EL VOCERO/Archivo

La crisis institucional del ELA territorial, la consiguiente depresión económica, sumado a una prensa y medios de comunicación que tuvieron relativo éxito en convertir en “chivo expiatorio” al ex gobernador Luis Fortuño, llevaron al primero de carambola a la cúspide del poder gubernamental isleño por una chavería de 11,000 votos. Al segundo tener el control unilateral del sistema electoral , así como del poder judicial, unido al poder de intimidación de unas fuerzas armadas sobornadas y grupos paramilitares adictos, le permitió mantenerse en el poder del Estado vía un inescrupuloso y descarado fraude electoral por otra chavería de votos.

El boricua logró la nominación a la candidatura a la gobernación, no por un proceso democrático de primarias limpias y transparentes dentro de su partido, sino por designación “a dedo” del cacique señorial del sur. El venezolano logró la candidatura presidencial por designio divino del Mesías bolivariano agonizante, el Comandante Hugo Chávez y sus mentores cubanos los hermanos Castro. A tal punto que el Mesías se le reaparece a cada rato reencarnado como pajarito para impartirle las debidas directrices al oído a su obediente discípulo y sucesor.

El de aquí se negó desde un principio a reconocer la magnitud y envergadura de la crisis económica y fiscal del ELA territorial. Le hizo caso omiso a las advertencias y reto a las casas acreditadoras de deuda, aumentando el gasto gubernamental en $688 millones. Revirtió una débil pero incipiente recuperación económica, ahogando a las empresas y a los consumidores con 54 nuevos impuestos con un valor de $1,700 millones, provocando por primera vez en nuestra historia la degradación a chatarra de los bonos del ELA.

El de allá se negó a revertir las catastróficas y fallidas políticas económicas de su antecesor y auxiliado por su natural incompetencia, agravó la situación de inflación galopante, escasez de bienes e inseguridad ciudadana; acentuando la guerra contra el sector privado vía la monopolización de las divisas, la consiguiente extorsión a las empresas y el robo de la reservas del Banco Central por parte de los funcionarios públicos a cargo dela venta de moneda extranjera. Promoviendo abiertamente el saqueo de las tiendas de electro-domésticos y otras acciones confiscatorias y hostiles hacia las empresas privadas.

Y tanto Nicolás Maduro como Alejandro García Padilla constituyen los únicos dos gobernantes en las Américas que acusan al sector productivo privado en sus respectivos países de conspirar contra sus gobiernos y le declaran la guerra. Achacándole a este la responsabilidad por sus respectivas políticas económicas fallidas.

Afortunadamente para nosotros hasta ahí llegan las similitudes y coincidencias de ambos gobernantes. Pues en Venezuela el régimen chavista que encabeza Maduro es una dictadura militar de facto abiertamente anti-americana que ha asesinado o propiciado el asesinato de sobre 40 de sus ciudadanos y el encarcelamiento de miles más en los últimos tres meses ante una creciente insurrección pacifica ciudadana. Mientras que acá en Puerto Rico, aunque en el gobierno y el partido de Alejandro García Padilla pululan desde los que son discretamente antiamericanos y chavistas hasta los que lo son abiertamente, el amparo de la constitución federal, la presencia del tribunal federal y la existencia de un judicatura independiente nos protegen de consecuencias mayores.

Jaime Benson

Catedrático de Economía de la UPR