Luego del plebiscito de 1998 Abel Nazario, en uno de esos arranques producidos por sus pintorescas cóleras espontáneas, anunció que se retiraba de la candidatura a alcalde de Yauco. Fue algo inesperado que dejó perplejo a todos los que lo apoyabamos, pues gracias al trabajo de Abel la estadidad había aumentado 500 votos en Yauco. Los resultados no fueron nada halagadores para el infatigable líder estadista, que tomó esa decisión sin consultar con nadie.

Días después del anunciado retiro un grupo de personas nos encontrabamos en el comité de Abel, que ya se había convertido de facto en el comité del PNP en Yauco, y conversábamos sobre la estremecedora noticia. Cada uno de los contertulios exponía sus opiniones y posibles alternativas. Fue en un momento de silencio cuando se escuchó una voz como un trueno que estremeció el recinto: “¡Abel no se puede retirar!” Para sorpresa de todos fue Lobito quien pronunció las palabras. Lo que dijo lo dijo de una manera categórica y sin ambages.

De nombre de pila, Juan García Zabala, pero conocido por todos como Lobito, lo conocí durante el año de 1997 como leal colaborador político de Abel Nazario. Para la campaña de 2,000 estaba pendiente de todo; las transmisiones radiales, las actividades políticas pequeñas y multitudinarias, las visitas a los líderes de barrio y de sectores, y toda acción operacional y de propaganda. Todo lo hacía con un profesionalismo admirable y un fervor que contagiaba a todos.

Durante los años, como co-partícipe de la extraordinaria obra de Abel Nazario, Lobito cultivaría una relación directa con el Pueblo donde desarrollaría la intuición y sensibilidad natural que posee. Su olfato selvático ha sido de gran ayuda para la causa estadista en Yauco. Como fiel creyente en la Estadidad ha sido propulsor silvestre y consuetudinario de este ideario, predicando en cada lugar donde se encuentre lo conveniente que sería, en todos los órdenes de la vida diaria, alcanzar la Igualdad para los puertorriqueños.

Desde la sede alcaldicia, este héroe anónimo yaucano ha servido a su Pueblo de .manera fiel y dedicada. Además de su lealtad y fidelidad con Abel y por los que le dieron la mano en un principio, Lobito ha demostrado tener disciplina y vocación para el servicio público. A diario tiende la mano a quienes le buscan, a quienes llegan a la alcaldía buscando la ayuda que no encuentran en otros lares. Como cristiano nato, él los recibe sin distinción de colores, los atiende como las circunstancias del momento ameritan y trata de buscarle una solución justa a cada uno de ellos.

Hombre de cuero duro frente a los infortunios de la vida, de fuerte estamina emocional ante los avatares de la política y de fina sensibilidad para solidarizarse con el necesitado, Lobito –como los hay en cada pueblo de nuestra patria- es uno de los grandes activos con los que cuenta el Partido Nuevo Progresista, en particular, y Yauco, en general. Observador de todo quehacer público; sea de gobierno o de asuntos políticos, este querido amigo tiene como brújula de vida su vertebra moral de onda raíz. Insobornable hasta el tuétano y producto de su Pueblo, el Pueblo del Café no se merece algo menos que el deseo de servir de este noble y talentoso caballero.

Esta nota aparece en la edición impresa de El Vocero.