La inmundicia y los estertores del colonialismo en Puerto Rico

La inmundicia y los estertores del colonialismo en Puerto Rico

Foto del 3 de junio de 2013. Eric Alvarez © Todos los derechos reservados.

Aquellas personas que quisieron ver en Alejandro García Padilla un líder independentista, remozado y moderado, “infiltrado” en las filas del inmovilista Partido Popular Democrático (PPD), o que pensaron que por fin el populismo neonacionalista iba a demostrar su liderato y su capacidad de gobernar, o más modestamente, ser capaz de mantener con vida el gobierno colonial para “detener la estadidad”, con “Yulín en San Juan y Alejandro en la gobernación”, se han tenido que enfrentar con una dura realidad.

La incompetencia de la alcaldesa de San Juan, ciudad capital de la isla, Carmen Yulín Cruz Soto, y del propio gobernador, Alejandro García Padilla, ha superado la demagogia populista y el autoritarismo provinciano de ambos, a tal punto, y con tal rapidez, que no han hecho otra cosa que profundizar la inmundicia, y hacer más evidentes los estertores del modelo colonial, que en pleno siglo 21 es indudablemente un esquema político reaccionario y retardatorio para la isla.
Esta realidad es perceptible en lo más concreto y simple, así como en los más complejos procesos políticos en la isla, particularmente aquellos relacionados con las medidas económicas y fiscales del gobierno del PPD, del cual García Padilla es presidente. La responsabilidad de partido e individuo, las acciones del ente colectivo, y las del ente individual, se han coagulado para profundizar la crisis de la isla en todos los ámbitos.
Estas responsabilidades particulares no pueden ser separadas, ocultadas o excusadas con banalidades y relatos propios del infantilismo político. En la presente situación que vive el país, son totalmente ridículas las alegaciones de que el gobernador García Padilla fue sorprendido por una realidad oculta al llegar a la gobernación. La verdad es otra, y su origen mucho más perverso.
En ese contexto, la euforia populista con la que llegó al poder el señor gobernador, y que tuvo su punto culminante —mas no final— en las celebraciones con ánimos de victoria revolucionaria en compañía de la alcaldesa Cruz, durante unas —literalmente— macabras fiestas de la calle San Sebastián, ha comenzado a desinflarse a una velocidad meteórica en el caso de ambos funcionarios. (1)Por un lado, desde la cabeza de playa de San Juan, la alcaldesa Cruz ha demostrado su extraordinaria capacidad para llevar a la renuncia a funcionarios probos y altamente calificados —muchos de los cuales coinciden con su ideología en diferentes grados— debido a su intolerancia y arrogancia sin límites. Esa pequeña dictadora que lleva por dentro sale a flote a la menor provocación. La cantidad de funcionarios descontentos, por otro lado, es innumerable.
El autoritarismo, debe indicársele a la alcaldesa, no es una manera propia de gobernar, al menos no si se va ajustar a los principios esenciales de la democracia, limitada y maltrecha como la que se vive en esta isla, pero democracia después de todo.
Foto de derrame del 11 de junio de 2013.
Eric Alvarez © Todos los derechos reservados.

La problemática de la ineficiencia administrativa en San Juan es de tal magnitud que tareas elementales como la limpieza de su centro histórico, de zonas fundamentales por ser vías de acceso turístico y de actividades de recreación pasiva, como es el caso del paseo lineal de la Avenida Baldorioty de Castro, de zonas residenciales en Santurce, y la toma de acción sobre las descargas que continúan produciéndose en la laguna del Condado, han sido dejadas al olvido.

Por su parte, Alejandro García Padilla, ha demostrado que es un fracaso como gobernante. No lo salva haber construido un derroche populista en una propuesta de presupuesto gubernamental que obvia los problemas fiscales, crediticios y económicos de la isla. El presupuesto resulta claramente incompatible con la capacidad productiva de la economía, con la capacidad de recaudo de impuestos por el gobierno, y la necesidad de una administración austera y seria de las finanzas gubernamentales.

Este presupuesto conlleva continuar el ciclo de la dependencia de la población en un presunto estado benefactor que no sólo concede beneficios y subsidios (muchos de ellos financiados realmente por el gobierno federal), sino que actúa como fuente de empleos improductivos. Estos empleos, y la madeja de negociados y oficinas innecesarias, son la base del patronazgo (es decir, el chantaje político partidista de los empleados por los partidos de gobierno), de una sociedad consumista, y de una ineficiente y paquidérmica burocracia gubernamental.
Una propuesta, se ha dicho, que propende al mantenimiento del estatus quo en el plano de las políticas económicas que son, precisamente, las que han llevado a la isla a su presente crisis; y que en el caso de que fuera enmendada por la legislatura —rama de gobierno controlada por el propio Partido Popular Democrático— sin ejercer el rigor necesario, como se anticipa, terminará convertida en un monstruoso presupuesto gubernamental. (Véase el artículo del profesor Elías Gutiérrez, El Riesgo de Escapar a la Degradación, en su página electrónica, 8 de junio de 2013.)
Resulta esencial, tomando en cuenta los señalamientos del profesor Gutiérrez en su artículo, el que aun si el presupuesto sometido por García Padilla prevalece, el efecto a mediano y largo plazo será la reproducción de las mismas causas de la crisis social y económica de Puerto Rico existente en la actualidad. La principal de ellas: la carencia de un modelo económico capaz de competir en la economía global. A mi modo de ver, un drama circular de un viaje de regreso infinito al pasado, de retorno a la realidad social, económica y política del año 2013; evidencia, precisamente, del carácter reaccionario y retardatorio del colonialismo, en general, y de la presente administración de gobierno, en particular.
Sobre la perspectivas económicas inmediatas, como producto de la propuesta presupuestaria de García Padilla, el profesor Jaime Benson ha señalado que “[l]a degradación a ‘chatarra’ se prefigura como un escenario insoslayable ante la terca e ilusa pretensión de cuadrar el presupuesto propuesto con 54 nuevas medidas impositivas para generar nuevos recaudos en el orden de $1,500 millones en una economía [en] franca contracción…” (Conteo regresivo hacia el ‘chatarrazo’ , El Vocero, 5 de junio de 2013.)
Por otro lado, el profesor Benson advierte que “[l]a economía ahondará su contracción, los esperados recaudos no se materializarán y la degradación a ‘chatarra’ será cuestión de tiempo”, de no adoptarse una política dirigida a “controlar el gasto gubernamental a la vez que se incentiva el crecimiento económico permitiendo que entren en efecto las bajas contributivas sobre ingreso de la segunda fase de la reforma contributiva”, como ha propuesto el comisionado residente Pedro Pierluisi. (Véase el artículo antes citado del profesor Benson para una discusión más amplia de este asunto.]
Justo es el reconocimiento que hace el profesor Benson de las “políticas de responsabilidad y prudencia fiscal de la […] administración de Luis Fortuño”. Mediante éstas medidas el entonces gobernador Fortuño  logró estabilizar, en buena medida, la situación económica y la crisis crediticia, producto de prácticas de diferentes gobiernos, tanto del PPD como del Partido Nuevo Progresista, a través de unos treinta años de historia, basadas todas, esencialmente, en discursos populistas, sin una producción económica que las sostuviera.
Al respecto es pertinente la cita a continuación del artículo del profesor Gutiérrez:

La administración Fortuño logró evitar la degradación de las obligaciones del gobierno central a niveles especulativos. Lo hizo incurriendo en un coste político inmenso. Su éxito fue parcial, ya que no lo logró con relación a varias corporaciones públicas para las que el mercado de capital está cerrado y ya dependen del BGF para financiar sus operaciones. De hecho, hoy el BGF actúa como síndico de varias corporaciones públicas. Esa realidad ha trasladado al BGF los efectos de la insolvencia de la Autoridad de Carreteras y Transportación, poniendo en riesgo la del propio banco.

Al final del camino, la reforma contributiva y las políticas de responsabilidad y prudencia fiscal de la administración Fortuño han sido rechazadas por la administración de García Padilla, “aumentando los gastos operacionales del Gobierno en su propuesta de presupuesto para el nuevo año fiscal que comienza el 1 de julio en $753 millones, [y] encaminado a Puerto Rico hacia la eventual e inevitable degradación a ‘chatarra’ de los bonos de obligación general del Gobierno central». (Véase el artículo citado del profesor Benson.)
Hay que señalar —particularmente para beneficio de los enmascarados de la objetividad que divulgan la falsa idea de que García Padilla se “encontró” con una realidad económica inesperada—, que el gobernador contó con un amplio proceso de transición antes de su juramentación. Si, como se arguye, el gobernador se encontró sorpresivamente con un cuadro desolador, ¿cómo se justifican las fiestas del derroche, desde aquellas de la calle San Sebastián, hasta la presentación de una lunática propuesta presupuestaria de carácter populista que llevará alpaís a una situación, igual o peor, a la que sufre actualmente?
Efectivamente. No se trata de que García Padilla se haya encontrado con un cuadro desolador, con una realidad oculta. La verdad es más perversa y ridícula. Lo cierto es que García Padilla, con el asesoramiento de su gente en los medios de prensa, y su agencia de publicidad, optó por la mentira vil. Y lo que es peor aún, hacerse el tonto ignorante para deshacer las medidas razonables de la administración de gobierno anterior del Partido Nuevo Progresista, formación que, como se sabe, impulsa la integración política y jurídica plena de la isla a los Estados Unidos. No sería irrazonable pensar que las acciones de García Padilla y su partido están motivadas por razones ideológicas, y no por el análisis serio de la situación económica y fiscal de la isla.
Los hechos demuestran que Puerto Rico se encuentra inmerso en un colonialismo reaccionario en fase moribunda. Sus últimos estertores son evidentes y paso a enumerarlos. Un gobernante, y su partido, atrapados entre el discurso populista y la caducidad de un modelo económico basado en una relación colonial con los Estados Unidos —la cual han promovido y representado históricamente— y que no le permite a la isla posicionarse efectivamente ante la economía global. Una oligarquía criolla, hija de los grandes hacendados y comerciantes del siglo 19, decadente y rancia, la cual presenta oposición a cualquier cambio al modelo colonial, debido, entre otras razones, a que sería el sector social que realmente se vería afectado por el sistema de contribuciones federales. Unas instituciones jurídicas y políticas que no cuentan con la confianza de la ciudadanía; como cuestión de hecho, de no estar presente en la isla el conjunto de instituciones jurídico-políticas federales, la situación de ingobernabilidad colonial sería peor. Finalmente, una crisis social y económica, con todos los visos de un proceso de desintegración social, cuya superación, como he expresado en otras ocasiones, tomará no menos de 20 años, es decir, al menos una generación, y tal vez aún más, si Puerto Rico permanece como un territorio colonial.
La descomposición o desintegración social en Puerto Rico, surge de la putrefacción y corrupción presente en las instituciones del Estado y de la sociedad en su conjunto. Se trata de factores que, aunque no sean visibles, se manifiestan en el funcionamiento y la conducta de los individuos en el entretejido que abarca el conjunto de la sociedad y sus instituciones.
La descomposición social se manifiesta en los juegos homicidas del cinismo intelectual, la hipocresía y la ambición; en la consolidación de la manipulación, la difamación, y el engaño, como el modo de ser y de hacer predominante en la sociedad; en la pérdida de los principios de la solidaridad y el respeto a la dignidad del Otro; un proceso de pérdida, en fin, de la Civilidad. Con la muerte de la Civilidad se pierde el último vínculo que da sentido, y sirve de referente, a la vida comunitaria, a la sociedad, de modo que ésta no se convierta en una comuna cavernaria donde sobrevive el más fuerte. (2)
Estas manifestaciones de descomposición putrefacta no sólo están presentes en la sociedad en general, sino que serpentean, particularmente, entre las instituciones del arte y la cultura, cruzan por la academia y la intelectualidad, enredan, desenredan y vuelven a enredar a los sectores más colonialistas y electoralistas de la patética clase política, y hacen sus nidos mortales entre la oligarquía criolla que controla los medios de información y la banca. Precisamente son estos sectores los que presentan mayor oposición a la descolonización, y a la integración política plena de Puerto Rico a los Estados Unidos.Mientras este fenómeno de descomposición social se está produciendo en la sociedad puertorriqueña, parece ser que sólo unos pocos estamos dispuestos a reconocer el tumor y extirparlo. Para García Padilla y el PPD, para los sectores que viven de vivir como su rabiza, o para cubrirles las espaldas, en fin, para los reaccionarios colonialistas en su conjunto, en Puerto Rico, sencillamente, “hay bosques lluviosos, y hasta desiertos hay”, “todos somos felices”, “tú estás bien, yo estoy bien”. “Todos estamos bien”, es la consigna de este gobierno en rastrojos.
La realidad es que los problemas presentes no serán resueltos por medidas populistas, ni por discursos grandilocuentes desde oficinas corporativas sobre fenomenales reformas con perfume socialista, mucho menos, defendiendo la permanencia de la condición colonial.
Quienes tal posición adoptan se quedarán asidos a los restos del colonialismo reaccionario, repitiendo, una y otra vez, los discursos del neonacionalismo populista; actuando, lastimosamente, de la misma manera delirante que Juana la loca, al llevar consigo, por toda Castilla, los despojos de su amado difunto, Felipe, el hermoso.
Notas:


(1) Considere además: Una cuestión de estilo del profesor José Garriga Picó.

(2) Precisamente, cuando he hablado en el pasado de valores lumpen o lumpenización me he querido referir, entre otras cosas, a este reino donde prevalecen unos principios contrarios al Derecho y la Civilidad democrática, y que se funda en la adaptación y asimilación de los códigos de conducta que rigen las relaciones entre los individuos en el bajo mundo, en las regiones de lo subterráneo delictivo, al margen del Estado de Derecho, y que dictan la pauta de una sobrevivencia, culturalmente tribal, determinada por diferentes formas de violencia pero, en todo caso, violencia.
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Acerca de mí: un intento de «profile»

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San Juan, Puerto Rico
Además de ser abogado y escritor, he tenido la suerte de haberme involucrado en otras aventuras a través de mi vida. Algunas de ellas se ven reflejadas en mis escritos. Durante los últimos cinco años, en particular, tuve la oportunidad de divulgar mis preocupaciones y reflexiones sobre la situación política regional, y además manifestar mis reflexiones personales y mis inquietudes literarias, a través del Quantum de la Cuneta. Hoy, 17 de marzo del 2013, inicio una nueva etapa, una nueva aventura, al separar en dos publicaciones digitales el trabajo con estos temas. Como he dicho hoy en la nota publicada en el Quantum, este último se dirigirá al análisis de asuntos políticos y socio-culturales, mientras Espermas y Cebollas se dedicará a mis trabajos previos y futuros de acercamiento a la poesía, los textos de carácter literario, mis escritos sobre asuntos culturales, y algunas de mis reflexiones más personales. Traigo todo esto aquí, en mi «perfil», porque demuestra mi visión y mis aspiraciones, mi voluntad y mis ansiedades; y porque para un perfil, para una afirmación de cómo uno se concibe, me parece lo justo, lo inevitable, y lo irrenunciable. Quedan invitados a pasar.


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Yo y mi boca…

Soy de esa generación que tenía cerca de 21 años cuando Cerro Maravilla en Puerto Rico, Mariel en Cuba, y la llegada de Reagan a la Presidencia de los Estados Unidos. Más tarde sería la caída del muro de Berlín y, tras todo ello, la pérdida de la ingenuidad política. Digamos que percibo que el otoño ha amanecido más liviano y esperanzador, al menos en este punto distante en el Caribe que es Puerto Rico. Después de las censuras, sobre todo las que uno mismo se impone para poder sobrevivir por debajo de la superficie, y a salvo de las corrientes, uno siente que es hora de decir, de hablar. Gritar lo suyo inevitable, lo suyo irrenunciable, sin poder vislumbrar con certeza el resultado, ni qué habrá al final del camino, en un mundo que «ha cambiado» nuevamente. Estos posts, de alguna manera, pretenden ser una gota más sobre la roca; las expresiones desesperadas de un ciudadano común desde su cuneta, desde su zanja, desde este universo dinámico, inconmensurable, e inevitablemente cambiante, que el azar le ha asignado. Comentarios entre la muchedumbre cibernética para que los oiga el vecino, el próximo y el más lejano, con el deseo de que algo pase en esta isla “estofada”, y en el vecindario. En todo caso, por lo menos tendré la satisfacción, que reconozco dudosa, del desahogo y el pataleo. De haber sido parte del aguacero. 17 • noviembre • 2008.

(Revisado: 12 • junio • 2011)
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