Sin embargo, un nuevo patriotismo ha venido desarrollándose a través de décadas sin que sus manifestaciones fueran reconocidas, o reconocibles, en la superficie social de los asuntos cotidianos del diario vivir.

En el Siglo 19, entre las definiciones que pudiera tener el vocablo ‘patriota’, estaba la de “persona que lucha por la independencia de su patria”. Con el devenir del tiempo eso cambió. Hoy día la acepción primaria de esta palabra, según el diccionario de la Real Academia Española, es: “Persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”. El concepto político desapareció y el nuevo es uno cargado de significado cívico. Por consiguiente, en el vocablo ‘patriotismo’ está ausente también todo contenido de orden político y el significado de carácter cívico domina en toda su extensión.

Con ‘patriotismo’, el diccionario de la Real Academia Española tiene dos acepciones: “amor a la patria” y “sentimiento y conducta propios del patriota”. Los días donde había un contenido de orden político, en alguna de las acepciones o significados que pudieran tener, están depositados en las oscuras galeras del olvido histórico.

Sin embargo, un nuevo patriotismo ha venido desarrollándose a través de décadas sin que sus manifestaciones fueran reconocidas, o reconocibles, en la superficie social de los asuntos cotidianos del diario vivir. Las acciones de este patriotismo, ausente de significado político, lo vemos en sectores sin afanes de proselitismo ideológico ni propósito comercial.

Estos sectores son, por lo general, grupos cívicos como logias o clubes de distinta denominación y como las iglesias cristianas. En estas últimas, su trabajo, a veces despreciado o ignorado por sectores de opinión pública, es hecho sin ruido ni bambalinas publicitarias. Su meta, a corto y largo plazo, es el mejoramiento de la fibra social de Puerto Rico que, como dijo hace unos días una teniente de la Policía, está en su peor momento porque el respeto a la vida y propiedad ajena camina por los niveles más bajos de la historia.

En estos sectores hay actores, también. Destacándose dos miembros del sector cristiano del País: la pastora Wanda Rolón y el padre Carlos Pérez. Ellos dos, como otros, pero por lo emblemático de sus figuras los menciono específicamente, han recibido el vómito del odio de gente adversa a sus principios, creencias y responsabilidad social. Ambos han predicado por el amor al prójimo y la unidad familiar; y ambos, al igual que otros, han sido consecuentes en la labor pastoral de sus iglesias. En esta vorágine han sido émulos conspicuos de la paciencia del siervo Job; personaje bíblico que ante los infortunios de la vida y el odio de algunos perseveró hasta lograr la victoria definitiva.

La pastora Wanda Rolón y el padre Carlos Pérez luchan con tesón por los valores perdidos, y sirven, a su vez, de brújula precisa para que este Pueblo, unido, logre finalmente encontrar su imperativa identidad espiritual.

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