¿La gente primero? – Por Katherine Angueira Navarro

¿La gente primero?

En su ‘verdad’, salen a relucir otras ‘verdades’ que forman parte del gran rompecabezas del panorama de nuestra realidad como Pueblo
Senado

Por Katherine Angueira Navarro4:05 am

Los políticos nos mantienen rehenes de sus decisiones contrarias a nuestro interés, como si no tuviésemos nada que decir al respecto. El tema de la aprobación del aumento en el impuesto al petróleo, recrudece no ‘la crudita’, sino su falta de entereza de su lema de campaña electoral en contar con ‘la gente primero’. Se despachan con la cuchara grande, como los vigías para garantizar que el aparato gubernativo sobreviva, no importa su costo. Reencarnan el sistema feudal en que los siervos cumpliremos “a ciega” su mandato de entregarles lo poco que todavía se pueda producir o las reservas que se tengan de tiempos de bonanza.

En su ‘verdad’, salen a relucir otras ‘verdades’ que forman parte del gran rompecabezas del panorama de nuestra realidad como Pueblo. No solamente hay que trazar las piezas del rompecabezas, sino que hay que examinar su entorno y el entre-juego de cómo encajan unas con otras. Lo más elemental parece que se les escapa: el caudal que tratan de apropiarse no es infinito. Es finito. Como tal, hilando finito, se finiquita.

El tamaño del rompecabezas se va achicando. En un país que se vacía por la emigración al Norte reduciéndose la base contributiva, los bolsillos de dónde escarbar la centavería que no sobra, se limitan. Eso deja al descubierto unas piezas que tambalean si las aprietan mucho, porque ya no hay espacio para acomodarlas. Las piezas gordas que les podrían generar más fondos, son las industrias que llegaron a Puerto Rico tras incentivos contributivos que les están carcomiendo. Cada vez que les aprietan con guantes de seda el torniquete contributivo, se corren el riesgo que se despidan rumbo a países en dónde la mano de obra la puedan pagar a nivel de esclavitud, sin tener que agobiarse tampoco con regulaciones ambientales para hacer de las suyas. Ello le deja a lo(as) políticos(as) ir al acecho de cómo apropiarse del dinero de lo poco que ya le pueda quedar a los(as) privilegiados(as) que tienen un trabajo remunerado; quedando cada vez menos piezas en el rompecabezas.

La mayoría en el sector público se resisten a aceptar que para mantener sus trabajos, tienen que devolverles al Estado una mayor tajada de su ingreso y ceder de su seguridad económica para retirarse en su edad dorada. Por otra parte, los que por suerte en el sector privado tienen trabajo remunerado, hacen de tripas, corazones. En la medida que les aumenta el costo de hacer negocio se les va achicando su margen de ganancia perdiendo su costo-efectividad; un asunto que parece ajeno a quienes trabajan en el gobierno. En un país en que existe una alta tasa de desempleo, y que aumenta la cantidad de personas que dependen de las ayudas gubernamentales, es irónico que bajo el palio de ‘ampliar la base contributiva’, se recoja devuelta la poca ayuda que el Estado benefactor provee. Quizás el aspecto más aberrante es una admisión solapada de beneficiarse de los frutos de la economía subterránea del trasiego ilegal de drogas, poco a poco solidificando las bases de un narco-estado.

En lo medular del tema, la cruda realidad de ‘la crudita’, es que se parte de la premisa que los consumidores del ‘crudo’ no bajarán el consumo del petróleo. El aumento al impuesto al petróleo para re-capitalizar el Banco Gubernamental de Fomento (BGF), no toma en cuenta las fluctuaciones en el mercado del precio del ‘crudo’ sobre el cual no tienen control, aparte de que los(as) consumidores pueden disminuir sustancialmente su uso. Limitar el uso sus carros, hacer ‘car-pooling’, entre otras opciones para disminuir la coKatherine Angueira Navarrompra de gasolina son posibles. Quizás más trascendental es el entrelíneas de mensaje, poniendo al descubierto su falta de compromiso real con promover formas alternas de energía y el transporte colectivo eficiente. Ni hablar del uso del dinero que se le dará al capitalizar el BGF.

Ante el descaro de la imposición de mayores impuestos, sin cortar gastos superfluos gubernamentales, debemos canalizar nuestro repudio colectivo. Seguir tomando prestado para asumir nueva deuda, no resuelve mucho. Los intentos burdos de manipular la opinión pública manteniendo la polarización entre dos grandes fuerzas político-partidistas, solo pretende obstruir que se irrumpa esa disyuntiva anquilosada para cambiar el rumbo que sigue el país. Poner a ‘la gente primero’, requiere abrir un diálogo con el Pueblo, y no mantener su propio monólogo. Hay que cerrar la llave del despilfarro de fondos públicos para allanarse el camino hacia el 2016. ¡En una democracia, el Pueblo es el que manda, y no al revés!

 

    Psicóloga Social-Comunitaria

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