LA QUIEBRA DEL ELA (PARTE 2) – Por Luis G. Fortuño

LA QUIEBRA DEL ELA (PARTE 2)

«Ante la quiebra evidente de nuestro sistema político, Washington nos ofrece una oportunidad para resolver nuestra crisis de una vez y por todas».
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Por Colaborador EL VOCERO – 4:00 am

Luis G. Fortuño
Exgobernador de Puerto Rico

En la primera parte de esta columna discutí cómo llegamos a este punto en que nuestro sistema político colapsó. La pregunta que muchos se hacen es ¿cuáles son las opciones que realmente tenemos por delante?

Con el resultado del plebiscito de noviembre de 2012, por primera vez en nuestra historia, nuestro Pueblo le dijo que NO al estatus territorial actual y con ello le retiró su consentimiento y por lo tanto su legitimidad. Ante esa realidad, el gobierno federal ha tenido que responder. Como bien señala Hernández Colón en una columna recientemente publicada en este diario, con la aprobación de fondos federales para celebrar un plebiscito, el Congreso y el presidente han creado las condiciones para que reiteremos esa decisión y resolvamos de una vez y por todas lo que queremos hacer con nuestro futuro.

Con referencia a las definiciones que habrán de someterse al pueblo, el Departamento de Justicia federal debe determinar si las mismas son cónsonas con la Constitución y las leyes federales. Ahí está la clave de este proceso. Todas las partes deberán actuar con desprendimiento y entereza de carácter. De lo contrario, el proceso no resolverá nuestro problema permanentemente.

El Departamento de Justicia federal y el Congreso en innumerables ocasiones durante los pasados 20 años nos han indicado cuáles son las opciones de status que cumplen con este requisito constitucional. Ciertamente en Washington no desean pasar por este proceso y no resolver el problema permanentemente. Nosotros tampoco debemos aceptarlo. Insistentemente nos han dicho que las opciones viables constitucionalmente que resuelven nuestro problema de status son sólo tres: estadidad, independencia y libre asociación.

La estadidad conlleva participar en igualdad de condiciones de los beneficios y responsabilidades que aplican a los 50 estados. Tradicionalmente se legisla un período de transición que permite adaptar la realidad del territorio a su nueva condición política para beneficio de sus ciudadanos. Hoy tenemos 50 ejemplos exitosos de este modelo que se basa en una federación de estados soberanos que autoriza al gobierno federal atender ciertos asuntos. Los demás temas están reservados a los estados.

La independencia conlleva el traspaso de la soberanía que hoy en día controla el Congreso al gobierno de la República de Puerto Rico. Existen sobre 200 ejemplos de repúblicas independientes, algunas exitosas y otras no. Los nacidos en Puerto Rico serían ciudadanos de la isla (no de Estados Unidos), podríamos entrar en tratados internacionales y las leyes federales (aprobadas por el Congreso) no aplicarían a la isla.

Existen en cambio, pocos ejemplos de libre asociación en el contexto constitucional americano. Realmente se limita a las Islas Marshall, Micronesia y Palau. Mientras tuve el honor de representar a los puertorriqueños en el Congreso, serví en el comité con jurisdicción sobre estos asuntos. Los nacidos en dichas jurisdicciones ya no son ciudadanos americanos como nosotros. El Tribunal Supremo ha dejado este asunto claro, pues la ciudadanía es indicativo de la nacionalidad. Aunque los acuerdos con Estados Unidos originalmente garantizaban la libre entrada de los nacionales de dichas jurisdicciones a los 50 estados, luego de los ataques del 9/11, esta garantía se eliminó. Punto central de estos acuerdos es que tanto los Estados Unidos como las tres repúblicas asociadas pueden terminar su acuerdo unilateralmente. Los fondos provistos por el gobierno federal disminuyen paulatinamente, al punto que al presente los fondos para Palau los reciben provisionalmente pues no están garantizados. Realmente, a este experimento no le ha ido muy bien. Sin embargo, si eso es lo que una mayoría de los puertorriqueños desea, se le debe conceder a la isla una transición adecuada hacia dicha fórmula. Lo que no debe permitirse, y confío que ni el Congreso, ni el Departamento de Justicia federal permitirán, es engañar al pueblo con alternativas que no son viables bajo el marco constitucional americano. Me explico a continuación.

Por los pasados años, algunos líderes del PPD han insistido en un ‘ELA mejorado’ que no existe en ninguna parte de la nación y no es viable dentro del marco constitucional de los Estados Unidos. Durante los pasados años, algunos han reclamado incluir entre las opciones de status para resolver nuestro problema, una cuarta opción que cumpla con lo siguiente: que esté fuera de la Cláusula Territorial de la Constitución federal; que garantice la ciudadanía americana a los nacidos en la isla; que permita entrar en tratados internacionales independientes a los Estados Unidos y que no apliquen ciertas leyes federales; que autorice limitar la jurisdicción del tribunal federal; que nos exima de pagar contribuciones federales; que otorgue un beneficio especial a las empresas que operen en la isla; y que nos provea paridad de fondos federales en todos los programas federales. Si esto fuera remotamente posible, los 50 estados ya habrían solicitado dicha opción. Como expresó un influyente senador ante estos reclamos de algunos en el PPD, esta es la “opción de cerveza gratis y BBQ” (‘the free beer and barbecue option’).

Ante la crisis en que la quiebra del ELA ha sumido a Puerto Rico, el pueblo debe reclamar que le hablen con la verdad. La época de vender un sueño imposible pasó. Confío en que el liderato político de todos los partidos, al igual que los oficiales en Washington, así se comporten. Ante la quiebra evidente de nuestro sistema político, Washington nos ofrece una oportunidad para resolver nuestra crisis de una vez y por todas. Los cambios pueden asustar, pero debemos ser valientes y afrontar nuestro destino con confianza en nosotros mismos y la fe puesta en nuestro Creador de que Él nos llevará de Su mano. Veamos esta crisis como una oportunidad. Nuestra gente no se merece menos.

La quiebra del ELA – Parte I

«La realidad es que el ELA se ha convertido en un lastre que nos impide progresar»
Capitolio
Por Redaccion, EL VOCERO – 4:00 am

Luis G. Fortuño
Exgobernador de Puerto Rico

Recientemente, este diario publicó una columna escrita por el ex-Gobernador Rafael Hernández Colón sobre el status de Puerto Rico y su economía. Antes de responder a la misma, quisiera consignar mi agradecimiento a Hernández Colón por sus consejos y deferencia durante mi incumbencia. El que difiera públicamente de él en nada debe implicar que no valoro su amistad, intelecto y experiencia, todo lo contrario. Sin embargo, me siento obligado a aclarar varios puntos ahora que la isla parece encaminarse a atender el asunto de estatus.

Por los pasados 20 meses he mantenido silencio sobre el quehacer político diario en respeto a la posición de gobernador. Así he ofrecido a la administración actual el más amplio espacio posible para que implemente su política pública. No es que no tenga opinión sobre lo que ha sucedido en lo que va del cuatrienio, sino que respeto la institución de la gobernación demasiado para entrar a criticar al incumbente ante un panorama tan complicado. El único otro momento en que he realizado comentarios fue en ocasión de la invitación que hiciera la Cámara de Comercio a los ex-gobernadores. Como en el caso de aquella presentación, espero que este escrito aporte a la discusión pública y aclare algunos puntos que se discuten al presente.

Primeramente, la crisis fiscal que afecta a la isla tiene sus raíces en un gasto público desmedido que fue atendido tomando dinero prestado sin intención de controlar el presupuesto. Recordarán que al comienzo de mi incumbencia el déficit auditado fue de $3,306 millones, las cuentas a pagar $1,200 millones y los préstamos sin fuentes de repago sumaban $2,700 millones.  Por falta de efectivo en el Departamento de Hacienda, la nómina de fines del 2008 la cubrieron con un préstamo al Banco Gubernamental de Fomento. En medio de la transición de gobierno a fines del 2008 tuve que volar a Nueva York a reunirme con las casas evaluadoras del crédito para evitar una degradación de nuestra deuda, pues ya habían bajado nuestra clasificación al nivel justo antes de chatarra y habían emitido una perspectiva negativa con aviso de degradación adicional inminente. Desgraciadamente, en los primeros años tuvimos que tomar prestado para pagar las enormes obligaciones que habíamos heredado. De hecho, el 94% de las emisiones de deuda del 2009 y 2010 se utilizó para pagar estas deudas existentes y atajar el déficit que, gracias a las medidas tomadas, comenzó a reducirse. Contrario a lo alegado por algunos, los estados financieros auditados del gobierno establecen que el déficit en el año  fiscal 2008-09 era de $3,306 millones y  para el 2012-13 era de $807 millones (no $2,200 millones). Además, tomamos medidas correctivas, comenzando con el recorte en gasto de 20%. Como consecuencia, nuestra clasificación aumentó dos escalas y la economía entró por 2 años modestamente en terreno positivo.

Barbosa y Luis G Fortuno han sido los mas han hecho por la Estadidad Federada para Puerto Rico

Barbosa y Luis G Fortuno han sido los mas han hecho por la Estadidad Federada para Puerto Rico

Contrario a lo expresado en la columna de Hernández Colón, la recesión auto infligida que nos ha afectado no es causada “por las políticas equivocadas y el desgobierno del PNP”. Le recuerdo que ningún partido tiene el monopolio de la verdad o la virtud y que su partido estuvo en el poder entre el 2001-08, dejando el mayor déficit de nuestra historia y aumentando la nómina pública en un 62% (de $3,400 millones a $5,500 millones anuales). Sin embargo, le haría un flaco servicio a Puerto Rico si en esta columna le achacase los males económicos de la isla únicamente al PPD.

La realidad es que el ELA se ha convertido en un lastre que nos impide progresar. En un intento por compensar la desaceleración económica que venimos sufriendo por tantos años debido a las limitaciones que nos impone nuestro sistema político, demasiados gobiernos intentaron contrarrestar dicha situación aumentando el gasto público. En el proceso nos endeudaron al punto que nuestra deuda ahora es clasificada como chatarra, estamos en una espiral económica descendente, gran parte del capital local desapareció y la desesperanza lleva a miles a mudarse a otras jurisdicciones mensualmente. Aunque nos haya servido bien en las décadas de los ’50 y ’60, hoy es evidente que el ELA quebró y tenemos que resolver este problema o nunca saldremos de la situación en que hemos caído. Así lo expresó el 54% de los electores que rechazó mantener el status actual en noviembre de 2012 y prefirió la estadidad con una mayoría superior al 61%.

Algunos preguntarán, ¿qué pasó? El proceso de la quiebra del ELA fue paulatino. Es el resultado de muchos cambios que poco tienen que ver con la política local, que en ocasiones han estado fuera de nuestro control, pero que en definitiva son el resultado de las desventajas de nuestra situación territorial. Primero,  con la aprobación de tratados de libre comercio con países en este continente y el resto del mundo, se fue erosionando la exclusiva ventaja competitiva que teníamos como parte integral del mercado de los Estados Unidos y con ello se derribó uno de los supuestos “pilares” del ELA. Segundo, como nuestra condición de territorio nunca ha ofrecido al inversionista extranjero la misma solidez como destino de inversión que tiene un estado de la Unión, por décadas Puerto Rico ha tenido que depender de incentivos contributivos federales para atraer dicha inversión. Pero eventualmente el mismo Congreso decidió eliminar esos incentivos que eran otro de los “pilares” del ELA. Y encima de todo esto, ya que como territorio no recibimos todas las asignaciones que nos corresponderían como estado, por décadas hemos subsanado la diferencia mediante préstamos. Resultado: nos hemos endeudado más allá de nuestras posibilidades y ahora estamos pagando las consecuencias.

Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿Es posible lograr el cambio que nuestra gente se merece y añora? Pienso que sí. Sin embargo, no podemos continuar haciendo lo mismo y pretender que la situación mejore. Para ello es necesaria una transformación trascendental que nos provea las herramientas necesarias para crecer en el Siglo XXI. Las soluciones del pasado ya no producen los resultados que necesitamos. No hay margen para seguir aumentando el gasto gubernamental y tomar prestado. Las circunstancias cambiaron, y es hora de ser pragmáticos y ajustarnos a ellas. Esta realidad económica, así como la decisión que tomó nuestro Pueblo en el plebiscito de noviembre de 2012 habrán de ser determinantes en el proceso de status que aún tenemos por delante.

En la segunda parte de esta columna habré de discutir en mayor detalle lo que podemos esperar de este proceso. Un proceso que podría alterar para bien nuestro futuro y el de generaciones venideras.

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