La despoblación de Puerto Rico afecta a la Isla de forma generalizada e indiscriminada.

Yesef Y. Cordero Lebrón, MBA
Exsecretario de Vivienda

La semana pasada la periodista Ileanexis Vera Rosado de este periódico reseñaba una noticia de dramáticas consecuencias para Puerto Rico. Dicha noticia señalaba que para el 2050 la población de Puerto Rico debería estar en 2.3 millones, lo cual tendría consecuencias nefastas para la economía. Esto equivale a una reducción del 36% de la población al 2010 (3,725,789).

Esa proyección de la población de Puerto Rico es una continuación de la ya documentada tasa negativa de crecimiento que venimos experimentando desde el 2000, cuando perdimos el 2% de la población entre el 2000 al 2010. Según las cifras más recientes del Negociado del Censo entre el 2010 y 2012, la tasa de crecimiento continuó decreciendo a un ritmo de 1.6%, ó aproximadamente una reducción de 60 mil habitantes. Los municipios que perdieron más población porcentualmente fueron Ponce, Lares, Guánica, Mayagüez, San Juan, Yauco, Peñuelas, Ceiba, Fajardo, y Las Marías. Estos municipios experimentaron reducciones desde el 3.1% hasta el 3.6%. Les siguieron Bayamón, Guayanilla, Cataño, Villalba, Aguadilla, Loíza, Utuado, Ciales, Carolina, Toa Baja. Las poblaciones de estos municipios decrecieron entre 2.8% a 2.3%.

Un breve vistazo a estos datos devela información interesante. Vemos que hay municipios bien ricos (ej., Guaynabo) y municipios bien pobres (ej., Loíza); urbanos (ej., San Juan) y rurales (ej., Las Marías); costeros (ej., Fajardo) y del interior (ej., Villalba); y de todos los puntos cardinales. Esto nos dice que la despoblación de Puerto Rico afecta a la Isla de forma generalizada e indiscriminada. No es una cuestión de municipios ricos versus pobres, grandes versus pequeños, ni de Norte versus Sur, o Este versus Oeste.

Sin embargo, estas tendencias demográficas pueden tomarse en cuenta a la hora del Gobierno formular e implantar política pública. La primera consideración que debería tener en cuenta el Gobierno es cómo revertir, o al menos reducir, el decrecimiento poblacional de Puerto Rico. Es decir, los políticos deben constantemente preguntarse si tal o cual iniciativa o medida gubernamental tendrá un efecto de crecimiento poblacional o no.

La segunda consideración, y no menos importante, es utilizar los limitados pero menguantes recursos gubernamentales cónsonamente con las tendencias demográficas. Es decir, el Gobierno no debe invertir infraestructura significativamente en municipios que continúan perdiendo población aceleradamente. Eso constituiría una ineficiente utilización del fisco, y atentaría contra las necesidades de los ciudadanos que más necesitan de la inversión gubernamental.

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