseles, no pudo detener lo que en esos años fue visto como una “válvula de escape”.

Para 1968, año en que hay un cambio de gobierno en Puerto Rico por primera vez en 28 años, el nivel de pobreza era alarmante. El Estado Libre Asociado, con todos sus usufructos industriales y su estribillo de que era “el progreso que se ve”, no podía contener que las raíces de la pobreza siguieran hundiéndose en el suelo patrio hasta llegar al subsuelo moral de los puertorriqueños.

La política económica del Partido Popular ha sido siempre subvencionar a los grandes intereses, no al pueblo. Esa defensa es parte de su ideología política, porque va a la médula de lo que realmente ellos llaman el Estado Libre Asociado. El apoyar en el pasado la Sección 936, que se llamó en Washington ‘corporate welfare’, y que creó más riqueza para las multinacionales que empleos para los puertorriqueños; el notorio arbitrio reductor que se le impuso a mediados de la década del 80 al petróleo importado; el mal recordado impuesto a los refrescos en 1990, conocido como ‘refrescaso’, y la eliminación en 2001 de alivios contributivos para la clase trabajadora aprobados entre 1999 y 2000, son algunos ejemplos históricos usados como herramienta ideológica para fortalecer sus propios intereses y valoraciones políticas.

La presente administración no se distingue de las anteriores del Partido Popular. Ha seguido la misma trayectoria de pensamiento. Si en 1940 el “pueblo entró en escena” hoy es un espectador indefenso con esperanza de mejores tiempos, que no vendrán mientras la actual política de gobierno siga inmersa en el claroscuro escenario de su propia historia.

Comentarios a: marioramosmendez@yahoo.com

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