Aeropuerto

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12 de febrero de 2013 – OpiniónPolítica – 

“Si el Estado es fuerte, nos aplasta, si es débil, perecemos”
– Paul Valery

EL VOCERO/Dennis Jones

Dr. Héctor A. Ríos Maury  Catedrático UPR Río Piedras 

Hace lo correcto el gobernador García Padilla al permitir que siga su curso el diligenciamiento del contrato de arrendamiento del aeropuerto Muñoz Marín. Una cosa es revisar lo pactado, a juicio muy conveniente y justo para Puerto Rico, pero que siempre debe estar abierto a nuevas opiniones enriquecedoras, y otra es enunciar el religioso y Titokayaquesco grito de: No a la privatización…

Ya existe un vehemente ‘Comité en Defensa del Aeropuerto’, entidad que según sus patrióticos y puros militantes está en peligro. Según ellos, es atacado por enemigos doblemente satánicos: privados y extranjeros. Son los de siempre, esta vez diseminando no solamente su religión de culto al Estado como sabelotodo, sino además propagando cierto racismo xenófobo con toque nazi…

“No le entreguemos el aeropuerto a esos mexicanos”, argumentan; anclados en coordenadas de ignorancia atrasada y falsificadora, de esa que no entiende las dinámicas integradoras e inclusivas de una realidad global que cada día con más fuerza borra o minimiza las fronteras del viejo y obsoleto mundo del nacionalismo más exacerbado…

En Puerto Rico el debate público sobre la privatización refleja una de las mezclas más perniciosas. Peor que la muy rentable y sermoneada unión de la gasolina y el alcohol, y aun que la terrible fusión del mucho dinero y la vulgaridad. Se trata de la horrorosa combinación de fanatismo, prepotencia y dogmatismo ideológico.

Contrario a lo que creen algunos cultivadores de la estadolatria, los sectores privados no se limitan a las corporaciones de gran capital, tan malignas según algunos tediosos que rugen noticiosamente contra el Estado por corrupto y represivo pero paradójicamente pretenden que dirija por decretos la economía. Esos sectores privados incluyen además: uniones obreras, comunidades, asociaciones civiles, iglesias (con o sin fines de lucro) pequeñas y medianas empresas y cooperativas, entre otras entidades. Por eso cuando el Estado transfiere propiedad, recursos o responsabilidades a cualquiera de estos integrantes está privatizando y puede hacerlo por medio de unas 23 formas, clasificables en ocho categorías, algunas conservadoras, otras liberales e hibridas. Véase mi libro: Privatización: Formas, Mitos y Aspectos Gerenciales, Ediciones Nueva Aurora, San Juan. 2000.

El exaltado ‘no’ a la privatización está repleto de superficialidad y es una reminiscencia ideológica de la burocracia gubernamental, el socialismo y el estatalismo. Expone una supersticiosa minusvalía psicológica y política de sus defensores ante un Estado imprudentemente dominante y omnipotente. Con razón… sus partidarios tienen gran parte de la culpa de aquello de que el pueblo unido… siempre fue confundido… y vencido.

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