Recientemente Leon Panetta, exsecretario de Defensa y exdirector de la CIA bajo el presidente Obama, y exdirector de la Oficina de Gerencia y Presupuesto de Casa Blanca (OMB, en inglés) y exjefe de gabinete (‘Chief of staff’) del presidente Clinton, publicó su libro ‘Worthy Fights: A Memoir of Leadership in War and Peace’. En dicho libro, Panetta, además de abordar soluciones para problemas apremiantes y de actualidad, critica los estilos de liderazgo, gerenciales y las políticas domésticas y exteriores de su exjefe inmediato, el presidente Obama.
De hecho, la semana pasada, en una de sus comparecencias públicas, Panetta expresó en esencia, siguiendo la línea de propuestas y críticas elaborada en su libro, que “en nuestra democracia se gobierna por liderazgo o en respuesta a crisis. Si no hay liderazgo, no hay duda de que se gobernará en respuesta a crisis”.
Estas expresiones, motivadas por la experiencia de Panetta en el Gobierno Federal, particularmente como exfuncionario de la administración Obama, son muy pertinentes para reflexionar sobre la forma en que la presente administración de turno en Puerto Rico –el Ejecutivo y el liderato actual de Cámara y Senado— gobierna y maneja la crisis que vivimos los puertorriqueños que residimos en la Isla y que sigue agudizándose.
Puerto Rico sigue padeciendo de un vacío abismal de liderazgo, capacidad, credibilidad, trasparencia y de iniciativas relevantes que verdaderamente resuelvan nuestros problemas de fondo. Como resultado de este déficit, a nuestro pueblo se le gobierna de crisis en crisis, muchas causadas por el propio gobierno actual que ya lleva casi dos años en el poder. Esto sin que siga un plan integral y concertado, como demanda el momento, para encaminar la recuperación de Puerto Rico.
Este vacío de liderazgo y falta de agenda, ha tenido como consecuencia que continuamente se improvise con medidas con el pretexto de mejorar nuestra situación socioeconómica y que han terminado empeorándola, o que simplemente no se tomen las acciones para resolver los problemas de fondo que estancan nuestro desarrollo socioeconómico. También abundan casos de apariciones de propuestas silvestres legislativas, que ocupan inoportunamente el espacio vacío en el debate público y que consumen tiempo y recursos que mejor deben utilizarse para resolver nuestros problemas realmente prioritarios.
Así las cosas, los malabarismos, las iniciativas sacadas de la manga o la inacción del presente gobierno le siguen costando a Puerto Rico en nuevos impuestos, una economía en picada, altos niveles de desempleo y pobreza, un gobierno quebrado con su crédito a nivel de “chatarra” por primera vez en nuestra historia, un sistema educativo colapsado con el retiro de maestros camino a la insolvencia, y en fin, con un pueblo sin fe y confianza y que opta por abandonar su terruño buscando mejores oportunidades y calidad de vida.
Está bueno ya de que, ante la falta de Norte y de quien actualmente ponga orden, articule, lidere y empuje una agenda para sacar a flote a la Isla, la presente administración gobierne abrumada, enredada y tropezando por golpes y crisis autoinfligidas, en lugar de liderar sin titubeos acciones que permitan que nuestra Isla recupere su encanto.
Las propuestas para transformar a Puerto Rico y para dotarlo de un nuevo modelo que permita nuestro desarrollo sostenible abundan. Las tienen y las siguen presentando entidades del Tercer Sector, emprendedores, líderes comunitarios, estudiantes, organizaciones profesionales, entre otras. Lo que falta es la voluntad y que nuestro gobierno se ponga las pilas y tenga la capacidad para liderar y saber encausar estratégica y efectivamente los esfuerzos que le toca realizar a nuestra generación para levantar a Puerto Rico.
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