WASHINGTON – El comisionado residente, Pedro Pierluisi, ha insistido hoy en que no cree conveniente tratar de derrotar mañana en el pleno de la Cámara baja federal la propuesta que busca prohibir que se entregue el 25% de los fondos del PAN como dinero en efectivo.

“Estoy convencido de que no es una buena estrategia porque pondría en riesgo la posibilidad de retener el beneficio en efectivo”, indicó Pierluisi, en una carta que le envió al director ejecutivo de la Administración de Asuntos Federales de Puerto Rico (PRFAA), Juan Eugenio Hernández Mayoral, quien le había pedido la presentación de una enmienda que intentara derrotar la iniciativa del republicano Steve King (Iowa).

La mayoría republicana de la Cámara baja federal tiene previsto aprobar mañana una medida que, entre otras cosas, ordena prohibir que fondos del PAN en Puerto Rico puedan entregarse como dinero en efectivo.

La referencia al PAN es una línea en un proyecto que se centra en reautorizar los fondos de asistencia nutricional en Estados Unidos, pero le recorta un total de $40,000 millones, en cinco años, al programa suplementario de asistencia nutricional (SNAP) que existe en los estados.

“De todos modos, como usted debe saber, la medida probablemente se considerará bajo una regla cerrada, lo que significa que no se van a permitir enmienda”, agregó Pierluisi en su carta a Hernández Mayoral.

Para Pierluisi, es un logro que dentro de los recortes al SNAP no se haya incluido quitarle fondos al PAN. Bajo el SNAP, Puerto Rico recibiría alrededor de $450 millones por encima de los $2,000 millones que obtiene del PAN.

Pierluisi dijo que los esfuerzos para detener la propuesta republicana deben centrarse en el comité de conferencia que se necesitará para armonizar los proyectos del Senado y la Cámara baja.

En el proyecto del Senado no se incluyó ni la propuesta para prohibir la entrega en efectivo del 25% de los fondos del PNP ni los amplios recortes a los programas de asistencia nutricional en Estados Unidos.

El círculo se les está cerrando

ANTONIO QUIÑONES CALDERÓN

El círculo se les está cerrando a los adeptos al ELA colonial y es claro que más temprano que tarde tendrán que aceptar la verdad manifiesta del destino único que les aguarda: transformar su obsoleto cuerpo colonial uniéndose a las corrientes de la libre asociación que, parece evidente, constituyen la mayoría del ala autonomista de esa colectividad.

Para empezar, es significativa, aunque algunos no quieran percatarse, la aceptación casi universal en las filas del “estadolibrismo” de que el coloniaje que han patrocinado por las pasadas seis décadas –que recibió una estocada mortal el pasado 6 de noviembre– está en sus últimos estertores. Ya no lo salvan ni las frases galanas –“progreso que se ve”, “autonomía fiscal”, “pacto bilateral”, “estatus autónomo único del ELA”, etcétera–, ni sus otras pompas de fábula hilarante para describir su obra infausta de 1951-52.

Por fin se convencieron de que no vale seguir alargando la lista de los contundentes fracasos sufridos (26 conté la última vez) cada vez que han ido al Congreso a buscar “el perfeccionamiento”, el “desarrollo” o la “culminación” del ELA. Con el agravante de que ya no cuenta su liderato con aquellos magos de antaño que –hay que aceptarlo– eran unos genios en el arte de la fantasía para describir su endeble creatura política.

Ya no les vale el artificio de la “autonomía fiscal”: sin mandarle siquiera un escueto mensaje a sus socios del “pacto bilateral” del “estatus autónomo único”, desgajaron las 936, cuyo proceso mortal inició en 1985 con la advertencia del senador demócrata Patrick Moynihan de que se estaba mirando la eliminación de los privilegios económicos (mantengo corporativo, lo llamó el senador) de la Sección 936 como parte de la estrategia congresional para reducir el déficit de $208,000 millones en el presupuesto federal. (Carlos Romero Barceló ni siquiera estaba planeando un escaño en el Congreso, así que no sigan culpándolo por la decisión congresional de liquidar las 936). El artilugio de la “autonomía fiscal” se hizo añicos desde entonces. Y el “acuerdo bilateral” también.

Pero hay más. A Sila Calderón, el secretario de Estado Colin Powell le exigió que dejara el jueguito de los “acuerdos internacionales” (se están poniendo en boga ahora otra vez y le esperan los mismos resultados) porque ésa es responsabilidad del Gobierno federal. Ya antes, desde Washington habían hecho lo mismo con los “acuerdos comerciales con Japón” de Hernández Colón. Y a la misma gobernadora Calderón la sacaron de la fila de jefes de Estado que iban a ser retratados al finalizar una reunión de éstos en Santo Domingo, a la cual su amigo presidente de la República Dominicana la había invitado.

Después, desde Washington acabaron con los pilones de madera para elaborar nuestro mofongo; un juez federal ordenó al ELA el precio a fijar de la leche UGT; más tarde, los federales les sacaron de los bolsillos a funcionarios del ELA unas semillitas de arroz que pretendían entrar subrepticiamente desde la República Dominicana al territorio colonial; desde Washington le dijeron al ELA a quién querían en la dirección policíaca después de ponerla en sindicatura, y el jefe del FBI en San Juan anunció un escuadrón para investigar al sistema judicial –a lo que tiene derecho y autoridad constitucional y legal en función de la relación colonial entre el ELA y Washington–, lo que, sin embargo, no va en menoscabo de la deferencia que debió tener para con los funcionarios del territorio, comenzando con el gobernador. Dudo que en ningún estado se haya dado esa falta de cortesía.

De manera que, para evitar más humillación y pérdida de tiempo en el camino hacia el fin del colonial, y para que finalmente el pueblo puertorriqueño pueda tener su estatus político permanente, no territorial y no colonial, al sector autonomista del Partido Popular le queda una sola vía: adoptar la libre asociación (sin ciudadanía americana y sin FEMA) como fórmula de estatus de su preferencia y, en caso de no respetarse la decisión de noviembre pasado, ponerla a votación junto a la estadidad y la independencia.

¡Y que el pueblo decida!