La líder maunabeña y precandidata al Senado por el Distrito de Humacao, Betty D. García Guzmán, denunció hoy que los empleados del Centro de Diagnóstico y Tratamiento (CDT) de Maunabo no han cobrado su sueldo desde el mes de abril, acumulándose ya cuatro quincenas, lo que ha provocado una crisis económica y emocional en más de una decena de padres y madres de familia.
Ante esta situación, García también exigió acción inmediata, tanto del alcalde de Maunabo, Jorge Márquez Pérez, como del presidente de la Comisión de Salud del Senado, José Luis Dalmau, quien es uno de los senadores del Distrito Senatorial de Humacao, al cual pertenece este municipio.
Según García, “unos 11 empleados del CDT de Maunabo; 8 enfermeros, 1 secretaria, 1 empleado de mantenimiento y 1 oficial recaudador, no han cobrado su sueldo desde la última quincena de abril. Estas 9 mujeres, en su gran mayoría jefas de familia, y 2 hombres, han tenido que pasar esta época de verano, graduaciones y vacaciones de sus hijos, sin los recursos económicos a los que tienen derecho por sus labores realizadas en el CDT”.
“Por una parte, está la empresa que administra el CDT, Integrated Emergency Medical Services, que está incumpliendo su contrato y no ha sido responsable con sus empleados, y por el otro están el alcalde de Maunabo, Jorge Márquez Pérez, el Departamento de Salud, y el senador José Luis Dalmau, que no han tomado las medidas para que se le haga justicia a estos trabajadores. Y en el caso de Dalmau, es mucho peor, porque se trata del presidente de la Comisión de Salud del Senado, que tiene los recursos investigativos y el acceso directo a todas las entidades gubernamentales relacionadas con la salud, para evitar que situaciones como estas sucedan en nuestro distrito, y nada ha hecho”, añadió Betty García.
Finalmente, García Guzmán cuestionó el alegado silencio de Márquez y Dalmau ante esta situación. “¿Por qué tan callados? ¿Será que por tratarse de una empresa contratada por el gobierno del Partido Popular, son intocables? Nuevamente, con las implicaciones que tiene esta situación en cada uno de sus empleados y familiares, y con el potencial de que se terminen afectando los servicios de salud a los maunabeños y ciudadanos de municipios cercanos, el silencio y la inacción del alcalde y el senador, son inaceptables”.
Espejismos de un archipiélago llamado isla
Un empleado del gobierno, luego de regresar del receso de media mañana para tomar café, fumar o hablar por el celular (no para hablar por el celular; eso lo hace en su escritorio sin tener que tomar un break), pasa por la oficina de su supervisora. Le informa que al día siguiente se ausentará porque tiene una cita con el urólogo. No da detalles sobre la inflamación prostática que lo aqueja y la otra no los pregunta. A renglón seguido le pide: “No me lo ponga por enfermedad; descuéntemelo de vacaciones”. La supervisora lo complace.
En nuestro país existe una ley loable que garantiza que los empleados acumulen días que puedan utilizar en casos de enfermedad. Nadie se opone a que un ser humano pueda ausentarse para atender su salud, sin tener que preocuparse por no recibir paga por esos días. Sin embargo, el fin de la ley se ha distorsionado a tal grado que sirve para lo contrario. La gente no usa los días para eso, sino para desfalcar al gobierno convirtiendo los días por enfermedad en una inescrupulosa cuenta de ahorros llamada cariñosamente ‘el enfermito’. El esquema permite la acumulación de los días que no se utilizaron por enfermedad, y al final se le pagan en un jugoso cheque a los empleados ‘más saludables’.
Esa no es la única legislación que ha sufrido deformaciones. En Ética Gubernamental ocurre igual. Una ley prohíbe la contratación de funcionarios o exfuncionarios de gobierno con entidades a quienes han favorecido con contratos, a menos que la susodicha oficina lo permita. Es como si la Ley de Tránsito prohibiera conducir en estado de embriaguez, excepto si el patrullero de autopistas por donde usted transita, le concede el permiso. ¿Se imaginan que conveniente para los que les gusta darse el trago? Bastaría con ser amigo del patrullero. Y no hablemos de lo favorecido que saldría el que ha nombrado al agente policiaco que lo interviene. “Perdone la molestia, ¿no desea otro vodka con china? Conozco un bar aquí cerca del ramal. Salga con cuidado del arcén, que yo lo escolto”.
El gobernador Luis Fortuño salió a darse los tragos y luego condujo por la autopista patrullada por la licenciada Zulma R. Rosario. Su gobierno (el de Fortuño) concedió millones en contratos a cierto bufete. Al finalizar el cuatrienio el gobernador consiguió empleo con ese mismo bufete. ¿Qué talentos tan especiales vio esa oficina para sacarlo del desempleo por más de cien mil dólares mensuales? No sabemos. Lo que sí sabemos es que el empleo con cara de repago ocurrió con el beneplácito de la patrullera Rosario, que dicho sea de paso, fue nombrada a Ética Gubernamental por Fortuño.
La ley que pretendía prohibir ciertas conductas, se ha convertido en la ley que las permite.
En este archipiélago llamado isla los espejismos sobran. Como dijo cierto líder: ¿Qué realismo podemos esperar en un país en donde el aeropuerto de San Juan está en Carolina, las Tetas de Cayey en Salinas y en Hormigueros el Mayagüez Mall?
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