¿A salvar al país o la elite política? – POR KATHERINE ANGUEIRA NAVARRO

{Este es un escrito que motiva al pensamiento critico por las verdades y hechos que articula con fina prosa. Deferimos porque entendemos que el PNP es Mil veces Mejor Administrador pero por sus divisiones internas producidas por intereses personalistas en un partido ideológico no le permiten mantener sus claras mayorías ni lograr sus propósitos fundamentales.}

¿A salvar al país o la elite política?

POR KATHERINE ANGUEIRA NAVARRO – 4:03 AM
Administrar al son de carencias, no es alentador. No hay carisma para levantar la mística. No hay ilusión para tomarnos de la mano para encaminar a un país en una misma dirección
Capitolio

No existe expectativa que el presupuesto del país esbozado por el gobernador Alejandro García Padilla vaya a resolver la crisis fiscal, no solo de las arcas públicas, sino del bolsillo del electorado.  Administrar al son de carencias, no es alentador. No hay carisma para levantar la mística. No hay ilusión para tomarnos de la mano para encaminar a un país en una misma dirección. El mero hecho que cuatrienio tras cuatrienio se gasten millones de dólares en cabilderos de bufetes costosos en Washington DC, para perpetuarnos como pordioseros en que cerca de la mitad de nuestra población vive bajo los niveles de pobreza, no tiene sentido lógico alguno.

Es la misma falta de lógica de quienes construyen obras faraónicas sin mantenimiento, como fue la piscina olímpica en el Escambrón, los trenes que no van lejos, ni los carriles exclusivos vacíos en expresos, porque no hay dinero para costear su alto costo de peaje. Es la misma carencia de lo inexplicable, que más de una década desde la salida de la Marina de los EEUU de la Base Naval de Roosevelt Roads en Ceiba,  nuestro Pueblo, al margen del gobiernos inoperantes, tan siquiera  pongamos a funcionar el dique de carena existente, y su aeropuerto como fuente de empleo. Los dos partidos políticos principales en Puerto Rico, mantienen al Pueblo encadenados como rehenes, como si más allá de éstos no pudiera existir la capacidad de organizarnos  para echar a caminar a Puerto Rico.

Algo muy crítico medular no anda bien en nuestro país. Si no hay producción local en el sector privado para absorber al ejército de trabajadores(as), no hay posibilidad de proponer un país que crezca en sus entrañas económicas. No tenemos una economía sólida propia.  Como una extensión territorial se nos corta las alas para no poder volar; ni se nos abren las puertas para sentarnos en la mesa de negociaciones del Congreso de los EEUU de Norte América en igualdad de condiciones.

Tanto que se critica a quienes viven de cupones de alimentos en los sectores minusválidos, sin entender que realmente el país vive de las migajas que le tiran de fondos o incentivos federales para poner a correr nuestras finanzas delimitadas.  Por supuesto, en este tablero colonial, existe una elite política dando rienda suelta a la extirpe de la oligarquía criolla, que ante la amenaza de perder sus privilegios,  utiliza a sectores de ‘izquierda’ como escudos, mientras se regentean su caudal de riquezas como intocables.

El debate perenne que ocurre en los pasillos del Congreso de los EEUU, sobre el tamaño y gastos del gobierno, realmente no tiene el mismo sentido en su territorio.  Allá, el péndulo del debate oscila entre los aspectos filosóficos de la deseabilidad de la intromisión en la vida de la ciudadanía con un gobierno grande o uno reducido con el recaudo contributivo correspondiente.  Acá en Puerto Rico, lamentablemente el debate en torno al tamaño del gobierno encapsula esencialmente la posibilidad de conseguir trabajo remunerado o quedarte desempleado.

Con escasas excepciones, en Puerto Rico lamentablemente sobreviven económicamente quienes de alguna forma están conectado(as) al gobierno. Hasta las casas de corretaje dependen del negocio de las inversiones que se puedan hacer de la cartera del gobierno.  Que un gobernador tenga que asegurar que recortar gastos en el gobierno se hará sin despidos, es  un reconocimiento que lanzarlos a buscar trabajo en el sector privado, es tirarles en el vacío.  Ya no hay cantos de sirena que opaquen la pobreza en Puerto Rico. La filantropía de parte de quienes no están dispuestos a re-distribuir su riqueza, es solo un bálsamo, para aliviar necesidades apremiantes, sin trastocar la raíz de la desigualdad socio-económica.

Por otra parte, la necesidad de atraer capital externo para invertir en Puerto Rico, remata el hecho que aquí no tenemos el capital para levantar industrias.  En un mundo globalizado, tampoco  podemos pecar de ingenuos ante la secuela de posibles peligros de relaciones comerciales internacionales.

Si vamos a poner a la isla en alquiler o a la venta, mejor llamar las cosas por su nombre, en lugar de  hablar de ‘alianzas’ que nada tiene que ver con ser pares. No podemos darnos el lujo, de un día despertar ante la ensoñación y percatarnos que ya ni el agua cristalino para beber, ni el aire libre de contaminantes para respirar, nos pertenecerá como elementos básicos de sobrevivencia. En fin, si vamos a salvar a Puerto Rico, y no a un elite, un proyecto de país se forja desde el Pueblo, y no es una imposición sobre el Pueblo. ¡Manos a la obra!

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