Nuevamente un puertorriqueño genera atención y se destaca a nivel nacional. Mañana jueves, el Congreso de Estados Unidos será escenario de la elección de un nuevo líder de la mayoría de la Cámara de Representantes Federal. Uno de los aspirantes en dicha interesante contienda es el congresista puertorriqueño Raúl Labrador, quien de resultar victorioso podría convertirse en el primer hispano en ocupar uno de los puestos de mayor jerarquía y prominencia en el Congreso de Estados Unidos.

De ser electo por sus colegas, el boricua Raúl Labrador, congresista republicano de Idaho, nacido en el municipio de Carolina y residente en la Isla hasta los 13 años cuando partió a Las Vegas, Nevada, junto a su familia en búsqueda de mejores oportunidades, pasaría a ser el número dos en el liderato de la Cámara Federal. Esto ocupando la vacante que deja el actual líder de la mayoría Eric Cantor tras su sorpresiva derrota en una primaria celebrada recientemente.

Como líder de la mayoría, Labrador tendrá en esencia la responsabilidad de dirigir la agenda legislativa de su delegación y de orquestar el trabajo de comités y la aprobación de legislación en el pleno de la Cámara de Representantes federal, entre otras funciones. De hecho, es importante resaltar que Labrador es auspiciador del proyecto H.R. 2000 presentado por el comisionado residente Pedro Pierluisi en respuesta a los resultados del plebiscito de 2012 donde nuestro pueblo rechazó la continuidad de nuestro estatus territorial y favoreció a la Estadidad como alternativa. Así, desde su nueva posición de liderato, Labrador podría ser instrumental para adelantar nuestro mandato que sigue siendo desatendido por Washington con la anuencia del gobierno de turno en Puerto Rico. También podría ser clave para adelantar otros asuntos en el Congreso para el beneficio de la Isla.

La aspiración de Raúl Labrador, además de alegrarnos por este logro de uno de los nuestros, nos debe servir para reflexionar sobre la importancia del poder político y la representación congresional con voto que se le sigue negando a los puertorriqueños que residimos en la Isla. Esta condición nos hace depender de la buena voluntad que tengan miembros del Congreso, que como Labrador y los otros congresistas de origen puertorriqueño, en última instancia responden y dan prioridad a los reclamos y necesidades de los electores de los estados donde los eligieron y quienes le pasan factura por su desempeño como sus representantes en Washington.

Definitivamente, no hace sentido que a estas alturas de nuestros tiempos, nos complazca depender de lo que logren para Puerto Rico congresistas por los cuales no votamos aquí, cuando podríamos tener el poder de seleccionar localmente a cinco o seis representantes y dos senadores que nos representen en el Congreso y le respondan directamente a nuestro pueblo. De hecho, nuestra delegación congresional sería una de las más grandes e influyentes en Washington, por lo que es de esperarse que Puerto Rico esté bien representado en la discusión de temas trascendentales en el ámbito doméstico e internacional.

Los puertorriqueños tenemos que fortalecer y arreciar nuestra lucha para que se nos otorgue la igualdad y el poder político que nos corresponde, conforme lo exigimos con nuestro voto el pasado noviembre de 2012. Imagínense que significaría para Puerto Rico si quien aspirara mañana y lograra ser electo líder de la mayoría de la Cámara Federal fuera uno de los cinco o seis congresistas que elegiríamos aquí y que nos representarían en el Congreso si fuéramos estado.

Esta nota aparece en la edición impresa de El Vocero.