Lcdo. Juan C. Consuegra Barquín
Empresario

Mientras reflexiono sobre la dirección que toma el Senado, la Cámara de Representantes y el Ejecutivo para adoptar las correspondientes medidas que atenderán la crisis económica del País y su ya deteriorado crédito contributivo, me pregunto si hay algún empresario dentro de este privilegiado grupo de Honorables.

Los Honorables de la mayoría apuestan a que la fórmula ganadora para salvar la economía es aumentar las contribuciones, ignorando la necesidad de reducir gastos gubernamentales. Huyéndole a la decisión tomada por la Administración anterior de reducir los gastos de nómina, implantando la Ley 7. Esta fórmula demostró tener un costo político y la derrota electoral.

Con todo el respeto a los Honorables, la decisión de aumentar los impuestos al sector más productivo del País, negándose a reducir los gastos operacionales del gobierno, es una decisión cobarde.

Como cualquier hombre o mujer de negocio en la empresa privada, que necesita sobrevivir en una delicada y frágil economía, es prudente y razonable adoptar medidas de austeridad dirigidas a salvar el negocio. Medidas y decisiones terribles y antipáticas que ayuden a no gastar de dónde no hay.

El imponer más carga y más impuestos en la empresa privada provocará más ajuste de control de gastos en este sector y, por ende, más despidos. Mientras el sector público se niega a reducir gastos, a los consumidores y los empleados de la empresa privada les tocará la carga más fuerte.

Me pregunto si existe algún empresario entre los Honorables que esté de acuerdo con estas estrategias. Me pregunto si en algún momento de sus vidas, alguno de los Honorables, ha aportado de su capital privado para invertirlo en un negocio. Si han pagado la cantidad de impuestos y contribuciones necesarios para operar un negocio legal y legítimo en Puerto Rico. Si habrán pasado alguna noche de desvelo sabiendo que para la próxima nómina quincena la cuenta bancaria del negocio no posee suficientes fondos para poder pagarles a sus empleados. Finalmente, me pregunto si poseen la desagradable experiencia de verse obligado a despedir a un empleado por razones económicas para poder salvar a su negocio.

Es fácil decir que todos debemos pagar y aportar a la recuperación de Puerto Rico. Pero más fácil es pasarle la carga de los impuestos a la empresa privada para que sea este sector el que tenga que ajustar su presupuesto y disminuir los gastos y la nómina. No es justo que el sector público, con tal de mantener las posibilidades de ganar las próximas elecciones, no se obligue a realizar ajustes a su presupuesto.

De qué vale desarrollar iniciativas como ‘Empleos Ahora’, que busca crear 50 mil empleos, si estrategias como esta lo que harán es disminuir los empleos en el sector privado.

En una depresión económica; todo empresario se ve obligado a tomar decisiones difíciles que le ayuden a sobrevivir. O se aumentan ingresos, que es sumamente difícil en una depresión económica, o se disminuyen los gastos operacionales del negocio.

En el caso de la recuperación de un País, los Honorables tienen y deben asumir la misma postura que los empresarios con sus negocios. Lo mismo aplica en el sector público. Hay que disminuir los gastos operacionales dentro del presupuesto gubernamental sin miedo.

Aunque es cierto que todos debemos aportar, también es cierto que todos debemos hacer ajustes y control de gastos, incluyendo los Honorables. De eso se trata ser buen administrador y salvar a un país. ¿Dónde están los empresarios en el gobierno? ¿Quién de los Honorables es empresario?