LA HISTORIA POLÍTICA DE MI PATRIA

 POMARROSAS
LA HISTORIA POLÍTICA DE MI PATRIA

LA SITUACIÓN POLÍTICA DESPUES DE LAS ELECCIONES DEL ’36

*EL ROMPIMIENTO ENTRE MUÑOZ MARÍN Y BARCELÓ
*MUÑOZ MARÍN FUNDA EL PARTIDO LIBERAL NETO, AUTÉNTICO Y COMPLETO
*LA MUERTE DE ANTONIO R. BARCELÓ
*LA FUNDACIÓN DEL PARTIDO LABORISTA PURO
*LA MUERTE DE SANTIAGO IGLESIAS PANTÍN

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El rompimiento entre Muñoz Marín y Barceló



Estos extractos, tomados del libro De Mi Hoja de Apuntes por Lieban Córdova, ofrecen una perspectiva única de la escena política tras las elecciones de 1936. Córdova fue un periodista que comenzó a trabajar para Luis Muñoz Marín como su secretario personal por lo tanto fue privilegiado con información intima como pocos otros.

 

EL SENOR WALTER MC K. JONES Y LA REPRESENTACION EN WASHINGTON DEL PARTIDO LIBERAL

 

Con fecha 27 de noviembre de 1936 el doctor Susoni le escribio al senador Barceló, presidente del Partido Liberal, una extensa carta en la que mencionaba una «mezquina rivalidad lideril», y cuyos dos primeros párrafos transcribimos a continuación:

   «Las declaraciones suyas que aparecieron en la edición de ‘El Imparcial’ del 25 de los corrientes y que se contraen a retirar la confianza del Partido y su representación en Washington al señor Luis Muñoz Marín, para ponerla arbitraria e injustamente en la persona de un continental con grave detrimento de nuestro decoro colectivo, son las que determinan estas lineas.

   »No tenemos noticias de que la Junta Central haya tornado acuerdo de clase alguna en este respecto. Y aun cuando los hubiera tornado creería siempre que se habría excedido de sus facultades y privilegios».

                                                                            *     *     *

El día 2 de diciembre el senador Barceló le contesto al doctor Susoni. La extensa réplica se publico en El Mundo del viernes, 4 de diciembre.

En conexión con el organismo denominado ASI, el senador Barceló hizo esta manifestación:

   «…Y, como remate de cuentas, Luis Munoz Marín, a manera de otro príncipe Starhemberg de la moderna Austria, se lanzó a organizar un ejército privado y particular, ese ASI tan llevado y traído, que pretende ser, a un tiempo mismo, otro Partido dentro del Partido Liberal y una asociación de patriotas fuera del Partido».

                                                                            *     *     *

Se infiere de la extensa contestación que ya el señor Walter Mc K. Jones, «el americano de Villalba», ostentaba la representación oficial del liberalismo puertorriqueño en Washington «desde el día 15 de junio de 1933», por lo que dicha representación del Partido Liberal en Washington, según la réplica del señor Barceló, y por lo que se desprendía de la comunicación del doctor Susoni, no era «una suplantación o un despojo» de que había sido «victima el señor Munoz Marín».

El señor Me K. Jones era, para el señor Barceló, «un gran liberal de todos los tiempos», ex representante a la Camara «y uno de los directores mas antiguos» del Partido Liberal.

Había escrito el señor Barceló:

   «… Cierto es que la cuna de este buen correligionario, veterano liberal e independentista viejo, se meció en tierras de Norte América, mas allá de los mares; pero, yo le aseguro a usted, mi querido doctor Susoni, que si en cada boricua anidara el espíritu de un Mc K. Jones, hace tiempo que los destinos de Puerto Rico estarían en manos de los portorriqueños. El amigo Mc K. Jones debe ser tan extranjero para nosotros como Kosciusko y Pulaski lo eran para Jorge Washington. Otra cosa sería una ingratitud imperdonable».

Entonces, el martes, 8 de diciembre de 1936, y desde Washington , el senador Muñoz Marín remitio un cablegrama al señor Barceló y solicitó de este, como presidente del Partido Liberal, que convocara «inmedíatamente una asamblea en la que amistosa y armónicamente pueda decidirse definitivamente esta cuestión de si yo voy a tener o no el arma de la representación del Partido en la lucha de vida o muerte en la que esta empeñado, y si voy a tener la autoridad y la responsabilidad de esta lucha».

Ese mismo martes el Comité Ejecutivo del Partido Liberal, reunido en San Juan, resolvió mantener «la autoridad de su presidente y de los cuerpos directives centrales de la colectividad, ratificando en todas sus partes sus actuaciones y acuerdos, y en especial, la representación» que ostentaba en Washington el señor Walter Mc K. Jones. Este gozaba de la plena y absoluta confianza de dicho Comité «por sus indiscutibles méritos y ejecutorias en bien de los altos intereses del liberalismo».

También se declaró que era urgente «que el presidente del partido lleve a cabo su ya resuelto viaje a Washington a la mayor brevedad posible,» con cuantas prerrogativas le eran inherentes «a la autoridad de su cargo para defender los derechos y propulsar los ideales del liberalismo puertorriqueño en bien de los intereses generales del país.»

Integraban el referido Comité Ejecutivo el Presidente del Partido Liberal y los dos vicepresidentes —señores José Ramírez Santibáñez y Alfonso Lastra Chárriez—; y los señores Rodolfo Ramírez Pabón, Félix Ochoteco, J. A. López Antongiorgi, José S. Alegría, Rafael Vallés Santos, Felipe Sánchez Osorio y Demetrio Rivera.

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El domingo, 13 de diciembre, el señor Barceló salió en avión hacia los Estados Unidos «a sostener la ideologia del Partido Liberal.» Antes de salir, él le escribio una carta, fechada en diciembre 10, al licenciado José Ramírez Santibáñez, designando a éste «Presidente pro tempore» de la colectividad «en todas las funciones y prerrogativas inherentes a la presidencia.»

 

LA HISTORICA REUNION DE NARANJALES


EXPULSAN DEL PARTIDO LIBERAL AL SENOR MUÑOZ MARIN Y SUS PARTIDARIOS

En la edición de La Correspondencia de Puerto Rico del lunes, 31 de mayo de 1937, se informó que ese día, en la finca Naranjales (Carolina), que era propiedad del señor Felipe Sánchez Osorio, se reuniría por primera vez desde las elecciones generales del 3 de noviembre de 1936, la Junta Central del Partido Liberal Puertorriqueño.

La reunión, que habia sido convocada para celebrarse por la mañana, no pudo comenzar «en firme» los trabajos hasta poco después de las 2:30 de la tarde. Se verificó bajo la presidencia del señor Barceló (presidente del Partido).

Entre los presentes estaban el señor Muñoz Marín y los ami-gos que lo habían respaldado en todas sus actividades y actitudes mientras se luchaba por arreglar las desavenencias que antes de dichas elecciones habían surgido dentro del Partido.

                                                                            *     *     *

En dicha reunión el señor José S. Alegría presentó su renuncia como representante a la Cámara y miembro de la Junta Central, y fue aceptada.

Inmedíatamente el señor Muñoz Marín presentó una resolución para que se diera instrucción «a todos los miembros del Partido a que bajo ninguna circunstancia se realizara nada que tendiera a dividir o debilitar el partido; que se resolvieran armónicamente las discrepancias existentes en la colectividad» y para que se instruyera a las Juntas Locales y a los delegados de las asambleas a no dar paso alguno que pudiera destrozar, dividir o debilitar* la colectividad.

Esa resolución fue derrotada.

Sin ninguna otra interposición, a moción del licenciado Lastra Chárriez, quedó aprobado el extenso y conocido Manifiesto del señor Barceló.

Como se habían presentado copias de resoluciones de cincuenta Juntas locales con la petición de que se procediera a convocar a una asamblea general, el doctor Susoni hizo la proposición de que se convocara a dicha asamblea, fijando día, sitio y hora para la celebración de la misma.

Entonces el señor Lastra Chárriez solicitó que se nombrara un Comité para que investigara la procedencia de las actas de las referidas Juntas locales y la forma en que se acordaron por los mencionados organismos.

La referida proposicion fue aprobada.

Acto seguido el señor Lastra Chárriez presentó una moción para que se expulsara del Partido al señor Muñoz Marín y sus partidarios.

Uno de los lideres que dio muchísimo respaldo a las ideas políticas del señor Muñoz Marín, en la Legislatura, la Prensa y la tribuna, fue el licenciado Ernesto Ramos Antonini. Pero ya éste no «caia».entre los «partidarios» expulsados en Naranjales porque (con motive de la vigorosa campaña en conexión con la primera enunciación del señor Barceló —de un retraimiento electoral de todas las agrupaciones políticas como acción conveniente para dar término al régimen colonial— y luego de la sugerencia del señor Muñoz Marín de que aquella proposición de retraimiento se llevara a cabo solamente en cuanto al Partido Liberal) ya él (Ramos Antonini) había sido eliminado de la Junta Central en aquella histórica Asamblea Ordinaria que se verificó en 1936 en el Teatro Municipal de San Juan. Esta Asamblea era para darle seria consideración al programa del Partido, y siguió a aquella otra memorable Asamblea Extraordinaria de Yauco —sobre el retraimiento—-. La moción del señor Lastra Chárriez, sobre la expulsión del señor Muñoz Marín y sus partidarios, no fue discutida.

Luego se tomaron varios acuerdos.

En la reunión en la finca Naranjales también, entre otras, se aprobaron estas resoluciones:

Para declarar que La Democracia no es órgano oficial del Partido Liberal;
Para reorganizar todas las Juntas Locales del Partido;
Para que la Junta Central se solidarizara con las actuaciones del Señor Antonio R. Barceló como Presidente de la colectividad, y declarara enemigos de ésta a cuantos combatan los procedimientos de la misma en la obtención de ampliaciones al régimen político de la Isla;
Para crear la Juventud Liberal de Puerto Rico; y
Para otorgar un voto de gracias al licenciado José Ramírez Santibáñez por sus acertadas gestiones en la dirección interina del Partido.

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Cuando el señor Muñoz Marín y sus amigos abandonaban la reunión, aquél declaró que se «cometió» una massacre del Partido Liberal. Y acto seguido dijo: «Ustedes tienen las insignias, pero no sé para qué las quieren».

                                                                            *     *     *

Se dio «por seguro que el Partido Liberal» se hallaba «dividido ya, pues los partidarios del señor Muñoz Marín» alegaron que no iban «a seguir militando en dicha colectividad», ya que se les había echado de ella «con los acuerdos anteriormente citados».

«EL MITIN DE LOS DIEZ MIL A QUINIENTOS»

Fue en la ciudad de Ponce que el domingo, 20 de junio de 1937, a la misma hora de las 8:00 de la noche, se llevaron a cabo dos actos públicos del Partido Liberal. Un mitín fue organizado por el antiguo Comité que respaldaba la ideologia política del señor Barceló y se celebro en la Cancha Municipal La Perla. El otro mitín fue organizado por el nuevo Comité adicto al ideario o pensamiento político del señor Muñoz Marín y se verificó en la plaza Muñoz Rivera.

Según las conjeturas, al acto auspiciado por los partidarios del señor Muñoz Marín asistieron unas 10,000 personas, mientras que sólo unas 500 concurrieron al mitín patrocinado por los seguidores del señor Barceló. De ahi surgió luego la conocida frase de «E1 mitín de los 10,000 a 500».

Al comenzar el acto de la plaza, el señor Muñoz Marín designó una Comisión de entre sus amigos y la envió para que invitara al señor Barceló y a sus seguidores a trasladarse a la plaza Muñoz Rivera y le dieran una explicación al público que allí estaba reunido de los motivos que ellos tenían «para distanciarse del pueblo liberals. Pero las gestiones de dicha Comisión no tuvieron éxito.

                                                                            *     *     *

 

LA ASAMBLEA DE ARECIBO

 

   El día 27 de junio de 1937, en Arecibo, población de mis amores y recuerdos, pues allí, en uno de sus barrios —Bajadero— fue donde se meció mi humilde cuna; ciudad donde las industriosas compoblanas, hacen milagros con la aguja y el hilo (tejiendo estolas, «repollos» y centres de mesa, y también bordando); allí en Arecibo, se repite, se celebro la asamblea soberana de los comités formados por los partidarios del señor Muñoz Marín.

   Había mar de fondo en el Partido Liberal Puertorriqueño que tuvo su origen en la memorable reunión de Naranjales. Una parte de ese pueblo seguía al señor Antonio R. Barceló. Otra, al señor Muñoz Marín.

   Fue en aquella asamblea que se exaltaron los animos de los seguidores del ultimo: Unos insistian en una unión compacta del liberalismo, que fuera justa y que respetara los ideales de la agrupación política y de la voluntad democrática de esta. Otros hacían predominar el criterio de que se designaran algunos lideres del mismo seno de la asamblea para que, energicamente, recabaran del señor Barceló la entrega del nombre, las insignias y los derechos del Partido Liberal.

   Los mas exaltados repudiaban toda clase de gestiones conciliadoras y proclamaban que se procediera inmediatamente a una nueva inscripción del partido.

   ¿Un nuevo partido? ¿Un encendedor de ánimos? ¿Podria una nueva agrupación política, un nuevo instrumento de lucha, aliviar el dolor de las clases populares? Quizá.

                                                                            *     *     *

 

EL PARTIDO LIBERAL NETO, AUTENTICO Y COMPLETO


   Fue allá para los primeros meses del 1938, de acuerdo con mi hoja de apuntes, que el señor Muñoz Marín empezó a dar forma y a realizar sus ideas políticas.

   Para ese tiempo yo había dejado de ser reportero y corrector de pruebas de La Democracia y me había convertido en su secretario y taquígrafo personal.

   Lo respaldaban, en la Legislatura, los señores Rodolfo Ramírez Pabón, José Mimoso Raspaldo, Ernesto Carrasquillo y Vicente León, hijo.

   El señor Muñoz Marín era el presidente del Comité Ejecutivo del Partido Liberal Neto, Auténtico y Completo que se había elegido en la asamblea de Arecibo, y cuya autoridad soberana fue firmemente respetada y respaldada, moral y políticamente, por los siguientes once líderes de profundo arraigo, de relieve histórico en las contiendas civicas, de sólida reputación y de un prestigio invulnerable, que eran vicepresidentes del indicado Comité: Señora Librada Rodríguez viuda de Ramos, y señores Francisco M. Susoni, Rodolfo Ramírez Pabón, Juan Dávila Díaz, Santiago R. Palmer, Andrés Grillasca, Ernesto Ramos Antonini, Rafael Calderón, Samuel R. Quiñones, Enrique Manrique y Manuel A. García Méndez.

   El liderato del liberalismo venía sosteniendo una gran pugna.

   El grupo que dirigía el señor Muñoz Marín (llamados «netos, auténticos y completos») abogaba constantemente, día tras día, por una unión compacta, estrecha, completa de todas las fuerzas del Partido.

   El señor Muñoz Marín me dictó numerosos artículos y editoriales llamando a la unión.

   Los «netos» llenaban las columnas de La Democracia con escritos de orientación, abriendo las puertas para que pasaran todas aquellas personas que, de buena fe, quisieran hacer la tan ansiada unión de todo el liberalismo.

   Desde esa trinchera y a través de otros periódicos, se atacaba duramente al señor Muñoz Marín; pero éste, imperturbable, sereno, firme, confiado, continuaba dictándome artículos, tratando de alumbrar el camino que debían seguir los liberales, e insistía en sus gritos de «iUnión, Unión, Unión!» Aparentemente, él estaba sembrando en arena. Mas lo cierto era que estaba despertando a un pueblo.

   A fin de que no decayera el entusiasmo de sus seguidores, y con el propósito de avivar los ideales de su colectividad, repasar la situación política entonces existente, llegar a conclusiones definitivas y establecer pautas con el ánimo de iniciar una bien planeada campaña de difusión democrática de dichos ideales, el Comite Ejecutivo del liberalismo auténtico se dio cita para el dia 4 de mayo de 1938 en el hospitalario pueblo de Aibonito.

   Cinco dias después fue publicado en La Democracia el muy comentado editorial titulado En Campaña, los últimos párrafos del cual, a manera de recordatorio, reproduzco a continuación:

   «En el terreno de los ideales, el Partido Liberal Neto, que es, en el terreno de las realidades, el histórico Partido Liberal, se considera a sí mismo depositario de los ideales de independencia por medios pacíficos y amistosos y de justicia social, sana, sensata y sin estridencias.

   »Pero el Partido Liberal Neto quiere ser algo más que eso – a pesar de lo mucho que es eso – : El Partido Liberal Neto y Auténtico quiere ser fuerza que eleve el nivel de la vida pública en Puerto Rico, que depure las prácticas de la lucha cívica, que prepare a Puerto Rico cada vez más para el ejercicio sensato y pacífico de los plenos poderes de su pueblo en el día en que esos plenos poderes scan conquistados para el pueblo de Puerto Rico.

   Tomando esos propósitos en consideración, el Comité Ejecutivo del Liberalismo Neto y Auténtico decidió iniciar su campaña a favor de los ideales que representa, y de la forma pacífica de realizar esos ideales que expone y propulsa el pueblo. Se propone prescindir estrictamente de todo personalismo, de toda hostilidad sistemática hacia hombres, bien sean adversaries del liberalismo o insurrectos dentro del histórico liberalismo. El Partido Liberal Neto y Autdntico hará critica de las ideas y de las actuaciónes de los hombres, pero no entrará en terrenos que contribuyan a agriar más la vida pública puertorriqueña, ni en lo que concierne a los otros partidos ni en lo que concierne al grupo disidente.

   »Por todos los medios de publicidad, el Liberalismo Auténtico propagará su doctrina, difundirá sus ideales y contribuirá a establecer costumbres de confraternidad cívica en la vida pública de nuestro país. En la actual etapa, esas serán las actividades del Liberalismo Neto y Auténtico, y para ellas reclama la cooperación, no solamente de todos los liberales de buena fe, sea cual fuere su grupo, sino de todos los hombres de buena voluntad en Puerto Rico».

                                                                            *     *     *

   Entonces se abrió el fuego. La Democracia tenía reclutados varios hombres de buena voluntad para cooperar con su director en la menciónada campaña de diffusión democrática.

                                                                            *     *     *

   Mientras los amigos y compañeros se dedicaban a hacer aquella efectiva campaña histórica, cultural y económica, el señor Muñoz Marín no dejaba apagar la llama política. En el mismo mes de abril celebró un plebiscito, a su manera, sobre los medios de hacer la unión del liberalismo, consultando democráticamente a los setenta y siete pueblos de Puerto Rico.

   El primer voto perteneció al veteraño de diversas batallas del liberalismo desde los tiempos de Espana —el señor Fulgencio Díaz, que tenia 76 años de edad, natural de Río Grande y residente en Santurce. Lo llevó el mismo a La Democracia con el fin de ex-presar su regocijo por la feliz iniciativa del señor Muñoz Marín al poner en maños del pueblo liberal, democráticamente, la decisión sobre la unión y sobre las formas o los medios de lograrla.

   Los dos grandes líderes del otro sector —señores Antonio R. Barceló y José Ramírez Santibáñez— rápidamente comenzarori a enfilar sus baterías. El periodico El Mundopublicó sus manifestaciones. En éstas les daban un consejo a los liberales en el sentido de que «ante la obcecada propaganda de alguien que demuestra un vivisimo interés personal en perturbarles con la absurda e infundada especie de que el Partido Liberal está hoy desunido y maltrecho», se mantuvieran serenos, ecuánimes y tolerantes.

                                                                            *     *     *

ULTIMA TENTATIVA DE UNION DE TODO EL LIBERALISMO

   Allá para el mes de julio de aquel año, tal vez creyendo que las ideas del señor Muñoz Marín al igual que el periódico en que tan ardientemente las defendia rodarian cuesta abajo, los adversaries políticos no les daban importancia a las frecuentes reuniónes del liderato auténtico ni amusgaban las orejas al lanzarse a todos los vientos el fervoroso grito de «Unión». No estaban en los apices de lo que aquel liderato se proponia hacer ni se bebían los pensamientos del mismo.

   Por otro lado, los «rebeldes» descartaron enérgicamente todas las posibilidades de unión. Y estando ya a punto de entrar la canícula, todos los adversaries quedaron sorprendidos cuando, después de una prolongada reunión de aquel liderato en el Hotel Condado (para hacer historia o recuento de las situaciónes y de los hechos confrontados por el liberalismo auténtico), se dio a la publicidad aquella comentadisima resolución, cuya parte dispositiva decfa asi: «Considerando toda esta concatenación de hechos innegables, y en uso de la autoridad conferídale por la Junta Central del neto y auténtico Partido Liberal, y por la asamblea soberana de Arecibo, éste Comité Ejecutivo declara y orderia:

   »Primero: Que aprueba la intención sana de su presidente en todos sus esfuerzos, desde el principio hasta éste momento, por la unión mas compacta de todo el liberalismo;

   »Segundo: Que la experiencia del pasado y la última negativa del señor Barceló a enfrentarse con el pueblo liberal, reconociendo sus derechos, rehusando siquiera considerar la posibilidad de unión, convencen a éste Comité Ejecutivo de la inutilidad de hacer mayores esfuerzos en éste sentido;

   »Tercero: Que a pesar de esto, atendiendo al deseo de su presidente, autoriza una última tentativa de unión en la forma de una comunicación dirigida al señor Barceló, proponiéndole,, por ultima vez, la unión con justicia para todos, y especificando que, si rehusare, debera, por respeto a la voluntad popular del liberalismo, tantas veces expresada, hacer entrega del nombre, las insignias y los derechos del Partido Liberal a los hom-bres designados por la asamblea soberana de los comités que hicieron las elecciónes y que fueron electos por el pueblo liberal, celebrada en Arecibo el dia 27 de junio de 1937; y

   »Cuarto: Que si el señor Barceló, en el término de ocho dias después de la entrega de dicha comunicación, se negare a hacer la unión en forma justiciera y respetuosa de los ideales del partido y de la voluntad democrática del mismo, y se negare asimismo a hacer entrega del nombre, las insignias y los derechos del partido a los representantes de la voluntad popular del misrno, se proceda inmediatamente a llevar la consulta directamente al pueblo en asambleas populares celebradas a traves de la Isla, por último en una magna asamblea insular representativa de las asambleas populares y de los comités que hicieron las elecciónes y que fueron electos por el pueblo, sobre la necesidad de hacer una nueva inscripción de nuestro partido como la que vio precisado a hacer en 1932 cuando también le fueron usurpados sus derechos a la gran masa del pueblo liberal para mantener la cohesión de la misma, evitar su disgregación en las filas del adversario, mantener la autoridad del pueblo sobre su propio destine, y asegurar los derechos de éste a concurrir a las urnas bajo los líderes que acatan su voluntad y a nombre de los ideales que firmemente sustenta».

LA FAMOSA CARTA DEL SEÑOR BARCELO AL SEÑOR MUÑOZ MARIN

   Cumpliendo, por lo tanto, con el acuerdo del Comité Ejecutivo, el dia 5 de julio el señor Muñoz Marín le dirigio una carta al señor Barceló extendiendole una última invitación para que ayudara a la más compacta unión de todo el liberalismo, pero exigiéndole (si el señor Barceló rehusaba coadyuvar) que le traspasara el nombre, las insignias y los derechos del Partido Liberal.

   Las cosas tomaron otro semblante.

   Parece que aquella comunicación hizo que el señor Barceló se subiera a las bovedillas, se quitara el candado de los labios y hablara en plata, ya que no tardó un par de días en contestar.

   La carta que le escribió al señor Muñoz Marín fue la siguiente:

   «Mi joven compatriota:

   »Acuso recibo de su carta de julio 5, que usted firma poniendo al calce sonoros títulos que no comprendo y a los cuales se propone renunciar en plazo breve, según se advierte del texto mismo de su escrito de referencia.

   »Como está usted de paso por sus títulos y no alberga con respecto a ellos intenciónes de permanencia, no perderé tiempo en el examen y análisis de los mismos e iré inmediatamente al fondo de su carta, que, por lo que veo, se gasta arrogancias e imperiosidades de improrrogable ‘ultimatum’.

   »En nombre de un Comité Ejecutivo, —tal vez el mismo que en días recientes corrió desasosegado, según decir de la Prensa diaria, de Arecibo a Mayagüez y de Mayagüez a San Juan, en busca y captura de su elusivo Presidente—, usted me invita, •señor Muñoz Marín, a que coadyuve a la ‘unión cordial de todo el liberalismo’, y me exige, en caso de una negativa de mi parte, que traspase a usted ‘el nombre, las insignias y los derechos del Partido Liberal Puertorriqueño’.

   »Su invitación para que yo coadyuve a la unión del liberalismo no tiene razón de ser. Sobre éste punto no quiero extenderme ahora y lo dejo para ser tratado más adelante. En lo que a su exigencia de traspaso respecta, le diré con franqueza, mi joven compatriota, que la petición que ella encarna es la más ambiciosa que jamás haya sido formulada por persona alguna bajo el sol calcinante de esta tierra borincana. Sin duda de ningún género debe estar acostumbrado usted a que se lo den todo con sólo pedirlo, y de ahi su formidable optimismo en el pedir.

   »De haber sido dirigida su carta a Antonio R. Barceló, en su carácter de Presidente del Partido Liberal, o de haberla dirigido usted al partido mismo, un elemental espíritu de disciplina me hubiera compelido a someterla a la deliberación de mis compañeros de la Junta Central; y, de ese modo, la disyuntiva que dicho escrito plantea hubiera recibido respuesta formal y adecuada al supremo organismo de la colectividad política a que pertenezco con orgullo. Pero tal como viene su carta, dirigida escuetamente a la persona de éste humilde servidor suyo y firmada por un titulado Presidente de un llamado Partido Liberal neto, auténtico, completo y con no sé qué otra floración de ese estado de ánimo que los psicólogos denominan ‘complejo de inferioridad’, ella pierde por entero el valor politico que usted pretende impartirle y pasará a la historia – si la historia se ocupa de simplezas – como la epístola de un hombre ensoberbecido a un hombre estupefacto.

   »Volviendo al tópico de la unión del liberalismo, repito que la invitación que usted me hace no tiene razón de ser, y añado que es innecesaria. El pueblo liberal está hoy, y ha estado siempre, compacto e indisolublemente unido. Nada de carácter fundamental ha ocurrido en el seno de nuestra colectividad que justifique un estado de desunión. Cierto es que los ultimos meses que precedieron a las elecciónes de 1936, y por algún tiempo después, el liberalismo afrontó una honda crisis, sufrió la existencia de partidos dentro del partido y vivió días de intensa perturbación. De esa crisis y esa perturbación, originadas y fomentadas por ústed, el partido se ha ido reponiendo gradualmente y hoy marcha al porvenir por los caminos serenos de una restaurada normalidad. Muchos de los hombres de significación que usted soliviantó contra nosotros, con prédicas falsas y falaces argumentos, ocupan de nuevo el puesto de acción y de combate que siempre ocuparon con honor. Otros, los menos, detenidos aún por consideraciones del amor propio que comprometieron al seguirle a usted en pueriles aventuras se mantienen alejados de nosotros, llena el alma de desorientación y perplejos ante el idolo derruído, en cuyo barro efímero creyeron advertir en otro tiempo reflejos de prepotente personalidad. Del fondo de mi ser surge un movimiento de simpatía y de disculpa hacia esos hombres. Yo, como ellos, me equivoqué también, y fui el primero en equivocarme. También fui el primero en contemplar la desconcertante realidad. La luz que a mí vino, la quiero para ellos. El partido les necesita y les espera. Nada les impide a esos antiguos y gloriosos capitanes confundirse nuevamente con nosotros en un abrazo fraternal. En el hogar liberal su prestigio esta intacto; sus armas, entrelazadas con las nuestras, aguardan futuras batallas civicas en la pañoplia común. Tengo fe absoluta en el patriotismo de esos hombres y en su inquebrantable consecuencia liberal.

   »En cuanto a usted, señor Muñoz Marín, quedo enterado por su carta de que se propone fundar un partido nuevo. Usted trató de destruir uno que no fue hecho por usted y que resultó indestructible, y justo es que, ahora, por primera vez, se empeñe en una obra de creación. Exito le deseo. Ser director de un partido envuelve una seria responsabilidad. No es juego de niños. Déle a ese partido nuevo, cuyo germen late en su giróvaga imaginación, lealtad inquebrantable, devoción a toda prueba, sacrificios sin tasa, perseverancia intensa, labor sin descanso, respeto profundo a las decisiones de sus asambleas y demás cuerpos deliberantes, ejemplo supremo de disciplina y de intachable conducta pública y privada. No lo desbarate un día para ver lo que tiene por dentro. No lo someta a fórmulas cabalísticas y a martingalas de taumaturgo cuando la ansiada hora del triunfo electoral se acerque. No destruya la fé y la moral de sus soldados en el momento decisive del combate. No los entregue inermes al adversario, apresados, a última hora, en la red de malla de un absurdo e inesperado ‘retraimiento’. No lo someta nunca a la fantástica prueba de los cupones que usted puso en práctica recientemente. Edifíquese, por el contrario, en el ejemplo de su padre, Luis Muñoz Rivera, jamás comprendido por usted. Sea un hombre nuevo para un partido nuevo. Y si el lauro del triunfo vuelve a engalanar su sien, yo seré el primero en alegrarme, tal vez desde el fondo de una tumba olvidada y fría, y acá en el mundo, o en las regiones de ultratumba, mis labios fervorosos de liberal antiguo, de liberal moderno, de viejo federal y de viejo uniónista, musitaran un rezo: ‘En el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo, Amén’.

Atentamente suyo,
Antonio R. Barceló».

 

                                                                            *     *     *

 

La muerte de Antonio R. Barceló

Vea todas las siguientes fotografías (en su tamaño original) en 

La fundación del Partido Laborista Puro

Por Samuel E. Badillo y Nathaniel Soltero ~ Publicado en El Mundo ~ 4 de diciembre de 1939

 

Cerca de las diez y media de la mañana de ayer domingo [3 de diciembre de 1939] se inició en el teatro Tres Banderas de San Juan la convención general extraordinaria del Partido Socialista Puro, ahora Partido Laborista de Puerto Rico, A esa hora el local se hallaba completamente lleno de delegados, que ocupaban todos los asientos y parte de los pasillos de la planta baja. En la planta alta ocupaban asientos las personas que no formaban parte de las delegaciones a la convención. A eso de las diez y cuarto de la mañana llegó al teatro el presidente del Partido Laborista Puro, señor Prudencio Rivera Martínez, guien fué recibido con estruendosas ovaciones de la convención, puesta de pie. El señor Rivera Martínez, a quien acompañahan los miembros del Comité Insular Socialista Puro que cesó ayer, llevaba en sus manos un gran marrón, la nueva insignia adoptada por su colectividad.

 

 

A las díez y media de la mañana se inició la convención con la lectura de la orden del día, que fué aprobada sin discusión. Inmediatamente después se procedió a la presentación del senador Antonio Reyes Delgado, quien tuvo a su cargo el discurso de bienvenida a los delegados. El mensaje del señor Rivera Delgado fué interrumpido en varias ocasiones por ovaciones de la convención. Terminado el mismo, se procedió a elegir a los oficiales que habría de dirigir los trabajos. Rivera Martínez fué aclamado presidente de la mesa. Blas Oliveras, secretario; Eladio Meléndez, secretario auxiliar; y Angel Monge y José Cumba, sargentos de armas. El proscenio estaba adornado con banderas americanas y socialistas y con los retratos de Rivera Martínez y de los lideres obreros fenecidos Alfonso Torres y Rafael Alonso Torres. Otros lideres de la colectividad ocupaban asientos en el proscenio, entre ellos Francisco Paz Granela, William D. López, Antonio Reyes Delgado, Antonio Arroyo, Pablo L. Sosa, Cirilo Aviles, Julio Aybar, Joaquín Gallart Medina, José Santos Rodriguez, Agustín de Jesús, Modesto Velázquez Flores, Gabriel Blanco, Max Mattel Rivera, Luis Pérez Peña, Epifanio Fiz Jiménez, Agustín Torres Bellber, Gilberto E. Rodriguez, José Ferrer y Ferrer, Tomás Medina Benet, Rafael L. Piris, José Cumba, Carlos Marín, Jaime Ramirez, Maria Garmendiz, Concepción Cruz Escobar, José Peña Rivera, Hipólito Marcano, Juan Abréu, Francisco Ramírez Vega, Vicente Reyes Fitzpatrick, Juan Bernard González, Juan B. Delgado, R. Vélez López, Bernardo Cruz y Antonio Orta. La convención ovacionó al viejo lider socialista José Dolores Cruz, hoy ciego, quien fué conocido en la Isla hace muchos años con el sobrenombre de Lolo Cabillo. El senador Epifanio Fiz Jiménez exaltó las luchas de Cabillo en un breve discurso.

 

Se guardó un minuto de silencio en memoria de los lideres obreros fenecidos Alfonso Torres y Rafael Alonso Torres y se procedió entonces por el presidente a nombrar los comités de la convención, que quedaron integrados así:
Comité de Reglamento y Credenciales: Cirilo Avilés, presidente; Julio Aybar, Luis Becerril, Sabino Rivera, José Núñez Prieto y Juan Medina.
Comité «de reorganización, constitución y programa»; Antonio Reyes Delgado, presidente; Antonio Arroyo, Irene Torres Resto, William D. López, Luis Pérez Peña, Benigno Sorrentini, Rafael L. Piris, Guillermo Marín, Miguel A. Casiano, Carlos Stuart, Pedro Santiago, Francisco Colomer, Arturo Figueroa, padre, José Ferrer y Ferrer, Manuel Rubio Salinas, Vicente Reyes Fitzpatrick, Hipólito Marcano, Agustín de Jesús y Domingo I. Prado.
Comité de resoluciones: Francisco Paz Granela, presidente; Epifanio Fiz Jiménez, Modesto Velázquez Flores, Gaspar Rivera, José González, Simeón Soto Pica, Emilio Forestier Gregory, Juan R Delfau, Silvino Santos, Vicente Hita Jr., Angel Basilio Peña y Enrique Arreigoitia.
A continuación el secretario dió lectura a los primeros mensajes recibidos para la convención. Entre ellos figuraban dos que ovacionó la convención: uno de la junta local liberal de Ponce y otro del presidente del Partido Liberal Puertorriqueño, señor José Ramírez Santibáñez, saludando a la convención y anunciando que una comisión de lideres de su partido haría acto de presencia en la asamblea en las horas de la tarde.
Cuando se aprueban mociones para enviar saludos a varios lideres de la colectividad enfermos, el delegado Hipólito Marcano hace la moción de que se envíe un saludo similar al Comisionado Residente en Washington, señor Santiago Iglesias, quien se encuentra guardando cama en la capital federal. La proposición fué acogida con gritoas de «¡No, no, no!» En este punto intervino el señor Rivera Martínez, quien dijo que «no debemos olvidar jamás los lazos que nos unieron al compañero Iglesias y el deber en que estamos de tratay de sumar energias a nuestro movimiento». «En esta convención» —agregó— «no vamos a hacer demonstraciones contra nadie. Esmas, vamos a olvidar los nombres de los integrantes de la facción que corrompió al Partido Socialista. Nuestros labios no se mancharán jamás pronunciando el nombre del que arruinó al Partido Socialista». Terminó anunciando que, en su opurtunidad, solicitaría de la convención el enio de mensajes «cordiales» al señor Iglesias y al presidente del Senado, señor Rafael Martinez Nadal.

Cerca de mil delegados de toda la Isla asistieron

 

A eso de las once y cuarenta y cinco minutos de la mañana rindió su primer informe el Comité de reglamento y credenciales, por voz de su presidente, señor Cirilo Avilés. A través de este informe se aceptaron las credenciales de las delegaciones de todos los pueblos de la Isla, la excepció de seis, cuyas credenciales se admitirian en el segundo informe. Del informe se desprende que cerca de mil delegados asistieron a la convención. Se aceptó también una delegación de la Juventud Socialista de Puerto Rico.
A recomendación de este Comité, la convención acordó que sus trabajos se regirian por la constitución del Partido Socialista, según quedó aprobada por la convención de Caguas.
A las doce y dos minutos de la tarde el señor Rivera Martínez se acercó a los micrófonos y dijo: «Como presidente de la mesa declaro debidamente constituida la única convención que ha celebrado el Partido Socialista de Puerto Rico desde el año 1936 a esta fecha:. Constituida la convención, el secretario dió lectura a la convocatoria.

Rivera Martínez comienza a informar a la convención

 

A las doce y diez minutos de la tarde comenzó a informar a la convención el señor Rivera Martínez inició su informe recordando que el movimiento que ól preside «se inició hace más de dos años, cuando se perpetró el asesinato moral del compañero Alfonso Torres». Luego hizo historia de los acontecimientos subsiguentes: de la asmablea de lideres descontentos del Partido Socialista que se celebró en San Juan el 4 de julio de 1937; de la formulación de 27 cargos especificos contra el presidente interino Bolívar Pagán ante el presidente en propiedad Iglesias; del viaje a Washington de una comisión que entregó los cargos escritos a Iglesias; y de «la promesa de Iglesias de intervenir para evitar la destrucción del Partido Socialista».
«Luego cambiamos cientos de comunicaciones con el compañero Iglesias»; —dijo— «le señalamos cada paso, cada error, cada injusticia, cad ignominia del grupo de esbirros de la dirección interina, que caminaba hacia la destrucción de la obra que a costa de tanto sudor amasamos».
Agregó que, al no tomarse acción por parte de Iglesias, se convocó a la assamblea del Teatro Liberty. «En nuestro deseo de curar la herida, de consolidar nuestras fuerzas del socialismo, de eliminar estorbos y de recobrar el crédito de que siempre gozó ante la opinión pública el Partido Socialista, tuvimos que ser arbitrarios en esa asamblea para silenciar a algunos compañeros que estaban a punto de estalla ante tanta vileza de los pandilleros del Partido Socialista. No fué cosa fácil contener un volcán que ardia en indignación, pero al fin logramos que se aprobara una tregua solicitada por el compañero Iglesias hasta que el Congreso acabara sus trabajos:, –dijo. Y agregó:
«Mientras tanto, la direccioncita interina seguia cebándose en el hambre de muchos padres de familia, que perdieron sus empleos por no querer dejar de ser honrados y consecuentes con sus principios. A Prudencio Rivera nunca pudieron, ni podrán hacerle nada esos enanos morales. No es ese grupito corrupto el que le puede hacer algo en su cargo, o en su reputación pública y privada, a Rivera Martínez. Rivera Martínez es libre hoy, como lo fué ayer y como espera seguir siéndolo siempre. Puede alquilar su inteligencia, si alguna tiene, y su fortaleza física a empresas públicas, pero lo que nunca ha alquilado ni alquilará es lo que mamó en las ubres de este gran movimiento». (Ovación).
«Este acto», agregó, «es la mejor respuesta que se puede dar a los actos de esa pandilla o como ustedes quieran llamarla, que se adueño de la dirección del Partido Socialista. Este acto significa que los pandilleros serán expulsados para siempre de la esfera política decente de Puerto Rico». (Ovación).

Relata sus entrevistas con Iglesias en Washington

 

Comenzó entonces el señor Rivera Martínez a informar de sus gestiones políticas en Washington, entre ellas el viaje que hiciera co el presidente liberal, Ramírez Santibáñez, ‘para discutir un posible medio de adecentar la política en Puerto Rico». «Vamos a lograr esto,» dijo «y vamos a barrer a todos los elementos que se han creido que el Gobierno es una finca donde los agregados se pueden quedar con los plátanos y los guineos».
Luego habló sobre las versiones circuladas en el sentido de que Iglesias no queria recibirlo en Washington y de que le negó el saludo en el Hotel Taft. «Eso es absolutamente falso», dijo. «Decir eso de Iglesias, que no quiso mandarle un saludo a la mascarada que el interino llamó convención; decir eso de Iglesias, que está horrorizado de lo que se ha hecho y dicho en Puerto Rico; decir eso de Iglesias, que lo menos que se asoma a sus labios es una maldición cuando se habla de los atropellos de los usurpadores de su poder, no es más que una burla sangrienta, hija de la mente de fabricantes de leyendas y gavilleros políticos».

«Iglesias dijo que vendría a condenar esas barbaridades»

 

Dijo el orador, que, en ocasión de su último viaja a Washington, la señorita Libertad Iglesias le llevó el mensaje de que su padre queria verlo. «No era necesario que me lo dejeran», agregó, «porque yo tenia el propositó de irlo a ver. Llegué a su oficina a las diez de la mañana y me recibió con la cordialidad de siempre. Iglesias no tiene cerebro de gorgojo, como lo tienen esos fantoches que menea y remenea si hijo político. El es aún a todo corazón, todo alma, todo sentimiento. El podrá estar elejado de esta situación creada por los esbirros, pero no la aprueba. No hay nada que haya podido corromper a Iglesias todavia y ho hay que esperar que él pierda su idealidad y su sentimiento. Hablamos de todo el movimiento y yo no le oculté nada. Me dijo que es lamentable lo que ha occurido en Puerto Rico; que él hubiese querido que yo siguiera prestando mis energias y hasta mi inteligencia a la labor de organización obrera y que nunca me hubiese querido ver en la política. Le respondi que yo quise lo mismo, pero que no podia mantenerme indiferente a que se echara por el suelo la labor de tantos años y de tantos sacrificios. Si vas a Puerto Rico, le dije, te vas a encontrat rodeado del licenciado tal y del licendiado más cual, que son una partida de pícaros, pero no verás a tu lado a los Granela, a los Ferrer y Ferrer, a los Prudencio y a los que contigo levantaron ese capital. Vas a encontrar un cuadro distinto que te vas a horrorizar».
«Iglesias me pregunto si era verdad lo que decian los periódicos de aqui y los de allá sobre entendidos y gestiones políticas. Le contesté que de allá no sabia, que podia asegurar que todo lo publicado por los periódicos de Puerto Rico era rigurosamente cierto. No dejé un solo detalle que no le puse en su conocimiento. Yo no puedo romper, intimamente, con las relaciones emocionales y sentimentales de hombre a quien estuve unido en 38 años de luchas. La primera entrevista entre Iglesias y yo en Washington, en mi último viaje fué de cinco horas: de las diez de la mañana a las tres de la tarde. Iglesias me dijo que su oficina y su casa seguian siendo tan mías como antes y que usara en ellastodo cuanto quisiera.
«Iglesias me expresó que él vendria a Puerto Rico y condenaria esas barbaridades. (Se oyen gritos de «¡Ya es tarde!» en la asamblea) Y llegó a decirme que mi actitud era la lógica dentro de las circunstancias. Es falsa la fabricación de cartas y leyendas en las que Iglesias aparece llamando traidor a Prudencio Iglesias le ha dich a Prudencio: A ti no se te puede acusar por ningún lado, a ti no es fácil destruirte.» (El orador pide a los interesados que envien estas declaraciones a Iglesias para que éste diga si son o no ciertas.)

Iglesias invitado para entrar en el nuevo partido

 

El delegado Antonio Arroyo interrumpió al orador para formularle la siguiente pregunta: «¿Y lo invitó a entrar en el naso?» (Se referia a las gestiones para la creación de un nuevo instrumento político). Rivera Martínez contestó que ya Iglesias se había enterado por la Prensa de que se le iba a invitar a entrar en el nuevo partido y que así se lo dijo en Washington. «Y en eso quedamos», agregó, «Para Iglesias el Partido Socialista no se ha reunido en convención. Le diremos hoy en un mensaje que el Partido Socialista de carne y hueso se ha visto obligado a llamarse de hoy en adelante Partido Laborista; que el jacho que fué insignia gloriosa ae ha convertido en tizón humeante que nos oscurece el camino y que hemos adoptado este emblema del marrón para destruir con ól la laldad y la injusticia.  (Ovación). Le diremos que con ól fuera o con nosotros esperamos que nos reconozca ese «status» legal; y que nos preocupa su estado de salud y esperamos verlo pronto restablecido, para que reciba el saludo de este núcleo inmenso y avasallador que ha de ser en el futuro el partido políticp más poderoro de Puerto Rico.»  (Ovación).

Sobre sus entrevistas con Martínez Nadal

 

Dijo a continuación el orador que siempre ha sentido un gran afecto por el Presidente del Senado, señor Rafael Martínez Nadal, «con quien he librado duras campañas políticas en 1928 y 1932.» «Fui a ver a Martínez Nadal porque lo aprecio sinceramente y en su oportunidad esta convención deberá enviar sus saludos al honorable Presidente del Senado. Jamás le llevé cuestiones políticas y si las discutimos fué a su propia iniciativa. El está enterado de todo lo que pasa en Puerto Rico y me encargó que saludara a sus amigos en la isla y que le dijera al Gobernador que esperaba estar de regreso dentro de cinco semanas para laborar en la formulación de planes en beneficio del país. El hablaba con voz segura y con serenidad. Desde luego, ellos siguen aún asociados al esqueleto del Partido Socialista y no es de esperarse que no lo siguan, porque de lo contrario se vendria al suelo la casa.»

Termina de informar cerca de las dos de la tarde

 

Cerca de las dos de la tarde termina

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